Que los muertos descansen en paz

Horacio Cano Camacho

La novela negra africana tiene particularidades que la hacen muy fresca y original. No solamente incorpora un análisis muy exhaustivo del contexto social, sino que también describe el ambiente del medio y las particularidades culturales de este mundo: música, cultura pop y una gran sensualidad en la descripción de los personajes «buenos».

Hoy, en este bufete negro, vamos a hablar de una autora contemporánea, Malla Nunn, que nació en Swazilandia, en el sur de África, ahora conocida oficialmente como el Reino de Eswatini. Malla es hija de madre blanca y padre nativo, y esto es importante aclararlo porque determina su manera de escribir y refleja una realidad muy particular. No es una suerte de folklore, de un blanco imaginando el ambiente del lado contrario. En Sudáfrica y Swazilandia, donde vivió de niña y adolescente, hasta hace muy poco, ser mestizo, negro, indio o blanco definía tu destino, y la literatura de Malla Nunn lo refleja claramente.

Malla Nunn

Ahora nos encontramos con su segundo libro, protagonizado por el detective Emmanuel Cooper, un hombre blanco de ascendencia británica e inspector de la Policía Judicial de Johannesburgo. El primer libro, que reseñamos anteriormente, nos presenta a Cooper luchando contra la policía política, el tristemente célebre Departamento de Seguridad del Partido Nacional, auténticos emuladores de los nazis. Emmanuel Cooper logra resolver un asesinato en el que el gobierno se empeña en culpar a un militante político del Congreso Nacional Africano con la intención de fusilarlo.

Esta victoria de Cooper es realmente su derrota, ya que debe renunciar a la policía e incluso cambiar su credencial de identidad étnica por la de mestizo, para evadir la venganza de esta agencia de represión y huir a la ciudad de Durban para trabajar en el puerto.

Se trata de Que los muertos descansen en paz (Siruela, 2012), el segundo libro de la saga. Cooper es contratado en secreto por su exjefe, director de la policía judicial de Johannesburgo Van Niekerk, también desplazado a Durban, para investigar de manera encubierta la corrupción en la policía del puerto, con la finalidad de tener cartas de negociación con sus nuevos subalternos.

En una de las misiones de vigilancia nocturna en el puerto, Cooper descubre el cuerpo de un niño asesinado de forma muy violenta. Junto a su cadáver degollado, hay un cuaderno que el niño usaba para anotar los encargos de comida y abarrotes que le hacían los habitantes de esa zona. La libreta contiene un mensaje, sin duda escrito por la víctima poco antes de morir: ¡Ayúdenme! Y Cooper decide investigar el caso de manera extraoficial y clandestina.

En esa misión, oculta a su antiguo jefe, Cooper penetra poco a poco en un mundo alucinante, donde se combina la segregación racial, la profunda hipocresía de los blancos y todos los vicios de ese mundo marcado por el racismo y el fascismo. Conoce a indios que se acuestan con blancas, blancos que usan a las prostitutas para comerciar con otros blancos y racistas dispuestos a matar a quien simplemente no les rinda culto y pleitesía.

Poco después de comenzar a indagar, Cooper se topa con dos nuevos asesinatos en circunstancias parecidas, pero esta vez, la policía sospecha de él como el autor de los crímenes. Ahora tendrá que resolver el caso sí o sí para escapar de la venganza del Departamento de Seguridad, que no desaprovechará la oportunidad de cobrarle la afrenta anterior.

Nuestro detective, venido a menos, se sumerge en los bajos fondos de Durban en busca de respuestas y descubre que los asesinatos son parte de una conspiración internacional por el control político de Sudáfrica. Inglaterra, Estados Unidos y Holanda pelean por el control económico y político del nuevo régimen y han montado un tinglado muy complejo para obtener ese poder. Con la presión de las nuevas leyes de segregación racial, el mundo se desmorona ante el nuevo orden, y Cooper deberá encontrar al asesino en una carrera a contrareloj, antes de que la policía lo encuentre a él.

Una novela apasionante, intensa, llena de descripciones sobre cómo se vive el apartheid a ras de tierra y todas las heridas que va abriendo por todos lados. Y si pensamos que la segregación y el racismo terminaron con la caída del Partido Nacional, nos llevaremos una sorpresa, ya que sus patrocinadores están más vivos y fuertes que nunca y donde menos lo imaginamos.

Horacio Cano Camacho

Profesor-Investigador de la UMSNH. Jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia y editor de la revista Saber Más. Le encanta leer casi todos los géneros, excepto de superación personal, coyuntura política y filosofía para triunfadores y buscadores del éxito. Le fascina la novela policiaca, de misterio y la novela negra, intenta sacar a varios del closet de la literatura del buen gusto. La novela negra dice le gusta porque allí los buenos suelen ganar…

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