Una pareja alucinante

Horacio Cano Camacho

Ya hemos platicado en este artefacto que la novela negra ha diversificado mucho su estilo, desde textos muy oscuros hasta el noir ambientalista. Parece haber de todo. Por ello quiero presentar a una autora que va describiendo los casos con mucho… sentido del humor. Y no es que sea comedia, sus casos son bastante serios y complejos, sus personajes muy sólidos, las tramas magníficamente construidas, pero de alguna manera su lectura te arranca sonrisas y se convierte en un texto muy ágil que devoras de una sentada.

Se trata de Dominique Sylvain, periodista y escritora de novela negra francesa (Thionville, Francia, 1957) que ha vivido saltando de su tierra natal a Japón, donde ha radicado. Este dato lo presento porque es indudable que ha abrevado de la cultura popular japonesa y oriental como el otaku, el manga y anime, los videojuegos, los tatuajes, el cosplay, y los masajes. Incluso varias de sus novelas tienen como escenario el Japón.

Dominique Sylvain

Ha diversificado su producción en series de varios personajes: Serie Ingrid y Lola, serie Louise Marvan, serie Bruce y otras novelas “sueltas”. Esta diversidad le permite explorar diversas temáticas y caracteres de sus personajes. Voy a comentar un poco de la más famosa, Ingrid y Lola y su primera novela de la serie El pasadizo del deseo. Esta novela es un viaje a París, desde luego al que nos imaginamos todos con su cocina refinada, moda, vinos, monumentos, Pigalle y su barrio rojo, pero también es un viaje a los submundos de la ciudad, la inmigración ilegal, que vive en la pobreza, la delincuencia y la discriminación, y otras subculturas que están allí, esas del cine gore o el manga de culto.

La novela (y la serie) comienza con la aparición de una joven muerta, con señales de una muerte ritual que recuerda a ciertas muñecas o personajes de colección (figma). La víctima compartía departamento con Jadiya Yunis, hija de magrebíes, mesera de profesión y que aspira a convertirse en actriz y Chloé, una chica regordeta, interprete del violoncello y de carácter muy frágil. La policía se anticipa a encontrar culpables y se centra en Jadiya y su novio, Maxime Duchamp, antiguo fotógrafo de guerra y chef de nueva profesión, cuya anterior esposa era una artista japonesa del manga de culto y coleccionista de muñecas y muerta años atrás en circunstancias no aclaradas.

Maxime tiene dos amigas circunstanciales, Ingrid Diesel, joven norteamericana radicada en París, masajista y enamorada secretamente de su cliente y Lola Jost, comisaria de policía, ya jubilada, cincuentona con sobrepeso, pero fan de la cocina y los vinos de Maxime. Una por amor platónico y la otra por la atracción de su cocina, unen esfuerzos para demostrar la inocencia del Chef y entre ellas se va desarrollando una insospechada amistad y lealtad. Todos los personajes viven en el mismo barrio y/o frecuentan los mismos espacios del “pasadizo del deseo”, un pasaje comercial (de esos muy comunes en esa ciudad) en donde lo único francés es la cocina de Maxime.

En el proceso, Lola va instruyendo a Ingrid y señalando como se lleva una investigación en serio, fuera de lo que dice el cine y la televisión: “…Porque tú sabes, Ingrid, que los asesinos inteligentes forman una especie extremadamente rara, al contrario de lo que quieren hacernos creer algunos guionistas apasionados. En realidad, el asesino es, a menudo, un estúpido” -¿Y los asesinos en serie?, pregunta Ingrid- “Más estúpidos todavía. Si no, ¿por qué habrían de meterse en complicaciones hasta el cuello y arriesgarse a dar con sus huesos en la cárcel, en lugar de aprovechar las alegrías -relativas, es cierto, pero con todo interesantes- de la existencia?”; “No, créeme, en este oficio los únicos criminales inteligentes que me he encontrado son los atracadores. Su motivo es muy claro. Se deletrea con seis letras: d-i-n-e-r-o. Su actividad exige un sentido de la estrategia y una organización a toda prueba».

Todo el libro tiene un tono divertido, con un desarrollo muy sencillo y a veces un poco fantasioso, pero que funciona muy bien. Ingrid es una chica muy guapa, sensual, hábil y muy arrojada y Lola es una cascarrabias ensimismada, pero que se mueve como pez en el agua en el mundo de la persecución del crimen. En el camino nos van presentando ese París lleno de contradicciones, entre la cultura, el buen vivir y los aspectos sórdidos de los barrios marginales y las mafias que explotan esta condición.

Un aspecto interesante es el repaso que hace, sin fines didácticos o morales, del cine gore y el manga. Son unas subculturas muy curiosas y que están en expansión. Ambas tienen adeptos y detractores por igual, pero es importante conocerlas e ir eliminando prejuicios. El cine gore no me gusta casi nada, pero el manga me parece un fenómeno literario muy interesante y la novela nos los presenta sin hacer juicios ni crear preconceptos.

Animate con Domineque Sylvain, luego de esta primera novela de la serie Lola e Ingrid le siguen La hija del Samurai, Muerte en el Sena, La ausencia del ogro, en español y Guerre sale y Ombres et soleil, aun no traducidas, además de 18 novelas más de sus otras series. Vale la pena para pasar la cuarentena de manera entretenida…

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

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