Pasaye es el pueblo  

Caliche Caroma

La exposición O. R. 2022 de Miguel Rincón Pasaye reunió al más disímil de los públicos. Sucedió un 24 de mayo a las seis de la tarde, justos y pecadores se amontonaron afuera de las salas 8 y 9 del Centro Cultural Clavijero: “¡ora, no empujen!”. Del más beodo de los artistas a la titular del DIF estatal, variopinta multitud o del zurcido social. Entre los asistentes corría el rumor, ¿alcanzará para todos el vino y los bocadillos? La Secretaría de Cultura de Michoacán organizó esta muestra plástica en martes, todo indicaba que la Secum esperaba una afluencia moderada, pero no contaban con la popularidad del introvertido maestro Pasaye.  

En diciembre de 2016, la policía moreliana desalojó el Centro de Experimentación Plástica y Artística, mejor conocido como el C.E.P.A., antes terminal de camiones de la capital michoacana. En este lugar, en la calle Eduardo Ruiz, entre Valentín Gómez Farías y León Guzmán, donde ahora tienen sus oficinas esas mismas fuerzas del orden municipal, Jesús Moreno alias El Profe y Miguel Rincón Pasaye habían instalado, mediante el método de “okupas”, un museo heterodoxo donde confluían artistas de varias disciplinas y muy diversos estilos creativos. La mayoría de lo que allí se encontraba cuando la tira entró al lugar era de la autoría/propiedad de Pasaye: cuadros, esculturas, arte objeto, libros…

Cuando los policías morelianos declararon a los medios de comunicación sobre lo ocurrido aquel 4/5 de diciembre de 2016, pues el desalojo se dio en la madrugada, dijeron que encontraron bastante basura, refiriéndose a las obras de Pasaye. En la exposición del Clavijero del martes 24 de mayo de 2022, los discursos que trataron de definir lo realizado por Miguel Rincón coincidieron en que su estilo es “abstracto y expresionista”, una de las funcionarias aseguró que la obra de Pasaye la había conmovido hasta las lágrimas y subrayó el hecho de que “él es formador de muchos artistas en la entidad”. Los aplausos apoyaban los dichos o simplemente los apresuraban a terminar.

Miguel Rincón Pasaye da clases en la Facultad Popular de Bellas Artes de la UMSNH desde hace lustros, pinta como loco, es decir, mucho, hace escultura, recicla, experimenta y crea con lo que tiene a la mano, además corre maratones, escala montañas y él mismo pugnó antes las autoridades culturales para que esas salas del Clavijero, 8 y 9, fueran destinadas a los artistas michoacanos con trayectoria. Y ahora le tocó a él ser el laureado en este recinto moreliano que también sirve de salón de fiestas para las familias más pudientes de la antigua Valladolid.  

  1. R. 2022 ofrece al espectador trabajos en gran formato, no necesariamente cuadradas las pinturas, lo amorfo como arte (Cf. Bernardo Ortiz de Montellano), colores que luchan entre ellos para desafiar la atención de los ojos que los miran y que los ven; el gris se asoma por aquí y por allá, un amarillo Ocaranza, un rosa cantera o el azul panista, el trazo violento que acaricia el juicio de los pétalos de las rosas, la luz orada el pensamiento, el caleidoscopio como tunda de conceptos, los críticos de arte murmuran en los baños que esa escultura en realidad son cubetas y escobas.

“Maestro Pasaye, felicidades, es usted un capo, uno de los grandes, bien merecido se lo tiene, voy a venir otro día con más calma porque ahorita hay mucha gente, pero lo felicito, qué alegría me da acompañarlo”, las palabras de uno de los admiradores de Pasaye, el artista aludido es más bien contenido, pero en el fondo contento, alegre, feliz de ver a sus amigos y colegas juntos, y también a los enemigos y los detractores. Al final el clericó sí alcanzó para todos. Tocó, para (des)amenizar la ocasión, el Conjunto Regional Contemporáneo de Jorge Pointelin, acompañados de Edgar Mutt y sus saxofones mágicos. Pasaye regaló dibujos hechos en hojas de libreta, los folders color crema se presumían entre unos pocos, no todos alcanzaron, alrededor de 200 personas se dieron cita la tarde de ese martes. «Pasaye es el pueblo», dijo uno de los compañeros de generación del pintor nacido en Paracho, pero nadie más secundó el dicho.

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