Las victorias de Victoria

Caliche Caroma

Yo soy la única de cara redonda,
de rasgos indios, morenos
en la facultad, el taller, la clase
la única que se atreve a enfrentarte.
Gloria Anzaldúa

Quedamos a las tres y media en el Clavijero, a las tres veinticinco los mensajes de whatsapp: “Llego diez minutos tarde, en camino”. Está sentada en los escalones de la recepción del centro cultural, luce un vestido negro con un rojo corazón al centro, dice que no es de los que ella diseña y vende; grandes aretes, ballerina del mismo color que el corazón, chamarra negra. Al principio de la entrevista trae lentes, luego se los quita: “Mi nombre es Victoria Equihua Hernández, nací el 20 de febrero de 1996, una lluviosa tarde, era martes. Mi familia es de Capula y se dedica a otras actividades diferentes a la alfarería”. Estamos con una mujer que ha dado mucho de qué hablar en los últimos meses, en los siguientes párrafos nos aproximamos a su ser, una existencia que tiene como centro la palabra, la poesía en voz alta.

Victoria Equihua no es precisamente amante de las fotos, lo confiesa, pero al poco tiempo, después de andar por las salas, entre las obras de arte que en esta ocasión sirven de fondo, se relaja y fluye ante la cámara y las preguntas: “Soy costurera, estudié teatro y hago poesía. Las escuelas y yo no nos llevamos, no les caigo bien, no me caen bien, estuve dos años en Literatura Intercultural de la ENES; había cosas que no me gustaban y tampoco era tan buena alumna. Simplemente dejé de ir. Cegada, engañada por la creencia generalizada (si terminas una carrera y te gradúas, tendrás un trabajo), estudié la licenciatura en teatro de la Facultad de Bellas Artes de la UMSNH. A duras penas me gradué en junio pasado”.

Sobre la poesía, la lectura, lo legible y lecturable: “Leemos un montón de cosas diariamente. Los carteles, las calles, lo que la gente escribe en facebook, ésta es una de mis principales lecturas, diarias, cotidianas. He leído, porque me he clavado en esto, sobre educación disidente. Leo a más morras que antes, mi poeta favorita de los últimos meses es Gloria Anzaldúa”. Con algo de pena, Victoria comparte el secreto de sus primeros libros, sus primeros poemas: “Mi mamá, cuando tenía tiempo, nos leía El álbum del oro del declamador universal, tiene que ver con lo oral, la lectura en voz alta y todo eso; me acuerdo que estaban en ese libro poemas como Mi Cristo roto, El seminarista de los ojos negros, El brindis del bohemio, creo que éste fue mi primer acercamiento con la poesía”.

La activista, esa Victoria que apoya los movimientos organizados de las morras, contra el acoso, contra la violencia. En algunas ocasiones le ha tocado confrontar a las autoridades universitarias y estatales, sabiendo que es peligroso ser una luchadora social en este país, una época difícil para las mujeres, sobretodo, para las que dan la cara y alzan la voz: “Somos una población, no sé si decir vulnerable, pero que sí estamos en resistencia. Yo sí me asumo como mujer de pueblo, aunque estemos cerca (de Morelia); me asumo, también, como joven, ser joven ahorita es todo un reto por las condiciones precarias en las que nos encontramos los que habitamos la ciudad”.

Continúa con el tema de la participación política, participa desde donde ella decidió hacerlo: “Creo que está cabrón ser mujer. Ser, reconocerte en resistencia. No una resistencia de ir contra todo. Una resistencia desde el acto de la vida. Decidir vivir, un día más, a pesar de las condiciones precarias, la discriminación y la violencia; la resistencia desde el decidir vivir y hacer. Qué es lo que me mueve hoy. Qué razones hay para seguir. Vamos buscando razones, motivos que reactualicen nuestra esperanza, esto lo saqué de una frase, no recuerdo de quién es. Lo importante es lo de la reactualización de la esperanza. El arte nos da esas razones para vivir, el que estemos creando, sin tener idea de porqué lo estamos haciendo; desmenuzar estas cuestiones, preguntarnos qué es lo que vale la pena, qué lo que le da valor a este seguir existiendo desde el mismo arte, cuál es el valor de la creación, o si vale la pena el simple acto de resistir y hacer arte”, cada vez más diserta, Victoria se encuentra en su elemento, emocionada, lo que quiere decir que es una persona comprometida con su discurso y su acto, sabe y siente lo que habla.

