Todo asesinato es cobarde

Caliche Caroma

Apenas unos días antes asesinaron a Margarito Martínez en Tijuana, y en esta misma ciudad, afuera de su casa, fue asesinada Lourdes Maldonado. Margarito el 17 de enero y Lourdes el 23 del primer mes de 2022, a la mitad de estos dos crímenes sin resolver, mataron a José Luis Gamboa, en Veracruz. Los tres eran parte del gremio periodístico, pero hay que decirlo, cualquier asesinato es cobarde y no puede, no debe quedar impune.

Como en 2017, después del asesinato de Javier Valdez en Culiacán, periodistas, reporteros y comunicadores en general salieron a manifestarse este martes 25 de enero, no sólo en México, la inconformidad y la exigencia de justicia se replicó en otras partes del mundo. La protesta fue muy diferente en cada lugar, pero con una misma consigna: “No se mata (a) la verdad”.

El asesinato de Lourdes Maldonado se inscribe en el contexto de un litigio laboral por incumplimiento de pago y prestaciones contra el exgobernador de Baja California, Jaime Bonilla, pleito legal que Maldonado había ganado, apenas se disponía a tomar el mando de la agencia Primer Sistema de Noticias (PSN), de la cual era dueño Bonilla, cuando fue acribillada en su domicilio. Jaime Bonilla es el mismo de la “Ley Bonilla”, uno de los protegidos del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien dice que no hay razones para investigar Jaime Bonilla.

En Morelia, Michoacán, alrededor de una centena de trabajadores de la comunicación se dieron cita en la Plaza Melchor Ocampo del Centro Histórico. Prendieron velas, pusieron algunos carteles en el piso y leyeron un documento en el que dieron a conocer su posicionamiento. Periodistas entrevistando a periodistas, apresurándose a sacar la nota, la mejor toma, la opinión del que más sabe… Al final, algunos alzaron el brazo derecho, otros el izquierdo, puño cerrado, drones al aire.

Lo que se ha dicho en otros sitios de opinión y crítica, también aplica para la capital michoacana, muchos de los que estaban en la manifestación por los periodistas caídos, y que también estuvieron en 2017, han formado parte de los cotos de poder y pareciera que a veces sólo aparecen para salir en la fotografía. Como también se ha dicho en otros lugares, y se repite en el posicionamiento, los sueldos son paupérrimos, los dueños de los medios son los mismos políticos de los partidos gobernantes (o de oposición) y los que terminan desaparecidos o muertos son los más vulnerables:

“Michoacán participa también de la fatídica cifra. La lista lúgubre de periodistas asesinados y desaparecidos aquí (sic), suma 17 casos de 2006 a la fecha. En ninguno de ellos las investigaciones realizadas por las autoridades competentes han sido concluyentes y (han) permitido dar con los responsables”.

Los otros “periodistas”, los que no están en riesgo, han sabido andar por la senda de la genuflexión, escribiendo a discreción y siempre al lado, junto con pegado, de los gobernantes. Tienen sus noticieros, reciben sus buenos “convenios” y, por supuesto, hacen acto de presencia en estas manifestaciones. Pero como dijo el ejecutivo federal: “No somos iguales”.

Este medio, a pesar de que su perfil es de corte artístico-cultural, alza la voz contra estos asesinatos, es hora de que las autoridades abandonen sus oscuros pactos y que hagan su trabajo, o que renuncien; y también alzamos la voz contra los lobos que se disfrazan de ovejas, esos que quieren hacer creer a sus colegas que están con ellos, pero por detrás traen el cuchillo, porque como escribió Bertolt Brecht y reza el dicho popular, tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata.

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