Materia oscura: Autonomics

Edgar Chávez Hace dos años me sentía en la cima del mundo. Mi fortuna me permitía prescindir de autónomos, mantenía una congregación de lo más granado de la humanidad en ciencias, deportes y artes. Una población de doscientas personas, todas inteligentes, todas bellas, todas comprometidas con algo que llamábamos el renacentismo post-digital. Yo imaginaba esa comunidad como una Atenas moderna, vibrante y colorida, llena de una magia especial que nos hacía disfrutar del contacto constante, la creatividad y el ejercicio físico. Sin autónomos, debíamos cocinar, limpiar, cultivar alimentos, darles mantenimiento…