Ulises FonMadri: Ráfagas de viajeros

Ulises FonMadri

Alguna vez fuimos casas y templos para hombres color tierra, pero luego otros del mismo color nos quemaron, llegaron otros más, casi tan pálidos como las nubes, que nos maldijeron y abandonaron; la lluvia, las aves y ardillas fueron nuestra compañía por centurias, mientras el pasto y el musgo nos cobijaron por completo. Así estuvimos hasta que otros hombres nos volvieron a mirar, sin la añoranza del hogar ni el odio, con otra expresión, una que no conocíamos bien.

Vienen todo el tiempo, pero sobre todo en el verano, ya que al inicio y durante el invierno son pocos. Desde el mediodía hasta el anochecer, los visitantes recorren con  botas de montaña los mismos senderos pedregosos que los de antes recorrieron con calzados opulentos y ornamentados, en sandalias simples o sencillamente descalzos.

Ahora los visitantes nos admiran y captan en fotos cada vestigio nuestro sobreviviente en medio del bosque. Los hay de diferente clase: desde los que van con ropas viejas, calzado desgastado y grandes mochilas al hombro, hasta quienes acuden de un modo más “elegante”, con pantalones de mezclilla, camisa, lentes oscuros y zapatos bien cuidados. Algunos caminan fascinados y en sus miradas se lee que imaginan el mundo antiguo, desvanecido en la luz de incontables amaneceres, pero a otros no les causamos gran cosa, al vernos consideran que somos piedra estéril.

Sabemos que más de uno desearía tomar nuestras rocas para guardar la textura que tocaron otras manos, ahora evaporadas por el correr incesante de los vientos, pero todos lo tienen prohibido, dicen que sus dedos, que sus manos pueden, por ligeras que parezcan, derruirlo todo igual que el viento.

Algunos son visitantes especiales: se consideran investigadores;además de botellas en sus mochilas, cargan instrumentos y cachivaches de toda clase, con los que miran y toman fragmentos de la estructura mediante sumo cuidado, casi como los habitantes de centurias pasadas: por sus ojos se deja ver la emoción de saberse sacerdotes, modernos portadores del conocimiento.

A ellos abriremos nuestros saberes, encerrados por tanto tiempo en nuestras células pétreas. Fueron para vivir, pensar y sentir mejor, para sanar y contar; es tanto por compartir que deseamos lleguen más de ellos, de algún modo convertirnos de nueva cuenta en hogar, refugio de la memoria antes que el viento termine de pulverizarnos.  

Pero llega otra clase de visitante, esporádico y altivo. Hay desdén en sus ojos, en su mirada y en el andar, no tocan nuestra piedra, la ven apenas, se van y regresan al poco tiempo. Construyen sobre la piedra antigua templos nuevos, lo llaman “Expendios de souvenirs”.

Todavía nos visitan los modernos sacerdotes, son pocos y extraen nuestro saber lentamente; al mismo tiempo, llegan fuertes ráfagas de viajeros casuales, nos acarician, insistentes, cada vez con más fuerza.


Ulises FonMadri (Guadalajara, Jalisco, 1987). Periodista cultural en la antigua Jornada Michoacán y en RedLab; también aprendiz de librero y escritor.

Loading

También le venimos ofreciendo:

Danos tu opinión: