Día Naranja, música, gritos, discursos y silencio

Beatriz Rojas

No podían comenzar si no llegaba el gobernador y llegó, casi puntual, a sentarse en la hilera de asientos reservada para funcionarios engalanados de naranja, cual relucientes calabazas.

Segundos después el piano comenzó a sonar mientras se mostraban imágenes y un texto que hacía alusión a las hermanas Mirabal, el origen del día naranja, o de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

“No quiero sentirme valiente de camino a casa, quiero sentirme libre”, pronunció una voz.

Era la presentadora, que aparecería esporádicamente en el escenario en lo que fue una función sui generis, concierto-manifestación-acto protocolario, que terminó en una ronda de fotos de señoras sonrientes, al lado de “la saxofonista de Oaxaca”, tocando ellas el saxofón como si de amuleto mágico se tratara, a ver si se les pegaba algo o les cumplía tres deseos.

Pero eso todavía no sucedía. Volvamos al momento en que la presentadora, parada en un escenario oscuro, dando la espalda a la pantalla gigante donde se proyectarían imágenes de la lucha feminista, explicaba que Elena Ríos había logrado que el Congreso de Oaxaca tipificara los ataques con ácido.

En un México que en los últimos años se ha convertido casi en una distopía imaginada por una mente retorcida y torturada, los ataques con ácido – en plural-, son una realidad cotidiana que se tiene que incluir en el catálogo de delitos como una forma específica de intento de feminicidio, para poder sancionar, 40 años de cárcel, en caso de que el atacante no sea un político, o el hijo de uno, en cuyo caso podrá andar libre por la calle sin ser perturbado.

“Cada 11 minutos una mujer o una niña son asesinadas por un familiar”, concluyó la oradora.

Salió a escena, ahora sí, Elena Ríos, Male, Malena, con un vestido naranja alusivo a la fecha, acompañada de Fernando Alexis Aranda Mora, quien precisó que la primer pieza que interpretarían fue una composición de él dedicada a ella. Más tarde María Elena agregaría que cuando la escuchó por primera vez pensó que nunca podría tocarla, debido a la profundidad de las quemaduras sufridas.

Al fondo se proyectaban las imágenes, recordando que las mujeres siempre hemos estado ahí, luchando, incomodando, hablando, protestando y también hemos estado ahí recibiendo golpes, gritos, indiferencia, cuidando, aliviando, cargando con todo, quemándonos.

“Mi nombre es María Elena Ríos Ortiz, la saxofonista que fue atacada con ácido. Todavía me tengo que llamar así porque no he recibido justicia”.

Lamentó que exista una conmemoración porque mataron a unas hermanas y que la desigualdad y el machismo sigan siendo una realidad tangible en un sistema racista y machista que busca una víctima perfecta. Antes habría precisado en que ella no se considera una víctima, sino una superviviente.

“A mí lo que me hace sentir libre es tocar mi saxofón y por eso me quisieron matar”, y tocó, tocó a lo largo de varios minutos, mientras sus frases se proyectaban con las fotografías.

El gobernador del estado tuvo la gentileza de no hablar, lo cual se agradece, aunque sí hubo una interrupción por parte de funcionarias, para alcanzarle a la saxofonista unos ramos de flores y una prenda típica.

No lo sabemos ni nos consta, pero daba una leve impresión de que a las titulares de las dependencias les pareció buena idea (colgarse, apropiarse) sumarse a la gestión de la diputada Gabriela Cázares, toda vez que habían olvidado preparar algo para esta fecha, para la cual Alfredo Ramírez anunciara orgulloso que (esta vez) no colocaría vallas de metal afuera de Palacio de Gobierno.

Después de la interrupción institucional siguió la proyección de imágenes musicalizada con la intervención del Grupo Cupreata y un lastimoso sistema de sonido que parecía ecualizado por el mismo demonio, con un micrófono que remontaba a los presentes a los mejores tiempos de la pandemia, cuando las clases y las reuniones de trabajo se daban por Zoom y los audios se entrecortaban insistentemente.

Male tocó un par de piezas en donde apareció más como escenografía al lado de los músicos tradicionales, pues el sonido no permitía percibir las notas del saxofón pero se le agradeció tocar música michoacana.

Todo aquello envuelto en intervenciones de la maestra de ceremonias, porras feministas, sonrisas del gobernador, frases dulzonas lanzadas desde el público: “te lo mereces, eres valiente, tu lucha es mi lucha”, un reclamo airado por Jessica González cuando la luz del teatro iluminó las canas de Bedolla y una breve huida, seguida minutos después de una consigna “Bedolla, gobernador, tú eres el agresor”, que habría sido más contundente de haber sido lanzada cuando él estaba presente.

Y fin, sesión de fotos con las funcionarias y con las señoras que habían acudido en respuesta a un oficio-invitación-¿indicación?, de la dependencia donde laboran y afuera, una minimanifestación con altavoz y más porras, que eran canturreadas en voz baja por quienes salían del teatro, cruces rosadas y una lona: “Asamblea de Mujeres”.

Quedó la oscuridad, quedó el silencio, quedaron los funcionarios saliendo del teatro y una ironía que nadie se atrevió a formular, acerca de cómo un movimiento cuya esencia es la lucha contra una autoridad que solapa la violencia machista, es acogido por otra autoridad, que aunque se esfuerza por mostrarse feminista, tiñó de violencia su primer 8M y aunque proclama su supuesto respaldo a los derechos reproductivos de las mujeres, no ha presentado una iniciativa al Congreso para garantizarlos.

Sin embargo, ya nada sorprende, pues en este país todas las causas terminan siendo un tema electoral, de colores, tricolores contra guindas. No es la primera vez que Morena (capitaliza) se solidariza con la causa de Malena, ya en septiembre de este año la diputada federal María del Carmen Bautista llevó a la saxofonista a la Cámara de Diputados para que pidiera a la Fiscalía General de la República que atrajera su caso.

Ella misma -María Elena- publicó un video en donde agradecía a Andrés Manuel López Obrador y a la secretaria de Seguridad Pública por restablecerle la protección que ellos mismos le habían retirado cinco meses antes, en abril de 2022.


Imagen de portada: Carmen J. Cohen



Beatriz Rojas

Se desempeña como periodista y escribe como escritora, con formación en la facultad de Letras de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, pero opina como maestra en Políticas Públicas y doctorante en Ciencias del Desarrollo Regional, ambos por el Instituto de Investigaciones Económicas y Empresariales (UMSNH). Ha publicado cuento, poesía y narrativa, así como notas sobre derechos humanos, política y Congreso en algunos medios locales de cuyo nombre no quiere acordarse, y es parte del núcleo editorial de Regla de Tres.

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