Trilogía negra de Vigo

Gerardo Pérez Escutia

Leo Caldas es inspector de policía en Vigo, originario del puerto y gallego de cepa, es también un hombre solitario que gusta del buen jazz, del vino blanco y de los frutos del mar que tanto prestigio le han dado a su tierra. Es muy conocido en el lugar, ya que además de su labor como inspector de la policía, dos veces a la semana participa en un programa de radio “Patrulla de las ondas”, en el cual el público le llama para transmitirle quejas o denuncias susceptibles de ser tratadas o bien transmitidas a la autoridad municipal o a la policía local. Esta labor en particular le disgusta, la considera pérdida de tiempo e inútil su participación como una mera oficialía de quejas que reciben de vecinos denunciando el exceso de ruido de los bares por la noche, algún presunto abuso policiaco o cosas por el estilo, además el programa lo dirige “el fatuo” Santiago Lozada, hombre de voz engolada con desprecio a todo lo que no sea él mismo e insoportable a los ojos de Leo.

Leo tiene un ayudante, Rafael Estévez, un hombretón de casi dos metros de estatura y más de cien kilos de peso, todo en él es fuerza bruta y mal humor. Rafael es originario de Aragón y le ha costado mucho adaptarse al peculiar carácter gallego de Vigo que lo saca de quicio con frecuencia por el estilo que tienen de ser evasivos, contestar siempre con una pregunta y hacer rodeos interminables a todo asunto, esto lo ha llevado a episodios violentos y le ha creado cierta mala fama en la ciudad.

Leo y Rafael son los principales protagonistas de estas novelas que he dado en llamar Trilogía negra de Vigo, se trata de los libros Ojos de Agua (2006), La playa de los ahogados (2009) y El último barco (2019), de Domingo Villar (Vigo, España, 1971-2022), todos publicados por Siruela.

Domingo Villar

Domingo Villar nació y vivió en Vigo prácticamente toda su vida, es guionista tanto de cine como de televisión y especialista en gastronomía, labor que ejerció en la radio y en varias publicaciones, incursionó en la novela negra en 2006 con Ojos de Agua, logrando un éxito inusitado en España, con más 500 mil ejemplares vendidos, ha ganado varios premios y su obra se ha traducido a más de 15 idiomas. Su segundo libro La playa de los ahogados fue llevada al cine en 2015 y en 2019 se publicó el que sería su libro póstumo, ya que murió joven en este 2022, a los 51 años tras sufrir un infarto cerebral.

En Ojos de Agua el inspector y su ayudante se enfrentan a la investigación de un crimen bastante bizarro, se trata del asesinato de un joven saxofonista con unos peculiares “ojos de agua”, a quien mataron en un departamento de un lujoso complejo privado a orillas de la playa. Fue asesinado con una saña inusitada y con una técnica solo posible para un especialista en alguna rama de la medicina.

Leo y Rafael se ponen de lleno en la investigación, se adentran en el mundo nocturno de Vigo y van descubriendo una trama de secretos que involucra a gente muy notable de la ciudad, la historia da varias vueltas, se agotan las pistas que no conducen a nada, y al final se descubre al culpable en donde menos se espera.

La playa de los ahogados ocurre en Panxon, una playa cercana a Vigo, donde aparece el cadáver de un hombre maniatado que resulta ser un pescador conocido en la localidad, quien 15 años atrás fue sobreviviente de un naufragio en el que únicamente murió el capitán del barco y se salvaron los tres integrantes restantes de la tripulación. Leo y Rafael comienzan a investigar y descubren poco a poco coincidencias entre la muerte del pescador y dicho naufragio, además de la desaparición de una mujer por las mismas fechas. La trama en esta historia es más compleja que en el libro anterior e involucra a más personajes, los hilos de la investigación apuntan a varias direcciones y solamente hasta el final descubrimos el misterio que envuelve a ambos hechos.

En El último barco, la denuncia de la desaparición de Mónica Andrade, joven mujer ceramista que vive sola en una pequeña casa azul cercana a la playa al otro lado de la Ría de Vigo, es el detonante de esta historia, un caso que en apariencia no amerita mayores esfuerzos pero se convierte pronto en un dolor de cabeza para Leo. La mujer desaparecida es hija de un conocido cirujano de Vigo, el doctor Víctor Andrade, que por casualidad fue quien le salvó la vida a la esposa del jefe de Leo, el comisario Soto, quien se siente muy agradecido y comprometido con el doctor. En un acto de agradecimiento y compromiso ejerce presión desmedida sobre Leo y Rafael para encontrar a Mónica.

La investigación comienza y no hay señal alguna de violencia o delito que perseguir. Mónica es una mujer independiente de más de 30 años, al indagar con conocidos y vecinos no se encuentran indicios de delito alguno, sin embargo, la presión del doctor sobre el comisario Soto no ceja, y poco a poco van aflorando señales que apuntan a algo más que una desaparición o huida voluntaria. Se interroga a amigos, conocidos y se involucra a la policía de la vecina Portugal para su búsqueda, pero surge entonces una historia truculenta e inesperada.

Las tres novelas, aunque son casos independientes, se leen como una sola, se percibe la evolución en el oficio del autor tanto en la extensión de las historias como en la complejidad de las tramas ya que la primera novela no llega a las 300 páginas y la tercera ronda las mil.

Una característica que hace singular a esta trilogía es que al inicio de cada capítulo hay una palabra clave con sus significados, la cual buscamos en la historia y nos hace guiños como lectores.

Domingo Villar ha creado una obra de una factura excepcional, se le considera como uno de los más finos escritores de la novela negra española gracias a esta trilogía, donde cada pasaje se describe con una minuciosidad que raya en el preciosismo por la descripción de los lugares, la fisonomía de los personajes, el paisaje, el clima, la comida que, sin embargo y a despecho de ese nivel de detalle, la narración fluye fácilmente, en momentos sentimos como si estuviéramos en una lenta charla de café con un viejo amigo, donde nos estuviera narrando largamente una historia, con cercanía, familiaridad y sin excesos retóricos.

Otra característica de estas novelas es que el hilo conductor de las tramas se construye en gran medida con los diálogos entre los personajes, los cuales generan conjeturas que se van acumulando en la mente deductiva del inspector Caldas, como si fuera un puzzle que se va formando poco a poco que se convierten en tramas aparentemente sencillas pero se tornan historias muy complejas, donde todo tiene una razón y cada detalle ocupa un sitio en el engranaje de la narración, el autor mueve con maestría los hilos de los personajes y en todo momento nos mantiene al filo del sillón sin poder despegarnos del libro.

El otro gran protagonista de esta trilogía es el puerto de Vigo, su gente, sus calles, su comida y sus costumbres. El autor nos pinta un detallado fresco de esta región, donde el mar es dueño de los tiempos, afanes y temores de los personajes, su presencia apabullante se siente en cada capítulo de las tres novela, se oculta y revela detalles de la historia a cada momento.

Tres excelentes novelas, inteligentes, reposadas y con grandes dosis de humor, sin duda un remanso en estos tiempos tan complejos.

Los invito a leer a Domingo Villar.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.

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