Apología del placer y la creatividad 

Ulises FonMadri

El proceso creativo, desde mi propia experiencia, me ha causado emociones positivas y negativas, ya que se trata de una situación que he vivido como algo más bien ambiguo, e incluso muchas veces pienso ¿para qué hacer estas mamadas?, una palabra coloquial que se puede vincular a cualquier cosa, como este escrito por ejemplo. 

Por supuesto, el acto de crear lo experimenta de un modo muy distinto cada individuo de acuerdo a sus propias características de personalidad y contexto. Entonces lo que señalé anteriormente es un problema personal… ¿o también lo vive usted que lee esto?. 

Y es que en ocasiones es inevitable la presencia de visiones y argumentos que entorpecen el proceso creativo. Posiblemente los mayores obstáculos a enfrentar son la ideología pragmática predominante, según la cual, toda actividad debe poseer, para ser válida, una utilidad inmediata y/o monetaria en la vida cotidiana de las personas. Considero que este criterio se aplica tanto a las artes como a la investigación científica, ya que hay campos como la astronomía que no escapan a esta inquisición. 

Lo anterior ha llevado a personas como Vicente Leñero a declarar que al momento de escribir, llegaban a experimentar un sentimiento de culpa o incluso vergüenza, no tanto por que la actividad en sí fuera deleznable, sino debido a que precisamente, no habría una remuneración inmediata, ni para él ni para los de su alrededor. En lo particular también lo he sentido, y suele haber reforzamientos negativos en el exterior.  

A propósito de esos reforzamientos negativos, recuerdo a un compañero de preparatoria, el cual no ocultaba su aversión hacia el campo del arte, por considerarlo poco práctico en la vida y desarrollo de la persona. Esta misma posición tiene muchos afectos dentro de nuestra sociedad y para muestra un botón: al viajar dentro de una combi de transporte público, no en Morelia sino en un pueblo que devastó sus bosques por el aguacate, escuché a un puberto decirle a sus amigos que dibujar no era de su gusto por considerarlo una pérdida de tiempo. 

Y sin embargo, la necesidad del ser humano por expresarse rompe con estas barreras. Entonces, me es posible señalar las contradicciones en las que caen algunas personas al tener devoción hacia el utilitarismo y, aún así, realizar cosas lúdicas y/o creativas. 

Para muestra otros botones: también en mi lejana época escolar, hubo otro muchacho que se quejó de sus clases en Historia del Arte al señalar que su maestra, al exponer las características del arte sacro “enseñaba puras mamadas”, fue el mismo que nos presumió poco después a un primo suyo como un “chingon”, pues tuvo el mérito de dibujar la catedral de un modo en el cual “le quedo bien chida”. De igual forma, hubo una muchacha que me expresó desagrado por la literatura al calificarla como aburrida, pero ella misma y sólo treinta minutos después, me confió su afición por escribir poemas de tipo surrealista, en donde “me veo saliendo de las tumbas en busca de las estrellas”. 

Por lo anterior, no puedo sino tomar una actitud diferente hacia la imposición del sentido práctico y monetario que, supuestamente, debe tener la vida y sus actividades. En parte, pienso, generado por un contexto en el que predomina el “pensamiento típicamente tercemundista”, como señaló el escritor turco Orhan Pamuk; pero creo que también es una posición que mucha gente se traga sin más, pues al denostar la expresión y el disfrute en el arte y otras actividades meramente lúdica, se niegan cuestiones constitutivas en el ser humano; pasa de la misma forma con las ciencias que no proporcionan “utilidades” inmediatas, pues con ello niegan la curiosidad de nuestra naturaleza y la necesidad de comprender el ser y al entorno.

El proceso en sí 

Así las cosas, puedo comentar diferentes aspectos en torno al proceso creativo, en específico el que se orienta hacia el campo del arte, ya que hay muchas actividades, como la ciencia, que también requieren de un buen grado de inventiva para llevarse a cabo. Excepto claro si se tiene una actividad estéril, de esas tan extendidas ahora como ser empleado de Knoneczo (escrito mal a propósito). Aunque, en sitios como ese también se requeriría de ser creativo para sacar algún magro provecho a expensas de las jornadas explotadoras, de empresas corruptas e inescrupulosas como la nombrada.  

