Más que humano

Caliche Caroma

(El siguiente texto lo escribí en 2015, fue adaptado por Eduardo Solís Marín para orquesta de cámara y órgano, se estrenó ese mismo año en el Festival Internacional de Órgano de Morelia «Alfonso Vega Núñez». Para documentarme, leí varias obras sobre Vasco de Quiroga, en especial lo escrito por J. B. Warren. Lo redacté en primera persona, como si el Primer obispo de Michoacán hablara desde el presente, después de ver en lo que se ha convertido su utopía. Soy consciente de la polémica en la que se encuentra Vasco de Quiroga, polémica que no es nueva, desde su interpretación de Tomás Moro hasta el sometimiento de los purépechas, sin embargo, quise tomar la ingenuidad del personaje histórico y partir de ahí. Esto fue lo que salió.) 

Hablo yo, varón ilustre y más que humano. La transformación racional de la ciudad es urgente. Sin destruir hay que pacificar. Renovarse: un nuevo mundo es posible. Es el tiempo de todos los tiempos. Regresemos a la Edad de Oro, el camino apenas comienza, ¿por qué creer en la oscuridad de la mentira? La verdad es lumbre, fuego que calienta.

Siento que las cosas han perdido el rumbo, se han desviado, los atajos no han sido los mejores, la perversión ha ganado terreno. El hombre es esclavo del hombre, el desprecio de sí mismo se ha generalizado, le ha dado la civilización la espalda a las ideas, ha despreciado la razón. Y los más desprotegidos, nuestros pobres, nuestros hermanos desamparados, son los que sufren más. ¡Es suficiente ya! El dolor tiene que terminar… Por eso el Hospital, la hospitalidad, el abrazo. Tengo fe en que las cosas cambien: Cambiarán.

La utopía es aquí y ahora. Platón nos enseñó que el mundo de las ideas y la realidad pueden ser uno y el mismo, pero hay que esforzarse. La conexión es activa, es una acción transformadora y creativa. Tomás Moro imaginó una sociedad armónicamente constituida, como la música, hay que ejecutar su partitura, tocar las fibras más sensibles de esta sociedad que, lo veo, se destruye. Escuchemos a los grandes, no están muertos, dialoguemos con ellos, la historia no es arriba ni abajo, izquierda o derecha, la historia es el instante.

La confianza que me dio Zumárraga se materializó en Santa Fe de la Laguna, porque tuve la voluntad de hacer las cosas. Sé que no soy perfecto, pero soy perfectible, al igual que mis hermanos todos; me equivoco, sí, pero del error aprendo y me levanto con más bríos, con la fuerza inextinguible de la esperanza. Nada me detiene, porque estoy vivo, respiro en cada uno de ustedes, soy su corazón y su cerebro.

El humanismo verdadero se encuentra en aquel que denuncia la injusticia, el humanismo está presenta en aquel que hace suyo el reclamo. Hoy más que nunca se necesitan, urgen, verdaderos humanos preocupados por sus semejantes. Soy el que escucha. Soy el de la vida sencilla, vivo con poco, un pedazo de pan, una sábana limpia… Abrazo al que llora, curo al enfermo. Porque el cristianismo tiene como fundamento el amor al prójimo, debemos partir de aquí, sé que las cosas serán diferentes si no olvidamos este precepto.

La violencia nos habita, es cierto, es parte de este ser escindido que somos, sólo aceptando la batalla interna cambiáremos al mundo, el sol volverá a brillar dentro de nosotros. Soy Vasco de Quiroga y lloro, porque en esta tierra dejé mi alma y ahora es pisoteada por la estulticia generalizada, el saqueo no sólo es pecuniario, también es cultural. ¿Qué se puede hacer? Todo se puede hacer, la utopía es aquí y ahora. El humanismo levanta la mano y yo sigo vivo, resistiendo.

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