Gato negro calavera, el juego de mesa que nunca será

Beatriz Rojas

Contar historias desde una narrativa distinta, historias que se repiten con distintas consecuencias, un compuesto de lo que queremos contar con las tradiciones que nos tocaron, los recuerdos de la infancia y el entorno actual, algo así es como imagino la confección de un juego de autor. 

Hasta hace unas semanas, no sabía que existía ese término y no había pensado que un juego de mesa contara una historia, pero acudí a la segunda emisión del Festival Lúdico de Morelia (Felumo) y conocí a Karla Günz, creadora de “Dale un piñatazo!”. 

Karla  me dijo que “todas las personas a las que le gustan los juegos de mesa, quieren hacer un juego” y desde entonces comencé a preguntarme cómo sería el mío (porque a mí me gustan los juegos de mesa). Intuí que tendría calaveras, muchas, y alguno que otro gato, probablemente negro.

Resulta que como los libros, los juegos son desarrollados por editoriales -en este caso, Günz & Games-, tienen tiraje y requieren de un ilustrador.

Karla Günz, creadora de “Dale un piñatazo!”

También como los libros, los juegos de mesa cuentan una historia, que puede ser más o menos complicada, me explicó.

 “Dale un piñatazo!” es un juego que recrea la experiencia de romper una piñata y obtener todos los dulces posibles… A toda costa.

“Me gustó mucho la idea de poder crear narrativas a través de mecánicas, porque a mí me gusta mucho escribir, entonces lo hacía de esa forma, pero dije: es que los juegos de mesa es una forma de vivirlos”, nos platicó Karla.

Mi juego podría tratarse, entonces, de cómo los gatos sirven de enlace entre el inframundo y el mundo de los vivos. 

En su caso, la historia parte de romper la piñata y todos los episodios que esto conlleva: los dulces rotos y sin envoltura, manos pisadas, niños aplastados, chicles en el pelo… Casi todos los mexicanos tenemos algo que contar sobre una piñata.

Mi juego no tendría piñatas, tendría calaveras, fantasmas y gatos. Implicaría estrategia, pactos, traiciones, memoria… 

La historia la imagino un poco como la canción de Chumbala Cachumbala, las calaveras que salen de su tumba cuando el reloj marca la una y hacen todo tipo de travesuras antes de volar a la luna.

Conocí a Karla Günz En el Festival Lúdico de Morelia, donde se dieron cita más de mil personas. Muchos de ellos se enfrascaron en partidas de todo tipo, desde complejos juegos de rol hasta juegos más dinámicos de partidas veloces. Nosotros jugamos Speed Cups, con hilarantes consecuencias. Por supuesto, gané.

Había stands de dos tipos: distribuidoras y tiendas. Las distribuidoras son las que surten a las tiendas, me explicó Gerardo Farias, de Ates & Meeples, uno de los organizadores del Felumo.

Hacer torres con pasteles de cartón, acomodar vasitos por sus colores, poner camisas de fuerza a pacientes para que no escapen del manicomio, lavar platos, hacer preguntas, conquistar países, pelear con pollos con poderes mágicos… Todo puede suceder en estas mesas.

Hay juegos clásicos, nuevas versiones de juegos, secuelas, temáticas de películas clásicas, didácticos, estratégicos, colaborativos, talleres para pintar figuras… pero el boom de los juegos de mesa en México apenas está por comenzar, dice Karla Günz.

“¿Qué se estudia para dedicarse a juegos de mesa?”, me pregunto por primera vez, pues nunca antes me había detenido a pensar en esta profesión. De niños, los juegos de mesa se presentan ante nosotros como por arte de magia, sin que nos preguntemos por el autor.

El origen de muchos se nos antoja mítico, un conocimiento que va pasando de generación en generación. No siempre es así.

“Yo estudié Ciencias de la Comunicación y tengo un hotel para perros y estoy emprendiendo una editorial de juegos de mesas y surgió básicamente porque me gustan los juegos de mesa”, platica Karla.

