Materia oscura: La tienda del molino

Truman Capote La mujer miró a través de la ventana trasera de la tienda, absorta en los niños que jugaban alegremente en el agua luminosa del arroyo. El cielo estaba absolutamente limpio, y el sol del Sur caldeaba con intensidad la tierra. La mujer se secó el sudor de la frente con un pañuelo rojo. El agua, que discurría rauda sobre los brillantes cantos rodados del fondo del arroyo, parecía fría y tentadora. Si aquellos excursionistas no estuvieran allí abajo, pensó, juro que ahora mismo iba y me sentaba en…

Materia oscura: Historia completamente absurda

Giovanni Papini Hace unos cuantos días, mientras estaba escribiendo, con una ligera irritación, algunas de las más falsas páginas de mis memorias, oí llamar levemente a la puerta, pero no me levanté ni contesté. Los golpes eran demasiado débiles y no me gusta tener tratos con los tímidos. Al día siguiente, a la misma hora, oí llamar de nuevo y esta vez los golpes fueron más fuertes y más resueltos. Pero tampoco aquel día quise abrir, porque no me gustan nada los que se corrigen demasiado pronto. Al día siguiente,…

Materia oscura: La sala del piano

Ana María Shuá Todos los sábados el tío compraba juguetes para todos los sobrinos. También ponía sobrenombres feos: a Wálter lo llamaba Báter. Baterclós era inodoro. Pero ahora la palabra baterclós se usaba poco y Wálter intentó tímidamente acariciarle el brazo. Cuando se dio cuenta de que su roce no podía ser percibido, fue más fácil seguir con caricias largas y mecánicas en el brazo no canalizado. Pudo tomarle la mano, que estaba fresca pero no fría. ¿Todos los sábados? «Los del servicio médico son un ángel», le había dicho…

Materia oscura: El beso

Tommaso Landolfi El notario D., soltero y aún no viejo, pero malditamente tímido con las mujeres, apagó la luz y se dispuso a dormir, cuando sintió algo en los labios, algo parecido a un soplo o, más bien, como el roce de un ala. No le dio mayor importancia, podía ser el aire removido por el cobertor o bien una mariposilla nocturna, y en seguida concilio el sueño. Pero la noche siguiente tuvo la misma sensación, incluso más clara; en lugar de rozarle, aquel algo dejó sentir su peso por…

Materia oscura: Perfecto Luna

Elena Garro Tal vez serían las once y media de la noche, cuando Perfecto Luna pasó las últimas casas del pueblo. A esa hora ya todos dormían, y nadie notó su paso. Gracias a Dios había sido muy simple: levantar las trancas del almacén, husmear por la rendija y salir a la calle oscura. «Con tal que no roben, y que luego digan: miren al cabrón de Perfecto, se pasó a robar todo lo que halló en la tienda». Pero ¿qué otra cosa podía haber hecho? ¡No quería entregar su…

Materia oscura: El converso

Juan José Arreola Entre Dios y yo todo ha quedado resuelto desde el momento en que he aceptado sus condiciones. Renuncio a mis propósitos y doy por terminadas mis labores apostólicas. El infierno no podrá ser suprimido; toda obstinación de mi parte será inútil y contraproducente. Dios se ha mostrado en esto claro y definitivo, y ni siquiera me permitió llegar a las últimas proposiciones. Entre otros deberes, he contraído el de hacer volver atrás a mis discípulos. A los de la Tierra, se entiende. Los del infierno seguirán esperando…

Materia oscura: Otro cuento ruso

 Roberto Bolaño                                                                     Para Anselmo Sanjuán En  cierta ocasión,  después  de  discutir  con  un  amigo  acerca  de  la  identidad peregrina del arte,  Amalfitano  le  refirió  una  historia  que  a  él  le  contaron  en Barcelona. La historia versaba sobre un sorche de la División Azul española que combatió en la Segunda Guerra Mundial, en el frente ruso, más concretamente en el Grupo de Ejércitos Norte, en una zona cercana a Novgorod. El sorche era un sevillano bajito, delgado como un palillo y de ojos azules que por esas cosas de la…

Materia oscura: El hombre del túnel

Armonía Somers Iba saliendo de aquel maldito caño —un tubo de cemento de no más de cincuenta centímetros de diámetro en el que había tenido el coraje de meterme para atravesar la carretera— cuando lo conocí. Contaba entonces siete años. Eso explicará por qué, si es que se puede cruzar normalmente una senda, alguien pensara en la angosta alcantarilla como vía. Y que todo el sacrificio de aquel pasaje inaudito, agravado por la curva de la bóveda, fuese para nada, absolutamente para y por nada. Reptando a duras penas, oliendo…

Materia oscura: Los nueve mil millones de nombres de Dios

Arthur C. Clarke —Esta es una petición un tanto desacostumbrada —dijo el doctor Wagner, con lo que esperaba podría ser un comentario plausible—. Que yo recuerde, es la primera vez que alguien ha pedido una computadora de secuencia automática para un monasterio tibetano. No me gustaría mostrarme inquisitivo, pero me cuesta pensar que en su… ejem… establecimiento haya aplicaciones para semejante máquina. ¿Podría explicarme qué intentan hacer con ella? —Con mucho gusto —contestó el lama, arreglándose la túnica de seda y dejando cuidadosamente a un lado la regla de cálculo…

Materia oscura: No con una explosión

Damon Knight Pasaron diez  meses  después  de  que  Rolf  Smith  viera  el  último  avión.  Fue entonces cuando supo sin lugar a dudas que solo otro ser humano había sobrevivido. Se llamaba Louise Oliver y estaba sentada frente a él en la cafetería de unos grandes almacenes de Salt Lake City. Habían abierto una lata de salchichas de Viena y bebían café. Un  rayo  de  sol  se  colaba  por  el  vidrio  roto  de  una  ventana.  Era  como  una sentencia que caía sobre el sombrío ambiente de la sala. No se oía…