De anatemas y conciliaciones

Livier Fernández Topete La gente castiga (con su indiferencia, su palabrería cargada de rabia o alguna otra de sus incontables formas de tortura) cuando no estás del lado de sus pensamientos. Entre más dogmática, más incapaz de reconocer sus fracturas, más insensible, menos espacio para la incertidumbre, peor verdugo. Nunca sabremos cómo seremos interpretados, qué lecturas harán los otros de nuestros discursos, de nuestros actos, nos pasamos la vida fantaseando al respecto, intentando adivinar qué entienden los otros de nosotros, qué suponen, cómo nos ven. El riesgo que se corre…