Sobre Pistola de agua de Cristina Bello

Ángel Hurtado Lunes por la mañana. Visité a mis abuelos en su nueva casa, abuelo y yo preparamos chicharrón en salsa verde, preparamos a estas alturas, es más un decir para la escena donde él, recargado en su andadera, ordena el proceso culinario a seguir en la preparación del chicharrón en salsa verde y yo acato sus órdenes esperando modificar la receta a mi manera cada vez que se distrae. Abuela prepara café en su olla de peltre azul y calienta los frijoles y las tortillas. Mientras desayunamos le cuento…

Rosario Herrera Guido: Saludo a las mujeres

Rosario Herrera Guido 1Saludo a María argentina Minerva,Patricia Mercedes y Bélgica Adela.A las Hermanas Mirabal Reyesenamoradas de Neruda y Picassoultrajadas por el Tirano:el demente Rafael Trujillo. 2Condeno al vehemente Edipodeslumbrado por Minervasublime mariposaaplastada por la sátrapa pesadillaal lado de sus hermanas, familia y pueblo. 3¡Saludo su vueloque inmortaliza la rebelióncontra los amos del mundo! 4Saludo a Soraya Manutchehripor condenar la violencia milenaria.A los avergonzados pedruscosque no pueden derribar la Sharia«el camino a seguir»:la faz obscena de la ley.¡Que tire la primera culpael que se sienta libre de piedras! 5Saludo a…

25 Instantáneas de Cecilia Juárez o Dolor lejano de oír que te nombran

Héctor Alvarado Díaz 1. ¿Te asumes como parte de una generación? Soy parte de la generación espontánea. 2. ¿Los/as poetas jóvenes la tienen fácil? No creo, la neta. Pero yo ya estoy rufles (hace 5 años que ya no califico en la categoría de “jóvenes creadores”), así que no sé si aplique, igual la banda que reboza juventud te dice que la tienen fácil. Pero no creo que nunca la poesía haya sido un lugar fácil. 3. ¿Es complicado escribir y publicar fuera de CDMX? Sospecho que en estos lares…

Gabriela Mistral: La mujer fuerte

Gabriela Mistral Íntima Tú no oprimas mis manos. Llegará el duradero tiempo de reposar con mucho polvo y sombra en los entretejidos dedos. Y dirías: -«No puedo amarla, porque ya se desgranaron como mieses sus dedos.» Tú no beses mi boca. Vendrá el instante lleno de luz menguada, en que estaré sin labios sobre un mojado suelo. Y dirías: -«La amé, pero no puedo amarla más, ahora que no aspira el olor de retamas de mi beso. Y me angustiara oyéndote, y hablaras loco y ciego, que mi mano será…