Misa negra

Horacio Cano Camacho

A mi me encanta la novela negra con tintes históricos y si se sitúa en la Edad Media o alrededores, mejor. El Nombre de la Rosa puso estándares muy altos y es difícil acercársele. Pero hay varios autores que no se atemorizan con Umberto Eco y se han convertido en referentes por derecho propio del subgénero. Ya hemos comentado en este Bufete negro libros de Hervé Le Corre o de Niklas Natt och Dag. Hoy vamos a presentar a otro francés, Olivier Barde-Cabuçon, un abogado, director de Recursos Humanos de varias empresas automovilísticas, pero apasionado de la literatura y la historia, quien ya se hizo de un nombre en el noir histórico.

Su primera novela traducida al español por Siruela fue Casanova y la mujer sin rostro, en donde presenta  al Señor de Volnay, Comisario de las muertes extrañas en París, en 1759. Dos años antes, un joven muy educado, opositor de la monarquía, recto y severo, aunque con una vida sombría, desde niño y abandonado por su padre, se hace miembro de la Hermandad de la Serpiente, una organización clandestina dedicada al conocimiento y la búsqueda de la justicia. Por azar, salva al Rey Luis XV de la muerte en un atentado perpetrado por sus enemigos y este, agradecido, crea para él un cargo en la policía de la ciudad, a las ordenes directas del Señor de Sartine, lugarteniente general de policía, en el Châtelet.  

Este extraño cargo le permite a nuestro comisario investigar toda una serie de crímenes que ocurren en la ciudad y sobre los que se ofrecen, tanto en el gobierno como en la vox populi cualquier explicación fantástica y sobrenatural. Volnay es un tipo racionalista, escéptico y versado en lo que luego será conocido como método científico, herramientas que pondrá al servicio de los casos que indaga. En sus aventuras es acompañado por un monje extraño, hereje y ejemplo también del pensamiento escéptico y capacidad analítica; de gran simpatía generada por su rebeldía.

Olivier Barde-Cabuçon

En Misa negra (Siruela), regresa el comisario de las muertes extrañas en un caso muy complejo: en diciembre de 1759, aparece el cuerpo desnudo de una adolescente sobre una tumba de un cementerio parisino. La pareja de Volnay y el monje son llamados a investigar por un serie de indicios de una muerte extraña. Las únicas pistas que encuentran son una hostia negra, unos cirios igualmente negros, un crucifijo colocado de cabeza y una huellas de pasos.

Nuestros protagonistas usan toda su capacidad de análisis para comenzar a descubrir las señales de un sacrificio ritual con ramificaciones muy complejas con la corte y los altos niveles de la nobleza. A la pareja de “investigadores” se les unirá Helena, una mujer aún más enigmática, impuesta por el mismo Señor de Sartine y de quien se sospechas hará de informante del lugarteniente general. Helena es un gran personaje, culta, valiente, hermosa y de una actitud decidida que plantea muchas preguntas al monje, quien poco a poco se siente atraído por ella, para disgusto del comisario.

El trio de detectives ira desentrañando, a través de la observación, la recopilación de evidencias  en el lugar del crimen, hasta las autopsias y el conocimiento que ya van aportando las nuevas ciencias -aún muy influenciadas por elementos mágicos- pero que ya anuncian su indiscutible ventaja sobre las creencias y prejuicios que usa la policía como único “método” (las delaciones, el espionaje y la tortura), un caso con ramificaciones religiosas, las creencias populares y anclado en el centro del poder político de Francia, al tiempo que va describiendo una sociedad repleta de injusticias soportadas por una superestructura ideológica y religiosa que sostiene el status quo.

La novela es un recorrido apasionante por un París en decadencia total, que presagia ya el advenimiento de la Revolución. El Señor de Volnay mira al poder desde la ilustración y vaticina ya su inminente caída. La saga del comisario de las muertes extrañas nos introduce de lleno en una época muy apasionante en donde se enfrentan la superchería, el fanatismo, incluyendo el religioso, con la razón y el pensamiento crítico.

Ambos libros están llenos de referencias a la época, los mitos, las descripción de la ciudad y la sociedad de entonces, en donde los rituales “paganos”, las absurdas prácticas de “satanismo”, por extremas que sean, se explican como intentos de rebelión,  de separarse del poder y en yugo de la iglesias católica y es ese contexto son investigadas por nuestros protagonistas. Todo con un humor muy sutil, “pagano” diría yo. Ambas novelas se complementan a la perfección, pero Misa negra despliega ya las habilidades narrativas del autor y su conocimiento del mundo que describe con descripciones muy exhaustivas de la época y las creencias y prácticas populares.

Si le gusta este subgénero de novela negra histórica, Misa negra es un excelente regalo, si le gusta la historia, puede ser un motivo para que conozca también a la novela negra. Es un ejemplo de lo mejor de ambos mundos. Anímese.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.

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