Sobre “El Huarache historia de un oficio en pie” de Tere Quezada

Ángel Hurtado

Hablar de los huaraches, para mí, me remonta inevitablemente a dos recuerdos que no me pertenecen, pero que, de tanto que los he recorrido con la punta de los dedos, podría incluso jurar que estuve allí, y es que, de algún modo, estuve.

El primero de los recuerdos se trata de mi abuelo, cuando llegó a Morelia proveniente de Charapan a principios de los años 60 a estudiar en la Normal Urbana, no traía consigo muchas cosas, no tenía muchas cosas, a decir verdad, recuerda la camisa a cuadros, los pesos que le daba su padrino una vez por semana, la fotografía de doña Victoria, el sueño de convertirse en profesor, y sus huaraches. No recuerda con exactitud si esos huaraches los compró en Tacámbaro, aunque recuerda que iba cada cierto tiempo, no está seguro de que sus huaraches hayan provenido de allí.

El recuerdo es poderoso, puedo ver a mi abuelo frente a la fuente de las tarascas con sus huaraches puestos a punto de entrar en la normal, sin saber todo lo que venía por delante.

El segundo recuerdo, aunque un poco más lejano en cuanto a lo familiar, me hace sentir mucho más cerca de lo que pensaba. Cuando estudiaba Literatura, tenía un compañero a quien llamaremos como L, ser extraño, lector voraz. L llegó a estudiar a Morelia con 25 años, siempre se avergonzaba de ello. Debido a sus lecturas interminables, de pronto tendía a aburrirse en clases, además de su ansiedad y obsesión por la limpieza, los salones de clases lo apresaban, lo asfixiaban. 

Imagen tomada del FB del libro

Entre alguna de nuestras pláticas, un día me contó de cuando leyó el Quijote. Tiquicheo estaba asediado por la violencia y el narcotráfico, los grupos de autodefensas empezaban a levantarse distintas poblaciones del estado, L sabía que pronto llegarían a su tierra, y además, sabía que lo único que le quedaba era sumarse a las filas de las autodefensas. Antes de que llegaran y de que él fuera a enfrentar su destino, emprendió una tarea que le llevaría casi dos meses sin salir de su casa, casi sin comer ni beber agua, leer el Quijote. Cuenta que fue su mejor verano, lo mejor que le pasó en la vida fue encerrarse durante casi dos meses a leer Don Quijote de la Mancha. Pero el recuerdo, es el siguiente: El día que estaba en la última página, justo cuando terminó de leer las últimas líneas del Quijote y cuando no sabía si ponerse a llorar, o suicidarse, el ejército entró a su casa y a otras más de la zona donde vivía sin permiso en busca de algo. Me lo contó riendóse “¿te imaginas? Acaba de terminar de leer el Quijote, estaba en calzones y en huaraches y se metieron a mi casa esos cabrones, ese día supe que tenía que irme de ahí” dijo…

En este libro, Tere nos cuenta de la historia de las familias de curtidores de pieles que se dedicaban, y se siguen dedicando en algunos casos, a hacer huaraches en Tacámbaro. Nos adentramos a conocer la historia de la familia García, la familia Vargas, la familia Vargas Pahua, la familia Arévalo y el taller de la señora Isaura Chávez, principales productores del huarache. Conoceremos el recorrido que hicieron cada una de estas familias por intentar que prevalezca el oficio, desde sus inicios, pasando por el auge del comercio de las pieles curtidas, le decadencia del mismo, y la impresionante resistencia que sostienen.

El valor histórico de este libro y de este trabajo son inigualables.

Si conté los recuerdos anteriores es porque muy probablemente esos huaraches de mi abuelo y los huaraches de L hayan salido de uno de estos talleres, que los hayan realizado los familiares de las personas a quienes Tere entrevista, o incluso ellos mismos.

Foto de portada de Yadira Durán, registro de El Huarache historia de un oficio en pie.


Ángel Hurtado

(Morelia 1999) egresado de la licenciatura en Lengua y Literaturas hispánicas por la UMSNH, librero y promotor de lectura.

Loading

También le venimos ofreciendo:

Danos tu opinión: