Las musas existen

Rafael Flores Correa 

Las musas existen. Los pintores de la Hermandad Prerrafaelita encontraron su ideal de belleza concentrado en una mujer que con su inteligencia y carisma los conectaba con el Renacimiento temprano, el de antes de Rafael Sanzio, cuando la pintura tenía una inocencia primigenia. Se llamaba Elizabeth Siddal. Lizzie, de cariño. Alta, delgada, de ojos verdes y cabello rojo. Trabajaba en una tienda de sombreros en Londres, pintaba temas medievales y escribía poemas tristes, releía la Divina Comedia y era adicta al láudano. Aparece en docenas de cuadros de Dante Gabriel Rossetti, Holman Hunt y John Everett Millais. El más famoso es la «Ofelia» de Millais que, a mi entender, expresa la belleza de la muerte. Para esta pintura posó durante largas sesiones flotando en el agua fría de una tina que apenas lograban entibiar por debajo con lámparas y achacan a eso la pulmonía que contrajo.

Fue Rossetti quien se casó con ella. Le dedicó la mayor parte de sus poemas amorosos y la pintó personificando a la Beatríz de Dante, la virgen María, Ofelia, Lady Clare y otros íconos femeninos. Llevaron una relación apasionada y tormentosa que también incluía enfermedades, malabarismos económicos e infidelidades de parte del pintor.

La noche del 11 de febrero de 1863 Rossetti salió de juerga con su amigo el poeta Charles Swinburne y Lizzie se quedó en casa sabiendo que su marido iba a encontrarse con una mujer a la que apodaban «La Elefanta» (es fácil imaginar por qué). Cuando Rossetti regresó en la madrugada encontró a su musa muerta por la sobredosis de láudano que había ingerido, desesperada por la decepción amorosa.

Rossetti vivió de ahí en adelante cargando con la culpa. En un arrebato cursi decidió que sus poemas inéditos fueran sepultados con su amada. La soñaba continuamente, creía ver su fantasma por la casa y le guardó una extraña devoción. Años más tarde quiso recuperar sus poemas y consiguió un permiso para exhumar el cadáver. Acompañado por su representante literario August Howell destaparon la tumba y encontraron el esqueleto rodeado de una espesa cabellera roja que cubría todo el espacio del ataúd.

Rossetti dejó de pintar y escribir, se dedicó a beber alcohol y láudano. Se recluyó en una quinta llena de animales exóticos: simios, pavorreales, guacamayas, un canguro, un toro albino. Sus compañeros prerrafaelistas, preocupados por él, fueron a buscarlo una mañana invernal de 1872. Lo encontraron pudriéndose, rodeado de su extraño zoológico. Había ingerido láudano hasta morir.

Rafael Flores Correa

Nació de Taximaroa, Michoacán, lugar mejor conocido como Ciudad Hidalgo, Rafael Flores Correa es un pintor y escritor que ya tiene sus añitos, pero con una juventud interior que cada día lo anima a crear más y más. Estudió la Licenciatura en Artes Visuales en la Academia de San Carlos de la UNAM, le dieron clases artistas como Alfredo Zalce, Santiago Rebolledo e Ismael Guardado. Su obra se ha expuesto en Michoacán, Querétaro, Ciudad de México, Medellín entre otros lugares.

Además, Rafa Flores, como le dicen sus amigos, ganó el Premio Estatal de las Artes Eréndira en 2021.

Loading

También le venimos ofreciendo:

Danos tu opinión: