Niñas, niños y Elba Rodríguez

Caliche Caroma

Estamos en la casa de Elba Rodríguez Ávalos, ahora vive en Prados Verdes, en una casa pequeña, pero llena de cuadros y olor a galletas recién horneadas que hace su hija Lluvia: “Siempre viví en casas grandes, pero ahora me tocó ésta, ni modo”. Mientras uno de sus gatos, Marcel, mira celoso a la nueva gatita blanca que come nerviosa, Elba nos platica que nació en Guadalajara, Jalisco, la fecha del nacimiento queda como un misterio, no preguntamos, para qué. Llegó a Morelia a los 8 años: “Esta ciudad me asumió, me adoptó, siento que éste es mi espacio”. Comenzó a componer y a cantar a esta edad. Artista multifacética que ha hecho de su talento y carisma un regalo para chicos y grandes.

El corazón de Elba está con los chiquillos; aquí, con ellos, ha encontrado el haber sido que ríe a carcajadas, hacer canciones y literatura y radio y todo para niños: “Ha sido un regocijo, de verdad que recuperas tu niñez, recuperas la niñez de mucha gente; y sobretodo una inocencia amorosa. Casi siempre los adultos nos referimos a aquel sufrimiento de la niñez: el abandono del papá, el abandono de la mamá, pero no es real, la gente adulta nos obliga a construir algo que ni recordamos. Lo que fue de nuestra memoria amorosa lo hemos olvidado: ver nubes, su formación y transformación, la gota de agua en la hoja, cómo salta el chapulín, cómo caminan las hormigas, sus hileras, con esta memoria amorosa, de la infancia, te vuelves una persona más cuidadosa con todas las formas de vida”.

A principios de los años 80s, escuchó y vio a la cantante Amparo Ochoa con el grupo Zazhil, esto pasó en la escuela de sus hijos los mayores, cuando vivió en Puebla. Se preguntó a sí misma y así se respondió: “¿Podría hacer yo eso? Me dediqué desde entonces a componer canciones infantiles. En 1985 le di un vuelco a mi carrera, dije niñas y niños, no más. Para los adultos hay mucha gente cantando. Me di cuenta de que se requería más que las canciones, por eso hice prensa, radio, televisión”.   

Transmitiendo en vivo y a todo color

Su andar por los medios de comunicación es un alegre baile que invita a hacer la ronda y adivina adivinador, historia de las sonrisas: “Me invitan de Cambio de Michoacán a hace el primer suplemento del estado dedicado a los niños, en 1993, este suplemento se llamó Cambio de los Niños, aparecía los viernes, el caricaturista Malo decía que era el suplemento infantil más leído por los adultos. Duró seis años, hasta 1999. No nos pagaban, daban cualquier cosa, que era con lo que yo me movía. Sin embargo, fue una gran alegría llegar y trabajar con niñas y niños. Mucha gente colaboró de buena voluntad, además en esa época yo impartía talleres de arte en escuelas, de ahí sacaba copioso material, poesía, cuentos, canciones, dibujos. Un año antes había comenzado con el programa de radio Cuento con todos, 1992, colaboraban mis hijas Yoda y Lluvia. 25 años al aire de este programa del Sistema Michoacano de Radio y Televisión (SMRTv), con esto ya había puesto mi granito de arena, tampoco pagaban; decidí finalizar, por varios motivos, entre ellos porque en el Sistema separaron AM y FM, con contenidos diferentes, fue una locura”.

Elba Rodríguez habla de su entrenamiento, lagartijas y abdominales en ondas hertzianas: “Yo me formé con José Luis Rodríguez Ávalos, mi hermano, él formó a mucha gente en muchos campos. En 1979 narré la inauguración de Ciudad Universitaria de la UMSNH, por Radio Nicolaita. Desde 1985 conduje varios programas infantiles, misceláneas, entre otros. Después, Virgilio Caballero me invita a Quintana Roo, 1987, me voy a hacer televisión con él, surgió Chichan Paal, palabras mayas que quieren decir niño pequeño, este programa de televisión lo hacíamos en las comunidades indígenas, componíamos al aire, en vivo, tomábamos los recursos de la imaginación; los niños eran capaces de crear tantas cosas increíbles, papalotes, por ejemplo, hablaban por teléfono otros pequeñines para decir que les gustaba el color del papalote, que no veían con los ojos”.   

Esa vihuela que chilla

Aunque no están separados, la música que hizo y hace Elba Rodríguez se encuentra llena de colaboraciones, la música como un ejercicio colectivo: “No estoy de acuerdo con eso de la importancia del que canta y que sólo lleva su guitarrista u otros instrumentistas para acompañar, yo creo que todos los músicos, tanto el que canta como el que toca el tambor, son importantes”.

