Livier Fernández Topete
En su nombre, puedes matar, pero te convertirás en esclavo. La hallarás avergonzada, queriendo desvanecer sus letras en el fondo de la publicidad. Te hablarán de ella como uno de los tesoros más preciados.
Pelearás por encontrarla cuando seas joven; siendo adulto la perderás entre sábanas matrimoniales; si tienes suerte, regresarás a ella cuando envejezcas, dejarás la puerta abierta para que llegue, te mecerás en una silla procurando al viento, acariciando con nostalgia aquellos años en los que la respiraste sin consciencia, te bastará con la humedad que deje el recuerdo en tus ojos, porque nadie te lo dijo, pero la libertad está hecha de mar y su sabor a sal es lo que nos permite conocerla.
Oportunistas harán de todo por venderla en el mercado en diferentes envases, en múltiples formas, colores y presentaciones, pagarás una y otra vez un precio que te acercará solo a su sombra.
El mundo te hablará de ella y verás con admiración su atuendo en los héroes de la historia. El mundo no te dirá cómo aferrarte a ella porque ella eres tú sin la ropa con la que te ha vestido la cultura.
Morirás quizá, sin haber conocido tu reflejo desde el rebote de su espejo.
Puedes rozarla al amar, pero el miedo y la culpa que heredaste te regresarán a tu sepulcro. Escucharás canciones, leerás libros en los que aparece su nombre como algo inmarcesible.
Te tocará discernir si se trata de quimera, de verdad o de muleta para transitar la vida, tu juicio te traerá ironía, sosiego o decadencia.
Su nombre querrá brotar en tu boca, hueco o flor germinarán de la tierra rosa de tu lengua.
Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.
