La Babilonia, 1580

Gerardo Pérez Escutia

En esta entrega del Bufete negro, hablaremos nuevamente de novela negra histórica, pero esta vez nos transportaremos al Siglo de Oro español, cuando el imperio liderado por Felipe II afirmaba que en sus tierras “no se ponía el sol”. La obra en cuestión es La Babilonia, 1580 (Alfaguara, 2023), de Susana Martín Gijón (Sevilla, 1981), una prestigiada escritora española del género, reconocida por su exitosa saga protagonizada por la inspectora Camino Vargas (Progenie, Especie y Planeta). La novela que reseñaremos hoy marca su incursión en la novela negra histórica.

El escenario es Sevilla en el año 1580, la ciudad está inmersa en una euforia poco común, la flota real de Galeones de Su Majestad Felipe II, esta pronta para zarpar a las Indias. Sevilla, con su ubicación privilegiada a orillas del Guadalquivir, y cercana a la costa atlántica, es el puerto con mayor movimiento de la corona española.

Ha crecido enormemente gracias al comercio marítimo con las Indias, la vida licenciosa de los marineros y demás personajes que pululan por el puerto. A los ojos de la corona la ciudad ofrece una imagen próspera y piadosa, vigilada de cerca por el Santo Oficio que al otro lado del río, en el Castillo de Triana, erige su ominosa mole fungiendo como guardián de la virtud y como bastión contra la herejía reformista que se extiende por Europa.

Susana Martín Gijón

Sin embargo, Sevilla también guarda su otro rostro, el de un puerto licencioso donde cualquier viajero o marino puede saciar sus apetitos contenidos en largas travesías encerrados en barcos malolientes infestados de ratas y pulgas. Junto a la enorme tapia del convento de las Carmelitas Descalzas se encuentra la entrada a las mancebías, de donde destaca La Babilonia, lugar regenteado por el “Padre”, donde vive y ejerce Damiana alias «La Pájara, mujer de nariz ganchuda, tez oscura y formas voluptuosas, que a sus 19 años es la más popular entre los clientes que llegan al lugar.

Del otro lado de las mancebías, detrás de la tapia que separa el pecado de la virtud, y donde se encuentra el convento de las Carmelitas Descalzas, vive en clausura Sor Catalina, joven taciturna y amiga de la infancia de Damiana, cuyos destinos se unirán inexorable y trágicamente.

Días antes de la partida de la flota de galeones, unos borrachos trasnochados descubren en una casucha cerca del puerto el cadáver de una prostituta a quien le han arrancado el rostro a punta de navaja. La noticia corre como reguero de pólvora por la ciudad.

Eugenio de Ron es un hombre de nueve palmos de altura y de aspecto temible, con una enorme cicatriz que cruza por su rostro, se trata del piloto mayor de “La Soberbia”, nave capitana de la flota de galeones que se dispone a zarpar hacia las Indias, quienes llevan ya algunos días de retraso y aún no completan la tripulación necesaria para partir.

Eugenio se dirige apresuradamente hacia su galeón cuando un tumulto de gente llama su atención. Todos miran fijamente en el mascarón de proa, hacia ahí dirige su mirada y descubre que el mascarón está cubierto con un rostro humano, como si fuera una máscara blanca rodeada de una melena de fuego. Sus peores temores comienzan a materializarse, pues sabe a quién pertenece ese rostro, y comprende que no hay nada más supersticioso que un marino (tener un cadáver o restos humanos en el mascarón de la nave capitana es de muy mal fario) y esto le traerá más dificultades aún para zarpar a tiempo y se truncarán sus planes en las Indias.

Se corre la voz entre comerciantes y nobles que quieren incrementar su peculio en las Indias que la travesía está maldita, desesperados por la tardanza que se avecina, incrementan la oferta de la “soldada” mientras presionan al Cabildo para que esclarezca el crimen de la mujer desollada, no porque les interese la muerte de la prostituta sino para evitar las especulaciones sobre maldiciones y brujería, no vaya a ser que el santo oficio meta sus narices en el asunto.

Se incorporan diversos personajes interesantes y llenos de color: un grumete liberto zambo, un noble en bancarrota que apostó lo que le quedaba de su pecunio a la flota de Indias; un siniestro verdugo y torturador de la inquisición; la Madre Teresa de Jesús, patrona de las Carmelitas y un misterioso libro que contiene las memorias de un rey africano.

Los personajes se adentran en un torbellino de misterio y crimen. La historia refleja en detalle todas las obsesiones de la época como: la búsqueda de «El Dorado» en las Indias; los autos de fe de la inquisición en la España más oscura y brutal; el fantasma de la herejía protestante; el racismo y clasismo; la hipocresía de una sociedad que tiene un pie en el convento y otro en el prostíbulo, aunado a la enorme arrogancia de la corona española en todo su esplendor y poderío.

Nos adentramos en las calles como en las noches de una Sevilla sucia y supersticiosa de la mano de Damiana, mujer rebelde e indómita que esconde un misterio en el cuaderno que su padre le confió y que ella a su vez, le dio en resguardo a Sor Catalina porque ella nunca aprendió a leer.

Al paso de los días aparecen más cadáveres de personas asesinadas brutalmente cerca del puerto, pero debido a la presión del rey, nobles y comerciantes, logran zarpar con “La Soberbia“ a la cabeza de la flota, durante la travesía continúan las desventuras, entre el hacinamiento y la desconfianza, los protagonistas exhiben sus verdaderas caras mientras se va perfilando un inesperado y terrible desenlace de la novela.

La autora hace un retrato formidable de época, recrea con preciosismo el castellano que se hablaba en el siglo XVI, mientras nosotros, lectores asombrados, disfrutamos encontrar de ese lenguaje, lleno de metáforas, adjetivos y símiles religiosos, pero a la vez, brutalmente descriptivo y procaz.

Susana Martín Gijón pone en las estanterías una novela fruto de años de investigación, su lectura nos deja sin aliento, nos sumerge plenamente en la época y en la cultura que invadió las Indias, fusionando esos mundos que son simiento de nuestra realidad histórica actual. El relato nunca pierde tensión narrativa, y se disfruta plenamente como una novela negra del más alto calado.

Estoy seguro de que esta novela capturará cada vez más el interés de los lectores hispanohablantes, y se convertirá en lectura obligada en este 2023.

Gerardo Pérez Escutia

Un sobreviviente a un colegio Marista y UMSNH, sus empleos han sido diversos, desde Bell Boy en una compañía de seguros, hasta “Country Manager” en una multinacional, pasando por veterinario, agente de ventas; encargado de turno en una “Comunidad Terapéutica” y microempresario. Ha vivido en Morelia, Uruapan, Culiacán, Ciudad de México y actualmente radica en Guadalajara, Jalisco.

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