La nena

Gerardo Pérez Escutia

“Nadie regresa indemne del infierno”
Inspectora Elena Blanco 

Dentro de las novedades editoriales que nos han llegado este verano está el libro: La nena (Penguin Random House, 2020.ISBN 9788420453965) de Carmen Mola (seudónimo de un autor o autora desconocidos, de origen español).

En este Bufete Negro ya habíamos reseñado hace casi un año el libro, La red purpura, segundo libro de la trilogía que rompió récords de ventas en España, y que consolidó a la inspectora Elena Blanco como uno de los personajes más originales y atractivos de la novela negra actual. Creímos entonces que difícilmente se podrían lograr cotas más altas de crudeza y violencia, como en esa negrísima historia, que además, tenía una estructura e intensidad que literalmente nos hizo devorar el libro. Ahora regresa la inspectora Elena Blanco, en una historia aún más extrema, violenta y adictiva, no apta para espíritus sensibles. Se trata de La nena, el último libro de quien se oculta bajo el seudónimo de Carmen Mola. 

Foto de Carmen Mola, por JEOSM

Después de su último caso en el que desmanteló la “red púrpura“, la Inspectora Elena Blanco, afectada física y psicológicamente, decide dejar su puesto y tomar un tiempo indefinido para ayudar en sus actividades “altruistas” a su rica y aristocrática madre, con quien mantiene una peculiar relación de amor-odio. La Brigada de Análisis de casos (BAC), cuerpo de élite de la policía española, queda ahora a cargo de la inspectora Francisca Olmo, a quien todos conocen como “Chesca”, una mujer dura e independiente, que poco a poco va llenando el hueco que dejó la inspectora Blanco, así como el respeto de sus compañeros y subalternos.

Chesca, ha quedado de verse con Ángel Zárate, su compañero de la Brigada con quien mantiene una relación, pero él de último momento, la deja plantada. Ella, igual, decide ira la noche del fin de año chino, en un barrio de Madrid, ahí conoce a un tipo atractivo con pinta oldie, afuera de un restaurante . El desconocido, se presenta como Julio, y la invita a su piso. Chesca, aún enojada por haber sido plantada por su pareja, y sintiendo una fuerte atracción, acepta la invitación. Entre las caricias, el vino y la seducción, comienza a sentir qué algo más los acompaña en la habitación, percibe gruñidos y un… ¿fuerte olor a cerdo?

Aquí es donde explota la trama, Chesca desaparece, y a raíz de ello, se pone en marcha toda la maquinaria de la BAC para localizarla. La Inspectora Elena Blanco, finalmente acepta coordinar al equipo de investigación movida por el lazo de amistad con la desaparecida. Ángel Zárate (también antiguo amante de Elena), encabeza el equipo con Reyes Rentero, nueva integrante de la BAC y quien tiene un aspecto andrógino producto de su auto definición como miembro del colectivo gender fluid, y Mariajo, la experta y sexagenaria hacker, pieza clave en la investigación de la red púrpura.

Es evidente que la autora se propuso narrar una historia en donde todos los involucrados dejaran la piel y las entrañas en la investigación, pues no se trata de encontrar y salvar a una desconocida sino a alguien de los suyos; les unen lazos profesionales, de amistad y pasionales. La autora no tiene ningún prejuicio en mostrar las relaciones que se tejen entre los personajes, los dota de una profundidad y cercanía que difícilmente se encuentran en el género. Otro aspecto que se agradece, es que en el detalle del proceso de la investigación no hay saltos ilógicos o atajos narrativos, el proceso de investigación y localización de Chesca, es detallado e impecable.

La autora crea una atmósfera realista en una de las historias más brutales que hemos leído, ya que la narración es literalmente un descenso a los abismos de la mente y del crimen, prolífica en imágenes, diálogos fuertes y situaciones al límite, en ocasiones difíciles de digerir. Pero no nos confundamos, no es literatura gore que se regodea de escenas sanguinolentas. La historia nos confronta a cada momento, a veces nos pone en el lugar del “cornudo” que ya no puede negar la evidencia, o te lleva a lugares que resultan insoportables aunque son cercanos y cotidianos.

Para mi como lector, es inevitable crear paralelismos, por momentos, esta novela me hizo recordar una de las películas que más me impactó en mi juventud, la clásica de Tobe Hooper Masacre en cadena; también me hizo recordar algunas escenas de Hannibal de Thomas Harris; y lo más escalofriante, me llevó a recordar historias de mi niñez, con personas desaparecidas y olvidadas en el medio rural; historias que seguro todos hemos conocido.

Lo que narra esta novela ha sucedido o está sucediendo en diversos lugares del mundo, por ello, le digo a los críticos que menosprecian este género: se den una vuelta por el mundo real con sus horrores y ya no verán el género negro con los mismos ojos.

PS. “Carmen Mola” es un seudónimo que escribe novelas impactantes y brutales, me hizo recordar la novela, Rey de Picas, escrita por la magnífica Joyce Carol Oates: Es la historia de un escritor pulcro, clásico y dueño de una sólida fama, que crea el seudónimo “Rey de picas“, para escribir historias extremas y sangrientas, utiliza un lenguaje que nunca se atrevería usar en los libros que firmaba con su verdadero nombre; a la postre este escritor fue engullido por el Rey de Picas, en una historia muy interesante que ya se reseñó en otra entrega de Bufete Negro.

Me pregunto: Atrás de Carmen Mola ¿no estará algún (o alguna) reputado escritor español -esto es evidente- tipo Arturo Pérez Reverte, Javier Marias o Rosa Montero? Algún día lo sabremos, si no es que antes acaba engullido por el éxito de Carmen Mola.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

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