Luis Estrada, el falso crítico

Caliche Caroma

¡Que viva México! es la quinta película de una saga creada y dirigida por Luis Estrada, se estrenó en 2023 y tiene una duración de 191 minutos. Para el director y productor mexicano ésta es su mejor y más ambiciosa creación, él mismo no se cansa de repetirlo durante las entrevistas en las que habla de su larguísimo y estupefaciente metraje: «La crítica social, la provocación, el reírnos de nosotros mismos, es lo que trato de hacer con mis películas, y ésta es la más lograda de todas ellas, la más arriesgada, con un elenco de lujo, y sin apoyo del gobierno. Les entrego un espejo para que la sociedad mexicana se vea reflejada en él, estamos retratados todos».

¿De qué trata? Pancho ha ido escalando poco a poco el inclinado muro social, lleno de deudas, pero con ambición, aspira a ser un nuevo rico, es alentado por su esposa y sus hijos. En esta verticalidad clasista hace el trabajo sucio de su jefe, un empresario sin escrúpulos que se parece mucho a Carlos Slim. Pancho no ha regresado a su pueblo natal desde hace 20 años. Es claro que se avergüenza de sus orígenes, pero cuando muere su abuelo paterno, vuelve al lugar que lo vio nacer para recibir la herencia que le dejó el patriarca, un necio minero de numerosa estirpe. Sus parientes son unos parásitos que lo único que quieren es sacarle dinero y aprovecharse de él y de su familia de todas las maneras posibles, y una vez que se enteran de que Pancho es el heredero principal, le exigen que reparta el tesoro entre los pobres, o sea, ellos mismos. Para quitarse de encima a los venenosos congéneres, Pancho trata de acelerar los trámites de la herencia, pero una serie de enredos sin sentido lo llevan a la cárcel, se queda sin un peso, sin trabajo y tiene que comenzar de cero. Comenzó como casi un príncipe y terminó como un limpiabotas.

Luis Estrada hizo una intensa y engañosa campaña de promoción para ¡Que viva México!, apoyada en una infundada controversia con el presidente Andrés Manuel López Obrador, ya que el gobierno de la cuarta transformación no le dio dinero para la realización cinematográfica en cuestión: «Por primera vez el apoyo del estado me lo negaron cinco veces, ellos apostaban a que la pellícula no se hiciera, una censura preventiva le llamo yo». Debido a esto, y a su megalomanía (sic), el director confesó que la película salió de sus entrañas, el también autor de La Ley de Herodes y El Infierno tiene razón, pues se trata de una acumulación de deyecciones, como si los guionistas (Luis Estrada escribió la película junto a Jaime Sampietro) hubieran sufrido una diarrea durísima durante el proceso de escritura y con este producto, a falta de tinta, elaboraron el guion.

Un montón de gags salidos de los peores programas de Televisa, lugares comunes sin sentido común y un desperdicio de grabación que asesina cualquier intento de lenguaje cinematográfico. La película pudo haber durado la mitad de los 191 minutos y tal vez eso le habría ayudado en algo: de lo bueno poco, y si malo, pero breve, menos malo. Nunca queda claro si los pobres son los culpables de lo que les pasa, o si es el destino tramposo quien les juega sucio, o la maldad de estos seres les viene de la tierra marcada en la que están parados. Damián Alcázar y Joaquín Cosío hacen tres papeles cada uno, y ninguno de los seis es verosímil, en caída libre estos actores. La paleta de colores da sueño, la música no se pudo montar y escoger de peor manera.

Pancho, el papel principal, es interpretado por Alfonso Herrera, quien actuó en Ozark (vean Ozark), Ana de la Reguera es la esposa, Ana Martín hace de la mamá de Pancho, Luis Fernando Peña es el hermano mariachi y así salen un montón de actrices y actores más, mismos que no aportan nada a la natosa trama que nos vendió el director de la falsa crítica. La avaricia, la envidia, el rencor hacen su aparición en el filme de Estrada, y también hay pedofilia, violencia intrafamiliar, procrastinación, alcoholismo, corrupción, abusos laborales, en fin, un regodearse en la miseria de México y, de esta manera, llegar a ser una de las películas más vistas en Netflix. En directo y sin cortapisas, la película es malísima, cualquiera de ficheras es mejor que ¡Que viva México!, pero le ha gustado a miles de mexicanos, ¿qué quiere decir esto?

«Andrés Manuel López Obrador es un actor de la película», asegura Luis Estrada en una charla que tuvo con Carlos Alasraki, ahora disfrazado de experto en cine. Lo que en realidad quiere decir es que usa la imagen y las frases del presidente de México como publicidad y para tratar de dejarlo en ridículo, pero le sale el tiro por la culata. Ejemplo: uno de los 3 personajes que hace Damián Alcázar es un presidente municipal de Morena, antes militó en el PRI, PAN, PRD, etc., pero ahora lucha «contra la mafia del poder» para «acabar con la corrupción», porque «primero los pobres», y así sin ninguna crítica realmente inteligente, mera reptición absurda, un balbuceo digno del panismo más retrógrado. Y eso que Amlo tiene tela para cortar, lo que pasa es que del otro lado está un tipo poco inteligente al que no le salieron las cosas como en sus otras producciones, de hecho, se nota, es clara la pendiente de la primera a la quinta película. ¿Pedurará la filmografía de Estrada, qué diremos de estas películas en veinte años?

Para finalizar, las arriesgadas palabras de Luis Estrada, quien desde su afectada visión, considera a ¡Que viva México! como una relevante aportación a la cultura mexicana: «Esta es una película que me tomó muchos años hacer, es parte de una saga donde doy mi visión de los sexenios de México. Este cambio del que todos teníamos muchas expectativas, ha sido una desilusión. Me duele mucho decirlo, pero resultó la misma gata, pero revolcada. Es lamentable lo que ha ocurrido con la cultura, y en especial con el cine. Las otras cuatro películas que hice fueron apoyadas por los gobiernos en turno. Pero ¡Que viva México! no fue apoyada por el gobierno de López Obrador, quizá el peor gobierno de nuestro país en toda su historia».


Caliche Caroma

Escritor putrefacto que deja el alma en cada tecla, a veces es grasa esa alma. Ganador dos veces consecutivas del premio «Mejor dedícate a otra cosa». En su casa lo conocen como Panchito porque baila el cha cha cha. Quiere adelgazar, pero no puede.

 

 

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