Sólo se trata de celebrar el amor 

Beatriz Rojas

Azúcar, flores y muchos colores abrieron paso al largo, larguísimo contingente de más de 10 mil. Todo un séquito para decenas de reyes y reinas que lucían sus coronas desde lo alto. Rodeados de papelitos de colores, banderas, romanos-ángeles, jugadores de pelota, una quiceañera, muchos lomitos, bebés, niños, adultos, un unicornio de petate y uno inflable, un priista, morenistas, perredistas, un dinosaurio, más perros, parejas, policías y un conejo. 

-¿Y ésta qué significa? 

– ¿Y cuál es la tuya?  

– Pues no sé… No sé qué soy. 

Antes de la partida, un poco tarde de la hora anunciada, la confusión. Los jóvenes se arremolinaban en los puestos ambulantes de souvenirs de colores y las banderas de múltiples combinaciones. Difícil decisión.  

Encabezaban la marcha policías motorizados con sus respectivas banderitas y bandas en el brazo y toda la actitud. Se tomaban más selfies que los manifestantes y se vio a más de alguna bailando y cantando a la orilla de la marcha. 

“Y me solté el cabello, me vestí de reina, me pusé tacones, me pinté y era bella…” 

Apenas llegando a las Tarascas se descompuso la grúa donde viajaba el hermoso unicornio, pero no dejaron de fluir los papelitos de colores, las banderas y la gente y de repente la ciudad parecía otra y no esa Mochelia que se vuelca en comentarios homofóbicos en redes sociales, en las escuelas y en los trabajos.  

Eran cientos, miles, decenas de miles de familias de todos los tipos. A comparación de los 20 ó 30 que reúne el Frente Nacional por la Familia y pasaron desfilando, bailando y cantando frente al Congreso del Estado, que recientemente decidió reconocer sólo a las familias “tradicionales” al crear la Comisión de Desarrollo Integral de la Familia.  

Para variar, los diputados no estaban, así evitaron que la realidad les golpeara el rostro y no se enteraron de que hay papás gais, parejas de lesbianas, de bisexuales, transexuales, transgénero, familias con un sólo adulto y otras -muchísimas- que incluyen perritos… y un conejo.  

Pero sí hubo políticos en la marcha, hasta un contingente de “funcionarios”, encabezando la comitiva y uno más al fondo de un partido político. Algunos presentes por ser parte de la comunidad diversa, otros por sus circunstancias familiares y otros más por su agenda política. Todos caben, aunque simulen -ojalá no simulen-, el arcoíris contiene todos los colores. 

“Y a quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga. Yo soy así, y así seguiré…” 

La fiesta recorrió la avenida Madero y era contagiosa. A las orillas de la Madero se reunían curiosos de todas las edades, algunos no podían evitar cantar y bailar, otros pusieron su mejor poker face, semblante indescifrable, algunos empleados regalaban globos y banderas o en plena rebeldía sólo sonreían, aplaudían y daban la espalda a su lugar de trabajo.  

Desde los balcones había gente saludando el desfile multicolor y otros serios, parecían pensar “están enfermos”… “Y no es gripe, gordito”, les dirían. Unas señoras bailaban con derroche de energía, hasta que los saludos desde el carro de sonido de los strippers las cohibieron y sólo bailaron poquito.  

A diferencia del 8M, no se pudo divisar un sólo pañuelo celeste. Las señoras de la vela perpetua y los viejos lesbianos andarían camuflajeados, ocupados por su propia vida, si es que tienen, o en casa preocupados por la nueva película de Pixar.  

Todavía no caía la noche cuando ya los primeros contingentes llegaban a Palacio de Gobierno, en donde fueron recibidos con aplausos y porras de la CNTE- Poder de Base, que hicieron a un ladito su campamento para dejarlos pasar, aunque sin vehículos, y no ocultaron su emoción ante la fuerza de la comunidad diversa y sus aliados.  

“El que no brinque es puto” 

Lentamente se fueron congregando ante un escenario, al fondo de la calle, en donde se llamó a los niños y adolescentes a que se acercaran a explicar sus motivos para participar. 

Los niños saben 

– Vine porque no quiero que haya discriminación.  

– Vengo porque mi mamá es de la comunidad.  

– No tiene nada de malo ser gay, cada uno puede ser como quiera.  

– Tengo 15 años… yo soy parte de la comunidad.  

Sin complicarse, respondían y entre aplausos y brincos celebraron una propuesta de matrimonio de una joven a su novia y un niño gritó “chingue su madre el que no sea bisexual”.  

Faltan muchas, muchísimas cosas. Hoy siguen golpeando y asesinando personas sólo por ser quienes son, los mensajes de odio no paran ni siquiera en el mismo Congreso, los representantes populares LGBTTTIQ no representan más que a sí mismos -algunos ni siquiera se asumen como parte de la comunidad-. Faltan leyes, falta regulación, faltan tratamientos hormonales gratuitos, medicinas para el VIH, educación sexual, campañas de inclusión que contrarresten el odio… pero de eso se hablará después, porque de lo que se trata ahora es de celebrar el amor.  

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