La farmacéutica

Gerardo Pérez Escutia

En este bufete negro hemos reseñado gran número de novelas que abordan tanto el quehacer policíaco como las técnicas de investigación desde diferentes perspectivas y entornos geográficos, culturales e históricos. Hemos narrado investigaciones sorprendentes sobre el uso e interacción de ciencia y tecnología en la consecución de resultados, así como el trabajo coordinado de comisarías e instituciones policíacas de diversa índole, así como las investigaciones exitosas y fallidas, pero la gran mayoría, gracias al oficio de sus autores.

También hemos reseñado novelas que tienen como personajes centrales a grandes agentes, hemos sufrido y disfrutado con sus investigaciones, sus peripecias, pero también con las capacidades de investigación que los autores tienen para vestir y dar solidez a estos personajes, todo ello en el ámbito de la ficción.

Sin duda la novela negra, al abordar la parte oscura de la personalidad humana también nos muestra la eficacia alcanzada en la investigación desde sus diferentes entornos. De hecho, muchos de los autores más escrupulosos se documentan con expertos en estas técnicas y experiencias forenses de investigación para construir sus narrativas.

El día de hoy vamos a recomendar una novela que encuadra perfectamente en el ámbito policiaco y de la novela negra: la sobrecogedora historia de un secuestro, con la diferencia de que es una historia real que, a diferencia de las historias de las que hablo, nos muestra la otra cara de la moneda donde la ineficiencia y mezquindad crean una tragedia.

Carles Porta i Gaset

Es una novela construida rigurosamente basada en un caso que conmovió a la sociedad española en los años de 1992 a 1994, una historia que por mérito propio entra en la tradición de las novelas de Emmanuel Carrere o de Truman Capote quienes han creado grandes piezas literarias a partir de crímenes reales. Se trata de La farmacéutica (2021) de Carles Porta i Gaset (Vila-Sana, Lleida, 1963) quien es periodista, escritor y productor audiovisual.

La farmacéutica es la historia del secuestro de Maria Àngels Feliu Bassols, farmacéutica de Olot, pueblo de la Cataluña, quien fue secuestrada el 20 de noviembre de 1992 cuando iba entrando a su casa proveniente de su farmacia a las 9:30 PM. Este es el comienzo de esta interesante y estrambótica historia, en donde todo lo susceptible de salir mal, resultó peor, en el que secuestradores, prensa, policía local, Guardia Civil y gente interesada en el caso, cometieron todos los errores posibles (y los imposibles) convirtiendo un sencillo caso de secuestro en un espeluznante calvario personal en el que Maria Ángels pasó 492 días secuestrada en un agujero subterráneo a merced de insectos, cucarachas, ratas, de las veleidades y bisoñés de sus secuestradores.

Toni Guirado y Pepe Zambrano, dos miembros de la policía municipal de Olot, así como un amigo suyo de Camprodon, vigilaron los movimientos de Maria y planearon el secuestro; Ramón Ullastre, guardabosques de la zona proporcionó el escondite ubicado en el sótano de su casa, donde se mantuvo oculta a Maria durante todo su secuestro. El último participante en este caso es Sebastià Comas Baroy quien trabajaba de camarero en diferentes restaurantes y tuvo a su cargo, vigilar a Maria, durante los 492 días que duró su encierro.

Guirado, un hombre totalmente rebasado por sus deudas que siempre vivió por encima de sus posibilidades y que se encontraba en una situación límite insostenible, Zambrano, un adicto a las drogas y también quebrado, vieron en la realización del secuestro y en el cobro del rescate la salida a todos sus problemas económicos; su novatez como delincuentes nunca les permitió ver todo lo que se vendría encima y que convertiría este caso en un compendio de errores y omisiones con tintes tragicómicos que acabó con una víctima principal: Maria Àngels.

Desde un principio, la policía no se ponía de acuerdo en quien llevaría el caso: la Guardia Civil o la municipal; los secuestradores dejaron pasar muchos días antes de comunicarse con los familiares de Maria, pues no sabían (nunca lo planearon) con quien lo harían y que línea de comunicación establecerían; el esposo, el padre y las hermanas de Maria tampoco se pusieron de acuerdo en quién sería el primer contacto y esto también les hizo perder mucho tiempo. Por si fuera poco, las autoridades municipales y el gobernador de la región fueron adquiriendo protagonismo al crecer mediáticamente el caso, generando un clima de paranoia y tensión que apanicó totalmente a los secuestradores, quienes literalmente llegaron al punto de no saber cómo establecer una línea de comunicación segura y ¡Cuánto cobrarían por el rescate! 

La familia comenzó a recibir llamadas de “presuntos” secuestradores que en su mayoría se desechaban de inmediato por la inverosimilitud de sus planteamientos y condiciones, otras los condujeron a pistas falsas e incluso a pagar alguna cantidad de “rescate”. El colmo fue que se llegó a detener y encarcelar a dos personas que supuestamente habían secuestrado y matado a Maria, todo por la denuncia de un “vivales” que inventó una historia verosímil y que en el colmo del cinismo se convirtió en una “estrella” de los programas de telebasura que se regodeaban con el caso entrevistando a este sujeto en repetidas ocasiones.

Mientras tanto Maria permaneció secuestrada, sin bañarse y haciendo sus necesidades en un cubo que le retiraban de vez en cuando, solo tenía como compañía una radio que en el colmo del absurdo le permitía seguir las peripecias de su caso, llevándola a un estado inconcebible de desesperación y al borde de la locura, solo podía intercambiar algunas palabras con su carcelero Sebastià.

Al final, aunque sobrevivió al secuestro, tuvo que esperar cinco años para que los secuestradores fueran detenidos y otros cuatro para juzgarlos. 

Carles Porta hizo una excelente y concienzuda labor de investigación para escribir este libro, entrevistó a todos los involucrados e indagó todos los archivos, desnudo radicalmente todos los errores y omisiones que ocurrieron en este caso, principalmente el cómo a pesar de tener casi desde un principio evidencias de quienes eran los culpables, se desdeñaron pruebas y se archivaron en una lucha de egos entre los responsables de la investigación.

También muestra uno de los lados más vergonzosos de nuestra sociedad en el que se sacrifica la verdad en aras del suceso escandaloso y publicitario en el que no se duda en fabricar o condenar mediáticamente culpables, sacrificándolos en el altar del rating y donde la verdad es lo que menos importa (cualquier parecido con nuestra realidad, no es coincidencia).

Este libro a pesar de que ya sabemos de antemano hechos y resolución, se lee como una excelente novela policiaca, con una historia dramática y profundamente humana, que se convierte en un espejo en el que seguramente veremos reflejados muchos de los vicios como carencias sociales de nuestra realidad y de las instituciones encargadas de procuración de justicia.

Es una excelente y muy recomendable lectura para estos tiempos (todavía) de pandemia.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

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