“Dale un piñatazo!” obtuvo en diciembre del 2022 el premio al mejor juego de la feria en Roll a Game Feria Internacional de los juegos de mesa, que se definió mediante un jurado y también por el mismo público y su autora atribuye parte del éxito del juego a su temática, pues por ser tan cercana a los mexicanos, es fácil apropiársela y entender las referencias.

-Bueno ya tengo  mi juego de mesa, se llamará “Gato negro calavera”, ¿y ahora qué?

“Nosotros estamos como entendiendo más o menos, cómo funciona. Sí existen las distribuidoras y si existen las editoras, pero en mi experiencia uno como diseñador tiene que que acompañar tu juego en gran parte del proceso”. 

En su caso, Karla hizo equipo con un diseñador y después tuvo retroalimentación mediante una prueba piloto del juego, pero los próximos juegos que está preparando, se hacen con un equipo más grande “porque más cabezas piensan en mejores cosas”.

-¿Qué tan caro es?

El costo del juego dependerá de sus componentes, me explicó. Si solo son cartas, no será tanto; si emplea dados, sube el precio y si esos dados son personalizados, el costo crece todavía más. También está involucrado el empaque, el tipo de fichas, etcétera. 

Creo que mi juego no tendrá dados personalizados, pero sí calaveritas de azúcar y gatos negros, cartas de colores y un tablero…

-¿Y ahora, cómo lo vendo?

Debo confesar que aún no tengo en mis manos el dichoso “Dale un piñatazo!” y que nunca lo he jugado. Lo compré el 12 de agosto en el Felumo, hace más de dos semanas, pero la mecánica para adquirir estos juegos es distinta, no es como ir al súper y comprarlo. Llegan a México en barco y de ahí tienen que viajar hasta Guadalajara, que es donde se encuentra Günz & Games, para desde ahí ser enviado a su destino final. 

Hay juegos de autor que se pueden encontrar en tiendas especializadas, pero por lo general hay que pedirlos directamente a la editorial y esperar, esperar, esperar.

Karla explica que esto se debe a que es más fácil para un diseñador tratar de ser autosustentable a esperar que una editorial lo “descubra” o quiera trabajar con él y como todo en México, depende de las relaciones que tengas. 

“Es difícil que vayas y toques la puerta (de una editorial) y te digan que sí, porque casi nunca te hacen caso”, relató. 

Y ya pensando en la inversión y en la auto-impresión, se puede hacer a partir de un lote, pero la opción más viable es  un proceso tipo Kickstarter. Esto es, se paga por adelantado y después se manda hacer. 

Lo más curioso es que se manda hacer ¡en China!, porque resulta mucho más económico imprimirlo allá con la calidad que se requiere, con todo y el envío, y esto conlleva toda una serie de trámites para obtener los permisos necesarios y después esperar que el juego recorra literalmente, la mitad del mundo.

A pesar de todas las dificultades, en México apenas viene el boom de los juegos de mesa. De acuerdo con Karla Günz “hay muchísimos en desarrollo” y esto seguramente abrirá otro panorama en cuanto a esperas y costos, pero también sobre las formas de divertirse y de convivir.

¿Y Gato negro calavera? Bueno, por ahora seguiré contando historias a la antigua, pero tal vez un día salga a la luz, o a la noche. Mientras tanto, hay muchas historias que conocer en el submundo de los juegos de mesa.

Beatriz Rojas

Se desempeña como periodista y escribe como escritora, con formación en la facultad de Letras de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, pero opina como maestra en Políticas Públicas y doctorante en Ciencias del Desarrollo Regional, ambos por el Instituto de Investigaciones Económicas y Empresariales (UMSNH). Ha publicado cuento, poesía y narrativa, así como notas sobre derechos humanos, política y Congreso en algunos medios locales de cuyo nombre no quiere acordarse, y es parte del núcleo editorial de Regla de Tres.

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