Entonces, y para evitar esa tendencia tan natural en nuestra humanidad por lo negativo, haré primero un repaso de los aspectos edificantes. Como señalé antes, las vivencias son muy diferentes entre sí, del mismo modo que las motivaciones que llevan a cada persona a expresarse. Así, habrá quienes tengan una epifanía luego de ingerir psicotrópicos; en otros, su intelecto estará estimulado para hacer una resignificación, ya sea de un hecho, un descubrimiento o prácticamente cualquier cosa; puede surgir también como un análisis crítico sobre una cuestión específica, como la sociedad, algún episodio histórico o bien, el contexto de un grupo poblacional determinado; junto a las anteriores se encuentra la catarsis, tal vez la de mayor popularidad entre todas.

Pero sobre esta última no necesariamente hay que imaginar lágrimas derramadas luego de una decepción –lugar común por excelencia- ya que es un proceso que se da a partir de fuentes y procesos variados. Al respecto, puedo citar el ejemplo de Eko, artista visual cuyo trabajo conocí a través de Laberinto, quien se impulsó a través del descubrimiento de la sexualidad, pues para él, la masturbación constituyó una grata fuente de expresión, que empleó para iniciarse en el grabado y que muy probablemente le resultó más divertida que las lágrimas.

Por supuesto, el campo de la psicología no podía dejar de estudiar las estructuras mentales que conducen a la creación, de modo que ya existe un modelo, el cual se desarrolla de la siguiente forma: “Graham Wallas (1926) habla de pensamiento creativo, que es común al artista y al científico, éste último se propone la tarea de descubrir nuevos hechos y principios, en tanto que el artista busca la interpretación de cosas, relaciones o valores imaginarios.  Pero en ambos casos podemos seguir las cuatro fases de proceso: 1) preparación, 2) incubación, 3) iluminación y 4) verificación. 

La fase preparatoria comprende la percepción de un problema y la reunión de las  informaciones que a dicho problema se refieren. La fase de incubación es un tiempo  de espera, en que se busca inconscientemente una solución.  En la fase iluminativa  irrumpe de repente la solución mientras que la verificación hay un examen de la solución encontrada”.  (LANDAU, Erika, El vivir creativo, Barcelona, Editorial Herder, versión electrónica).

Ahora bien, hasta el momento he abogado por las distintas motivaciones y procesos necesarios para que ocurra la expresión artística, pero considero que existen elementos fundamentales para todo artista, a saber: la observación, entendida como una contemplación detenida; la empatía, esencial para crear, sentir y transmitir personajes, lugares, situaciones, atmósferas, en fin, universos enteros; así como la sensibilidad, para amalgamar los elementos externos e internos y transferirlos a un receptor a través de los diferentes canales artísticos. 

Sobre este último existen divergencias entre los campos de expresión que son considerados como parte de las bellas artes, de tal forma que hay quienes aún consideran a las expresiones clásicas como las únicas y entonces excluyen al cine o al cómic, mientras que otros defienden la existencia de hasta nueve tipos de arte. Sin embargo, esto ya es una cuestión que puede ser tratada con mayor amplitud en otro texto. 

Por otra parte, mucho se habla sobre los beneficios a largo plazo para el desarrollo individual y social que conlleva la cultura. Un ejemplo de esto es el de la ansiada liberación, algo que la escritora Verónica Murguía supo describir en estos términos: “la literatura va a volver rebeldes a las personas”.

Sin embargo, también es válida la cuestión de que se realice una actividad por el puro placer de hacerlo. Sí, el placer por el placer, una postura que antes y ahora asusta y escandaliza y lo seguirá haciendo por los siglos de los siglos, pero que es un valor buscado en forma constante, como gratificación en muchas actividades, y entre ellas por supuesto, el arte. Estas son mis posturas y queda lanzar la pregunta a usted que lee esto, ¿para ustedes, tiene algún valor lo que hacen aunque no sea estrictamente práctico o monetizable?


La literatura vuelve rebeldes a las personas, dice Verónica Murguía

LANDAU, Erika, El vivir creativo, Barcelona, Editorial Herder, versión electrónica.




Ulises FonMadri

Milenial tapatío de nacimiento pero moreliano por adopción.

He chambeado en medios (La Jornada, RedLab, El Sol de Morelia), en proyectos vinculados a lo educativo (Fotoviva, La Paleta de Dalí y Juguemos a Grabar), en el Festival de Música de Morelia, un poco en gobierno federal (FIRA) y una editorial cuyo nombre prefiero olvidar.

Tengo un perrito con el que camino kilómetros, plantas, me gusta escribir y dibujar pero lo mío mío es leer.

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