Leer en voz alta, los motivos para hacerlo: “Porqué compartir, de manera oral, lo que escribimos. Bueno, creo que cuando escribimos hay un espectador imaginario, suponemos que alguien nos leerá, aunque sea nosotros mismos, pero tiene que ser leído, escuchado, porque así el texto adquiere vida. En la lectura en voz alta nos confrontamos a nosotros mismos, a lo que somos. Mis primeras lecturas en voz alta fueron en el ámbito académico, en la escuela. He leído en espacios en donde más gente leía lo que escribía, allí con los otros, terminas por escucharte a ti y lo que tú haces, reconocerte entre los demás, eso es importante”.

Equihua se fue adentrando y posicionando en los encuentros de improvisación y lectura que organizan otras escritoras en Michoacán, comenzó casi de cero y llegó a ser la representante del estado en esta disciplina en donde el arrebato y la fuerza, así como la sinceridad y la imaginación, juegan un papel fundamental: “(Hola, Caro, te amo) El Slam de Poesía para Morras surge en Morelia en 2018, el primero es en febrero de ese año, mi cumpleaños es en febrero. Yo conocí a Carolina Herrejón por esas fechas. Caro organiza los encuentros aquí en Morelia, ella me invitó al primero, pero no fui. A mí me cuesta mucho compartir mi lectura, tuve que darle muchas vueltas hasta que llegué a la pregunta, ¿qué pasa si sí comparto lo que escribo? Cuando compartes, les das vida a tus textos. En el segundo slam participé. Estaba muy nerviosa, yo no sabía mucho de spoken word, conocía lo que había visto en la escuela. Me dio seguridad el hecho de que era un espacio sólo para mujeres, gané esa vez. Yo no quería competir, sino compartir. Después pasé a una liga estatal, la final fue mixta. Gané también”, Victoria aún se sonroja al hablar de sus victorias.

Ganadora del Slam Nacional MX 2019, concurso que reúne a muchas ligas de slam poetry de todo el país, muchas de éstas mixtas, Victoria cuenta algo de la experiencia que vivió del 20 a 23 de noviembre de este año en la ciudad capital: “Cuatro días dura este slam, vas pasando las rondas, ganas y pasas a la otra, se rifan los lugares. En total hice siete textos para este encuentro. Adecué mi lectura al contexto, porque tenemos una responsabilidad con el público que nos escucha. Cómo utilizo el espacio, qué quiero decir y cómo lo quiero decir. No creo en la pureza del texto, así que modifiqué lo que leí”.

Un poco de la poesía que la llevó a conquistar la CDMX y con la que viajará al mundial del Slam en París: “Victoria/Me llamo victoria/Y hoy estoy asustada/Este es el nombre de mi abuela/Ella me lo puso para que su tristeza siga con vida Victoria/Es mi abuela/Hoy ella tiene canas/Hoy ella es un silencio rompiendo la noche/Ella es la leche que alimenta los campos/Hoy ella tiene leucemia/Se abre su piel/Le duele la espalda/Le cuesta comer/Me abraza y me cuenta que yo soy su mundo/Me abraza y en su pecho suena el mar/Me abraza y sale el sol/Me abraza”.

Tenía que llegar el adiós, hasta luego, el fin. Ante una lista de palabras (muy comunes y cursivas), Victoria respondió con lo primero que se le vino a la mente, así nos acercamos a la mujer que escribe, diseña y estudia; la chica que duda y se posiciona, la que representa y es el colectivo: “Comida: tengo hambre. Mujer: una mujer con hambre. Política: mujer. Arte: resistencia. Poesía: insistencia. Morelia: entorno aparentemente no conflictivo. Moda (vestido): te da de comer, es un oficio. Familia: sanar-sanamiento-sanarse. Belleza: resignificarla-reapropiarla. Amistad: La amistad o el valor de la amistad puede estar romantizado, pero ahora me doy cuenta que la amistad es importante, como acompañamiento en este pinche mundo culero. Alguien o alguienes que están contigo, porque por equis o ye razón se encontraron en el mundo y ahora luchan, resisten juntas. Pienso en mis amigas, las amigas te salvan”.

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