Moléculas

Ángel Hurtado

Todo era demasiado y me dolía
el más mínimo acorde, el color rojo.
Quise morir. He dicho. Quise.
Eso es suficiente a veces: querer algo.

Elisa Díaz Castelo

Advertencia:

En la mano con que escribo, sostengo tus vísceras, en este texto mis raíces, y, después de pincharme los dedos sobre las teclas sangro.

Molécula: Agrupación definida y ordenada de átomos que constituye la porción más pequeña de una sustancia pura y conserva todas sus propiedades.

¿Cómo es que la tristeza se convirtió en rutina, cómo es que llegó un día y nunca se fue? Se pregunta Yuritzi. La respuesta no siempre es un diagnóstico, las recetas pueden resultar contraproducentes. Lo cierto es que uno busca vaciar ese nudo atorado en la garganta, ya sea por medio de la escritura o de alguna soga que combine con el techo. Habitar en la nostalgia, en el dolor y la tristeza no es azul, no se arropa con un gran suéter tejido a mano, habitar en el dolor y la tristeza es buscar destruir cada molécula de lo que somos, de lo que alguien alguna vez nos dijo que somos, de la idea abstracta que tenemos del nosotros, de lo que siempre quise ser, y no pude, de lo que no seré por desición propia, de lo que fui…

En Moléculas para sobre/vivir habitamos un lugar húmedo, un rincón del mundo donde no importa qué tan sólos lleguemos a sentirnos, aquí hay un nosotros que se expande, porque si la palabra dolor la sientes tú también entonces no estoy sólo, no del todo. Pese a la palabra dolor, a la distancia, y a que todos los días llega la visita de una nueva herida estas moléculas gritan de amor, de una forma de amar muy personal y pasional. 

Quisiera poder decir que hace tiempo que no convivo con la tristeza, que la palabra dolor la utilizo únicamente para malestares físicos, lo cierto es que estos cambios constantes también me afligen, que suelo quebrarme a solas un par de veces por semana y la compañía me abruma, me marea. Lo cierto es que hace una semana murió mi gato, que los esfuerzos económicos y médicos no pudieron salvarlo, y si menciono esto es porque la palabra gato fue una parte fundamental en mi sobre/viviencia cuando se trató de los peores momentos. Yo también me suicidaría en mi tierra, en un lugar donde mis lágrimas puedan correr descalzas. 

Leer a Yuritzi me ha ayudado a abrazar todos esos átomos rotos que conforman las moléculas de lo que intento ser, porque el poema, como dice Yuritzi es también llanto retenido, y aunque todavía arde la escoriación de ayer y aún no se forma la de hoy, tengo ahora un lugar al que recurrir cuando el dolor me habite, dónde encontrar moléculas capaces de ayudarme a sobre/vivir. 


Ángel Hurtado

(Morelia 1999) egresado de la licenciatura en Lengua y Literaturas hispánicas por la UMSNH, librero y promotor de lectura.

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