A 8 del 26 sin los 43

Caliche Caroma

8 años han pasado desde aquel ignominioso 26 de septiembre de 2014, la patria ha sido mancillada por enésima vez, a pesar del día soleado y de la luna regrandota. Otra marcha en Morelia por los 43 desaparecidos. Una cifra de dos dígitos que representa a cientos de miles de personas desaparecidas, asesinadas, y un número importante de esas desapariciones son atribuibles al Estado. En el contexto de una entrega paulatina del poder a las fuerzas castrenses, y de un informe que corrobora lo que ya todos sabían, los muchachos siguen sin aparecer, sin estar, sin ser los jóvenes que antes eran. Lo que sí aparece, para desgracia de todos, es esa consigna que no debería de existir, doloroso mantra en lunes de otoño: “¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.

La Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero, tuvo a Lucio Cabañas como estudiante de esta institución, el líder del Partido de los Pobres fue asesinado después de que Rubén Figueroa entregara pistas sobre su localización en la sierra. Años después, en el espíritu combativo, varias decenas de muchachos de esta escuela hacían una colecta y toma de canciones para viajar a la CDMX y participar en la marcha del 2 de octubre. Y desaparecieron ante los ojos de policías, soldados, autoridades y de un dios que odia la rebeldía. Escándalo mundial que Enrique Peña Nieto supo enfriar y así por los siglos y los siglos de esta mierda en forma de cornucopia, abundancia del miedo. 

Con un gobierno de supuesta izquierda, tanto estatal como federal, se presentó el 18 de agosto el Informe de la Presidencia de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa, a cargo de Alejandro Encinas, con 8 anexos, un extenso documento que confirma el secreto a voces: el ejército está coludido con los grupos de delincuencia organizada. ¿Y luego?

Pasa que no pasa nada y la gente en las calles grita y oficializa la desesperanza. Ciudad de cantera, curada de espanto, sangrado el recuerdo por aquel nefasto Marco Antonio Aguilar que dijo en diciembre de 2014, apenas unos meses después del crimen, que los que protestaban por Ayotzinapa eran la pus de la sociedad. ¡Qué cabrón tan descarado! Y lo premian. 

Ya se han muerto varios de los padres y madres de los 43 estudiantes desaparecidos, nos moriremos nosotros sin conocer la verdad, la maldita verdad. El 26 de septiembre se ha convertido en otro 2 de octubre, ¿es esto bueno o malo o ya no se sabe qué es? No se olvida, es cierto, se convierte en marcha, en grafiti, protesta, conato de bronca, discurso, poema, noticia, minuto de silencio, pretexto para faltar a trabajar, bandera, libro, proclama, documental… Pero de los estudiantes todavía no se conoce su paradero, ¿en dónde se esconde la justicia de los hombres?

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