Cantó junto a otro de sus hermanos canciones de Bob Dylan, Beatles, trova, canción humorística, folclor y las de Lucha Reyes, luego ya comenzó a fijarse más en la música de estas tierras michoacanas: “Estuve en un ensamble con el Dueto Gabán, cantábamos con Raúl Eduardo González y también zapateábamos. Con el Dueto Zacán grabamos el disco Uátsï Sapichu. Con Fito Favela duré seis años tocando y haciendo radio. En una grabación, que titulé Huachito, canté al lado de la Bola Suriana. Estos discos contienen valonas, pirekuas, sones planecos y terracalentanos, que yo compuse».  

“Mi disquera es Pentagrama, donde Óscar Chávez es socio mayoritario, soy artista exclusiva de ellos. Hicimos blues con los niños de una primaria, estas canciones las grabamos con Chris Sánchez Blues Band, son canciones sobre sus miedos escritas con mucho humor; por cuestiones administrativas de la Secum este disco no se maquiló, pero sí tengo la grabación, espero que el disco salga algún día. Sigo cantando para niños y niñas en las escuelas, a través de la Dirección de Educación Artística y Desarrollo Cultural. Sigo componiendo”.

El escenario como recurso

A los 14 años estudió teatro en los Talleres Libres de la Escuela de Bellas Artes, hoy Facultad. Muy joven, formaba parte del Colectivo Artístico de Morelia, que fundó uno de sus hermanos, el varias veces mencionado José Luis; se presentaron con teatro en las cárceles, tutelar de menores, asilos, colonias más necesitadas, etcétera: “Hicimos teatro con mi hermano José Luis, con los hermanos del Río, Salvador Molina (Revista El Centavo), René Andrade, Alejandro Delgado, muchos más. Yo utilizo el teatro para mi espectáculo, invito a los niños para que vean que no es tan difícil. Escribo obras. Sigo haciendo teatro cuando presento mis talleres, como un recurso. Le he dicho a José Luis que regresemos al teatro, ya se extraña”.  

Cantocuento

Los libros han sido parte medular de ese universo en donde Elba funge como demiurga: “Estuve trabajando en el Exconvento de Tiripetío cinco años, de ahí salió un libro que no me acuerdo como se llama. Luego salió otro de cuentos que publiqué con Cambio de Michoacán. Hablaba de la sorprendente naturaleza. De Corre, Trenecito, Corre se publicaron las canciones y los cuentos que nacieron de las canciones. Lo mío es el cantocuento. Mis investigaciones que hice en el campo de la tradición oral las publiqué con la UMSNH, se llamó Canto Niño. En 2008 obtengo el premio de poesía en el Centro Occidente con Nubes y Otros Sueños (Secum/La Rana), poesía infantil con ilustraciones de Miguel Carmona Virgen. Tengo varios poemarios inéditos y una novela que se llama Las erres, Renata y las erres, algo así. Yo comencé a cantar porque una maestra me animó a hacerlo, principalmente porque ella detectó que me costaba mucho trabajo pronunciar la erre, como a muchos niños, me sigue costando trabajo”.

La muerte no existe

Como última parte en esta entrevista que podría ser cien veces más grande, Elba tiene tanto para contar, sus reflexiones y experiencias a propósito del decir adiós, ¿o es hasta pronto?: “En 2008 me voy a estudiar tanatología. Me doy cuenta de que hay muchos niños y niñas que se enferman, van a enfrentar la muerte y, como bien lo dijo Elisabeth Kübler-Ross, no tienen miedo de morir. Las personas adultas sí nos preocupamos más por el tema de la muerte. Con Yoda nos vamos al Hospital Infantil para llevarles el canto, cuento, dibujos, teatro. Es una situación muy especial”.

“Estudié algo de hipnosis, estudios que dejé truncos por el fallecimiento de Alberto Navarrete, este excelente músico, guitarrista clásico, laudero (segundo a nivel nacional), físico, maestro, entonces Alberto fue otra de las personas que tocó conmigo. Hago esto de la tanatología para entender los procesos del duelo”.

“Recuerdo mucho una imagen que me gusta, en donde no existe la muerte: si vemos una nube que se convierte en agua, alimenta el campo, es el nutriente de un manzano, la nube está en la manzana, nos comemos la manzana y la nube ya está en nosotros como parte de nuestro cuerpo. Todos estos seres que se han ido, siguen vivos, porque habitan en tu corazón, en tu mente. Honras a las personas que mueren a través de ser feliz tú mismo. Si tú te mueres, vas a querer que los que se queden estén felices.  Es una de las cosas que serían importantes que todos revisáramos. La tanatología me hizo consciente de que la muerte no existe, no como el sufrimiento y el llanto. Cuando yo me muera, voy a querer que ustedes sean felices, se quedan mis obras con ustedes. Me iré feliz de haber tocado muchos corazones infantiles”.

Discos:

Corre, Trenecito, Corre (1990)
El duende de los caminos (1991)
Huachito (1999)
Uátsï Sapichu (2000)
¡A viajar se ha dicho! (2009)

Un cuento:

La rana con flauta

Un libro inédito (ilustrado por Yoda y Miguel Carmona):

Los cien pies del ciempies

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