Federico García Lorca: La sangre derramada

Federico García Lorca La sangre derramada ¡Que no quiero verla!Dile a la luna que venga,que no quiero ver la sangrede Ignacio sobre la arena.¡Que no quiero verla!La luna de par en par.Caballo de nubes quietas,y la plaza gris del sueñocon sauces en las barreras.¡Que no quiero verla!Que mi recuerdo se quema.¡Avisad a los jazminescon su blancura pequeña!¡Que no quiero verla!La vaca del viejo mundopasaba su triste lenguasobre un hocico de sangresderramadas en la arena,y los toros de Guisando,casi muerte y casi piedra,mugieron como dos sigloshartos de pisar la tierra.No.¡Que no…

Agustín García Calvo: Del relato de amor (Endecha 39)

Agustín García Calvo Paisaje de España Rilke, Toledo, Rilke.Ronda, Rilke, Ronda. Cortometraje No podemos fingir el dolor,el dolor nos finge a nosotros. A la manera de Cernuda La materia es de papel.El hombre es de papel.Los sueños son de papel y están escritos.Sólo el aire escapa a cualquier designio Del relato de amor (Endecha 39) ¿De dónde viene esa vozque me acosa y me hace preguntas?de lo que sé y lo que no.¡Qué lejos suena la música!Y quiere aún que responday que de mí nada le acuda.Bien, pues no, no…

Leopoldo María Panero: Himno a Satán

Leopoldo María Panero La poesía destruye al hombre… La poesía destruye al hombremientras los monos saltan de rama en ramabuscándose en vano a sí mismosen el sacrílego bosque de la vidalas palabras destruyen al hombre¡y las mujeres devoran cráneos con tanta hambrede vida!Sólo es hermoso el pájaro cuando mueredestruido por la poesía. Dedicatoria Más allá de dondeaún se esconde la vida, quedaun reino, queda cultivarcomo un rey su agonía,hacer florecer como un reinola sucia flor de la agonía:yo que todo lo prostituí, aún puedoprostituir mi muerte y hacerde mi cadáver…

Ben Clark: Contra la literatura

Ben Clark Hijos de la bonanza “Hijos de la bonanza” nos llamaban:los que no conocieron ni la hambrunani las agudas larvas de estridenciachillando en el oído por las bombas. Y cuando nuestras piernas tan delgadascaían y sangraban porque el parqueera de un hormigón armado y frío,se quedaban callados, observandonuestro llanto con un gesto de sorna. Debíamos vivir y dar las graciaspor la ocre rozadura en la gargantaque provocaba el aire al refugiarse.Agradecer las flechas de las nubesy que un fango lechoso a nuestros pies—en un último gesto agonizante—le mordiera las botas…

Chantal Maillard: No existe el infinito…

Chantal Maillard Un hombre es aplastado… Un hombre es aplastado. En este instante. Ahora. Un hombre es aplastado. Hay carne reventada, hay vísceras, líquidos que rezuman del camión y del cuerpo, máquinas que combinan sus esencias sobre el asfalto: extraña conjunción de metal y tejido, lo duro con su opuesto formando ideograma. El hombre se ha quebrado por la cintura y hace como una reverencia después de la función. Nadie asistió al inicio del drama y no interesa: lo que importa es ahora, este instante y la pared pintada de…