¡Qué fuerte!

Caliche Caroma

Mi proveedor de películas en la universidad fue El Guapo, al igual que yo, él también estudiaba filosofía, pero iba dos grados adelante. El Guapo me presentó a varios directores guarros, pero el que más me atrapó se llama Alex de la Iglesia, del que me gusta mucho su locura, léase como libertad desenfrenada y creativa, con la que este artista hace lo suyo. Y sí, la esquizofrenia define muy bien a Alex de la Iglesia, una de las muchas enfermedades mentales de las que se burla en sus filmes. Él mismo lo dice en una entrevista: “La demencia siempre me ha acompañado en mi vida”, en otro momento se define como alguien a quien le gustan las situaciones complicadas.

Lo primero que me recomendó mi dealer cinematográfico se llama Mirindas Asesinas (1991), cortometraje en donde aparece Alex Angulo, actor que acompañará a Alex de la Iglesia en varias de sus películas, Alex al cuadrado. La trama de este corto es muy sencilla, un tipo (Angulo) llega a un bar, pide una mirinda, «Dame una Mirinda”, el cantinero se la da y le cobra el refresco de naranja, situación que al cliente delgado, bajo de estatura, de lentes gruesos y vestido con una sotana o algo parecido le molesta. “Yo le dije que me diera una mirinda, no que me la cobrara, siempre pasa lo mismo”. Lo que sigue es el amante de las mirindas acribillando con una ametralladora al cantinero y a otros parroquianos. Hay varios muertos más, véanlo ustedes mismos:

Alex de la Iglesia nació en Bilbao, España, el 4 de diciembre de 1965, por aquello de los datos biográficos que ahora cualquiera puede encontrar con sólo poner el nombre del autor en cualquier buscador de la red. Ha dirigido casi las dos decenas de largometrajes, varias series de tv, cortos y quién sabe qué cosas más. De sus películas, una de las más famosas es Perdita Durango (1997), donde Javier Bardem es un santero y multidelincuente llamado Romero Dolorosa, pareja de la protagonista interpretada por Rossie Pérez. A mí me gusta mucho Acción Mutante (1993), en donde un grupo de feos y deformes personajes la hacen de terroristas, pues el mundo no puede estar dominado por las bellas y los guapos. Ciencia ficción más gore más secuestradores lisiados. ¡Qué fuerte!

Acción Mutante (1993)

Y hablando de ¡qué fuerte!, El día de la bestia. En esta película de 1995 actúa Alex Angulo, ¿se acuerdan de las mirindas?, le da vida a un catedrático de teología que tiene una importante misión, localizar y matar al hijo del diablo. El anticristo nacerá en Madrid dentro de muy poco. Si este niño (¿o niña, gemelos, cuates?) ve la luz en la tierra, la iglesia católica perderá la batalla, el mundo será reinado por Satanás, Moloch, Belcebú, et al.  La ciudad transpira crimen, ¿cómo dar con el paradero del malévolo bebé? Ángel Berriatúa, que así se llama el sacerdote, juntará a un pequeño equipo conformado por un metalero, José María (Santiago Segura), que se la pasa diciendo ¡qué fuerte! y un psíquico de la tv, Profesor Cavan (Armando de Razza). El soldado de dios se verá obligado a obrar mal, se comportará como un criminal, escuchará rock:

Mientras Ángel Berriatúa, nombre del sacerdote y catedrático de teología, realiza sus pesquisas satánicas, en la capital española un grupo de supremacistas blancos crea un movimiento llamado “Limpia Madrid”, que consiste en prenderles fuego a los indigentes. Algo así como dato curioso, digo curioso, pero debería haber escrito macabro, pues en la CDMX han aumentado los casos de personas en situación de calle incinerados por sujetos desconocidos: https://www.eluniversal.com.mx/metropoli/cdmx/pgj-no-descarta-limpieza-social-por-indigentes-calcinados-en-parque-lira ¡Fuerte!

Son un montón de títulos más de los que se antoja hablar, Crimen Ferpecto (2004), por ejemplo, es la historia de Rafael (Willy Toledo), empleado de una tienda departamental que asesina a su compañero y rival para obtener el puesto de gerente general. Él en Damas, el occiso en Caballeros. Parece que todo sale bien, pero las cosas se tuercen y termina como esclavo de una admiradora secreta que descubre su crimen, lo chantajea y, como ella es medio maniática, Rafael finge su propia muerte para escapar de Lourdes (Mónica Cervera), quien se vuelve rica con la “moda payaso”. O qué tal Las brujas de Zugarramurdi (2013), en donde unos asaltabancos huyen al bosque y se encuentran con unas brujas que los atacan, matan a algunos y los sobrevivientes son ofrecidos en sacrificio a la bruja alfa, una monstruosa mujer de más de cinco metros de altura. Su incursión en Hollywood con Los crímenes de Oxford (2008), que vi con El Guapo en un Festival Internacional de Cine de Morelia, me decepcionó a pesar de las actuaciones de Wittgenstein, John Hurt y Elijah Wood, pero tampoco se puede todo en esta vida. ¡Qué fuerte!

Crimen Ferpecto (2004)
El día de la bestia (1995)
Las brujas de Zugarramurdi (2013)
Los crímenes de Oxford (2008)

Termino con Balada triste de trompeta (2010), una película en la que salen muchos payasos, el título viene de una canción de Raphael. Carlos Areces se luce en el papel del payaso triste, el obeso Javier. Estamos en la última etapa del franquismo, los años setentas, un circo de escasos recursos será el escenario, con carpa, para que el payaso triste se enamore de la trapecista, Natalia (Carolina Bang). Ella es la novia del payaso tontín, Sergio, un golpeador profesional de mujeres y un mamarracho de primera. Natalia busca consuelo en Javier, pero el gordo tiene mala suerte. Le destrozan el corazón a Javier, pobre payaso triste, él le destroza la cara a Sergio. Triste le rebana el rostro al malvado tontín, como quien corta una gelatina. Luego huye, lo encuentran, un general franquista lo adopta como su perro y él decide, porque no puede estar más jodido, convertirse en un payaso asesino. ¡Tatatatá! Asistimos a la venganza de un tipo maquillado, mata a quien se le ponga enfrente porque la sociedad lo ha tratado mal, ¡muerte, muerte, muerte! La madre patria, elefantes y muchos asesinatos. ¡Qué fuerte!

Tampoco quiero contar aquí, mediante el fino arte del spoiler, toda la filmografía de Alex de la Iglesia, sólo quise compartir, como espectador, algo de lo mucho que me divierte el imaginario de este director que puede ser definido con dos palabras: ¡qué fuerte!

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