Mitomaniacos

Livier Fernández Topete

Ni optimismo, ni pesimismo, lo primero carece de objetividad y lo segundo de lo mismo; lo primero tiene el color rojo de la exacerbación que lo mancha todo de ilusiones; lo segundo empaña la mirada con su gris, amarga la boca con su severidad que casi parece soberbia o regodeo disfrazados de realismo. Ni optimismo, ni pesimismo, ambos son las mentiras más infecciosas que nos hemos contado los mexicanos.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.


Imagen de portada: Anita Jankovic en Unsplash

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