Perros y lobos

Gerardo Pérez Escutia 

Franck acaba de salir de prisión luego de pasar cinco años preso por un atraco que realizó con su hermano Fabien, se siente particularmente satisfecho, ya que nunca “cantó”, nunca lo delató a él ni a los otros cómplices, ahora piensa disfrutar del dinero producto del atraco que quedó a resguardo de su hermano. Sale con todo el ímpetu y ansia del recluso que quiere comer, beber, follar, todo aquello que no ha podido hacer por su estancia en el talego, potenciado por sus 26 años de edad.

Espera que pase Fabien a recogerlo pero en su lugar llega Jessica, la pareja de su hermano, una guapa morena que desde el primer vistazo impacta a Franck, ya que exuda una sensualidad animal acentuada por su escasa ropa y por el calor agobiante de la época del año en La Gironda; para justificar su presencia la chica argumenta que Fabien, quien está en España, le ha pedido pasar por él para ofrecerle hospedaje durante unas semanas hasta su regreso.

Así comienza la novela que reseñamos en esta entrega del Bufete negro, se trata de Perros y lobos (Penguin Random House,2018), de Herbé le Corre (Burdeos,1955).

Herbé le Corre

De este autor ya hemos reseñado dos obras: Bajo las llamas y Después de la guerra, ambas excelentes, que se pueden catalogar dentro de la novela negra histórica, aunque en esta ocasión se aleja de los temas históricos y nos presenta un thriller descarnado y brutal que se desarrolla en la Gironda rural, al sur de Francia.

Jessica lleva a Franck a su casa donde vive con sus padres, su pequeña hija Rachel y un enorme e intimidante perro que atemoriza a su invitado con un miedo cerval al percibir la hostilidad del animal, además de la actitud desconfiada y hosca con que lo reciben los padres de la joven.

Esta peculiar familia vive en una situación entre la delincuencia y la pobreza, el padre de Jessica es un viejo sarmentoso que arregla autos pero no siempre legales, hace trapicheos, trabajos menores con gitanos y serbios; la madre es una “bruja”, maledicente y desagradable que a ratos trabaja como cajera y en residencias de ancianos; Rachel es una niña retraída, casi autista y su presencia es lo único que da cierta cohesión a esta familia de seres desarraigados, derrotados y amorales, que serían el equivalente francés de lo que llamamos white trash.

Jessica con su actitud desinhibida y provocativa lleva a Franck a un estado de excitación casi insoportable, por otro lado la ausencia de su hermano mayor y su falta de comunicación lo tienen desconcertado como ansioso, pues intuye que algo le ocultan y que esta familia parece ser más torcida y siniestra de lo que parecen.

Con estos elementos el autor construye una historia agobiante, la ausencia de Fabien es el misterio que detona una serie de eventos en una espiral perversa arrastrando a todos los personajes de la novela. Por las páginas —además de la familia de Jessica— desfilan integrantes de las mafias del sur de Francia, en donde serbios , gitanos y locales se disputan el mercado de la droga en la Gironda, donde no hay código de honor que se respete.

Franck al indagar sobre el paradero de su hermano encuentra varios cabos sueltos, al mismo tiempo cae en un bucle de erotismo culposo y agobiante, en donde Jessica lo manipula perversamente.

Herbé le Corre con absoluta maestría, retrata una zona de Francia depauperada y violenta, con personajes al límite que sobreviven entre la droga y el crimen, en donde la sexualidad y el erotismo son moneda de cambio y recurso de sobrevivencia, no hay concesiones morales ni situaciones edulcoradas, todo en la historia es duro, seco, descarnado y cada vez va subiendo más la intensidad del dramatismo.

Al avanzar la trama, Franck se involucra poco a poco con Jessica y su familia, se ve obligado a romper su promesa de mantenerse al margen de cualquier actividad ilícita y como si pelara una cebolla, va descubriendo capas de nuevos misterios y facetas en la comunidad en la que cayó, solo lo mantiene firme su deseo de encontrar a su hermano y recuperar el botín del atraco por el que estuvo en prisión.

La historia discurre en el verano del sur de Francia, con un calor denso y húmedo que se convierte en protagonista al ser parte del caldo de cultivo malsano en el que se mueven los personajes, en donde surgen los bajos instintos y emociones primarias, “los perros se convierten en lobos”, y poco a poco salen a la luz los verdaderos motivos de la ausencia de Fabien, y al final, la historia culmina con una intensidad digna de la mejor road movie consolidando a su autor como uno de los mejores escritores del noir francés.

Novela trepidante, con alta carga de erotismo sin romanticismo, totalmente carnal, pletórico de piel, sudor e instinto. Atrévanse.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

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