La sombra del miedo 

Gerardo Pérez Escutia

Imagínense estar en un pequeño poblado pesquero de unos 1,500 habitantes, arrinconado entre un fiordo y unas colosales montañas al borde del Océano Ártico al norte de Islandia, en pleno invierno, con solo cuatro horas de luz al día y temperaturas que llegan a los menos 20 grados centígrados. 

Difícilmente podemos concebir un lugar más aislado e inhóspito, un pueblo perpetuamente golpeado por las fuerzas de la naturaleza, con gran parte del año en penumbras, y tormentas de nieve colosales, un lugar duro e inclemente hasta para los propios islandeses curtidos en estos climas desaforados.

Este es el escenario en el que se desarrolla la novela que reseñamos el día de hoy, se trata de La sombra del miedo (Editorial Planeta, 2019) de Ragnar Jónasson (1976, Reikiavik Islandia), un escritor y abogado que desde los 17 años cuando trabajaba de traductor al islandés de las novelas de Ágatha Christie y posteriormente escribió el libro que reseñamos hoy, el primero de la serie Islandia Negra, que cuenta también con los títulos La muerte blanca (2020), Niebla en el alma (2021) y La noche eterna (2022). Esta serie se ha publicado con gran éxito en 30 países y cuenta con dos millones de lectores, además pronto la veremos como serie en TV.

Ari Thór es un joven policía ex estudiante de teología que perdió el interés en su carrera y se vio tentado por el trabajo policial, hay algo en de ello que le fascina, vive con su novia Kristín en Reikiavik, a sus 24 años aún no encuentra lugar para ejercer su profesión, ha enviado solicitudes a diferentes pueblos y localidades y aún no hay respuesta. En un momento en que se siente especialmente desilusionado, recibe una llamada en su móvil de un hombre con una voz atronadora, es Tómas jefe de la policía de Siglufjördur para ofrecerle un puesto en el departamento de policía del pueblo pesquero en el extremo norte de Islandia, ante la presión de Tomás y su situación de incertidumbre laboral decide de inmediato aceptar la oferta, aún sin consultar con su pareja, lo que a la postre lamentará.

Ragnar Jónasson

Aún con el disgusto de Kristin a cuestas, Ari se traslada a su nuevo puesto de trabajo en Siglufjördur. Desde el traslado se da cuenta que se dirige a un sitio singular y muy aislado, por tierra solo es accesible a través de un viejo túnel que en invierno queda bloqueado por las nevadas, sin embargo, su entusiasmo y expectativas vencen cualquier consideración y asume su nuevo puesto con entusiasmo.

Siglufjördur es un pueblo pequeño y lejano, por lo mismo todos se conocen y algunos veladamente se odian, conspiran entre sí bajo un aparente manto de placidez ya que los delitos son casi inexistentes y la gente no pone seguro a su puerta, aunque existe0n rencores y agravios larvados a través de los años.

Ari Thór, a quien de inmediato le endilgaron el mote del “reverendo” por sus estudios en teología, trata de adaptarse e integrarse a ese mundo claustrofóbico al que ha llegado, se dispone a pasar unos dos años de tranquilidad y abulia integrándose lo mejor que puede al pueblo cuando de repente todo se trastorna.

En el pueblo hay una pequeña compañía de teatro que es a la vez lugar de esparcimiento y centro comunitario, en el intermedio de uno de los ensayos para la nueva obra, muere de una caída accidental Hrólfur, uno de los prohombres del pueblo, laureado escritor que en su juventud fue gloria de las letras islandesas y ya en su vejez pasaba sus días entre sus libros y la dirección de la compañía de teatro del pueblo. Ari sospecha que hay algo más que un simple accidente y comienza a investigar a contrapelo de las órdenes de Tomás.

A los pocos días Linda, actriz principal de la obra, es atacada en su casa y queda gravemente herida, de inmediato Karl, quien es su esposo y también actor, se convierte en el principal sospechoso y en este momento todo se va complicando, ya que surgen otros personajes cercanos a Hrólfur y Linda que también pueden estar involucrados.

El autor va desarrollando una trama que juega con un grupo de personajes cercanos entre sí, que guardan secretos añejos y que además tienen de una u otra manera motivos para ser los autores de ambos delitos. Ari se involucra obsesivamente en los casos, olvidándose de Kristín en Reikiavik y echando por la borda su relación de pareja entra en una espiral angustiante y autodestructiva.

La trama avanza y vamos descubriendo los secretos que esconden los habitantes del pueblo, al mismo tiempo el invierno avanza y sus tormentas de nieve encierran a la gente aislándolos del mundo con la ominosa sensación de tener uno o más asesinos entre ellos, todos sospechan de todos, Ari también lucha contra su jefe Tomás, quien quisiera echar tierra en el asunto y proseguirá con su sosegada vida sin culpas y ni contratiempos.

El autor nos mete en un mundo aislado y frío, nos transmite los códigos culturales que rigen en este lejano lugar y va convirtiendo la historia en una trama oscura y claustrofóbica en la que nada es lo evidente, y en la que todo está a punto de explotar. Al final la historia tiene un desenlace inesperado y todo cobra sentido, mientras aún seguimos sintiendo el rigor del invierno de este lejano y bello sitio.

Quizá una de las razones por las que me gusta tanto la novela negra nórdica es que nos lleva a parajes fríos, aislados, con muy poca densidad de población, totalmente diferentes a nuestro entorno cotidiano y esa otredad nos pone en un ánimo sosegado y propicio para la reflexión, muy receptivo al misterio que emana de estas historias, que aunque lejanas geográfica y culturalmente, logran conectarnos con la dimensión humana de sus personajes y así nos identificamos con ellos, aceptando sin cortapisas el pacto íntimo que se establece entre el autor y el lector.

Una novela que se mueve en un mundo muy frío, ideal para estos tórridos tiempos, la recomiendo mucho.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.

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