Sinatra, Cobain y el suicidio

Caliche Caroma

“Two drifters / Off to see the world / There’s such / A lot of world to see / We’re after the same / Rainbow’s end / Waitin round the bend / My huckleberry friend / Moon river / And me”, estas letras en inglés son parte de la canción Moon River escrita por Audrey Hepburn e interpretada por Frank Sinatra, trata de dos amigos que salen a ver el mundo, disfrutan el arcoíris, se la pasan bien porque navegan por el río de la luna. En los remansos de este cauce celeste las reminiscencias a Las aventuras de Tom Sawyer, libro escrito por Mark Twain, uno de los amantes más fieles del Misisipi.

Y estas referencias se encuentran en No te preocupes, Ojos Azules, obra de teatro de Sergio Zurita que el director Juan Velasco montó en el Foro Eco, quizás la última puesta en escena del año que acaba con nosotros, 2020. Rodrigo Béjar como Frank Sinatra y Jesús Suárez es Kurt Cobain; el apoyo técnico de Abraham González y la producción de Sheyla Rodríguez. La última función es hoy, 17 de octubre, a las 20:30 horas. En el número 430 de la calle Nicolás Bravo, aún en el Centro de Morelia, cerca de Molino de Parras, un pequeño grupo de personas escucha el canto de Frank Sinatra, a quien apodaban Ojos Azules.

¿Quién puede hacer que un suicida para que aborte su plan principal? Se darán razones, opciones, que la vida es amor, las oportunidades, cargar la cruz que nos toca, la fama y los proyectos del porvenir, éstos y mil intentos más, si el suicida es consecuente, servirán para nada. De esto se trata No te preocupes, Ojos Azules. Frank Sinatra intenta convencer a Kurt Cobain para que no se pegue un tiro con la escopeta, pero Frank, ¿qué vas le vas a decir al chico?

Hirsuta la cosa, los encargos del señor son complicados. Cobain murió en el 1994 y Sinatra en 1998. Las anécdotas y la admiración que ambos se comparten, las coincidencias, ficticias o no, Frank también quiso suicidarse, pero fracasó, los ojos azules de Sinatra, de ese color es la portada de Nevermind, sus relaciones afectivas, de ambos, están lejos de lo saludable, en fin, whisky y eterno retorno: “Regresaré, por toda la eternidad, y fracasaré en el intento de evitar que te dispares. Pero esto es mejor que estar en el purgatorio, Yo también le tengo miedo a la soledad”. Parafraseo de memoria.

Obra ágil con diálogos humorísticos, filosóficos, parapsicológicos, psicoanalíticos, emos y machines. El director Juan Velasco utiliza pocos elementos en la escenografía, pero con esos pocos elementos nos lleva a la casa de Seattle, Washington, cuna del grunge, 5 de abril de 1994, la lámpara que parpadea, la silla y la planta, de espaldas el desarreglado joven, 27 años, se apunta con un rifle Remington…

Courtney Love, aunque no aparece en escena, es la protagonista de esta historia, sin olvidar a la pequeña Frances Bean, el dibujo infantil en la pared, otra hija sin padre. Tragicomedia que aborda un tema que sigue escandalizando a las buenas conciencias y sobre el que escribió David Hume, Émile Durkheim y Virginia Woolf. El suicidio tiene mala fama, No te preocupes, Ojos Azules invita a mirar con otros globos oculares la decisión de ponerle fin a la existencia por mano propia, ¿quién evitará que Kurt jale el gatillo?

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