Materia oscura: Algunas notas sobre Miles Davis

Boris Vian

Lo más sorprendente de Miles Davis es que es un tipo encantador; me han asegurado que es un poco bajito, pero se trata de tonterías sin importancia; un examen de sus fotografías permite concluir que, en este personaje tan equilibrado, la imaginación se impone a la sensualidad, que, a su vez, está casi perfectamente equilibrada por la inteligencia; no sé si hay que creérselas todas (las fotos), pero en una tiene las orejas de fauno, lo cual es buena señal.

Uno no puede evitar hablar de sí mismo cuando hace un artículo crítico, y es maravilloso, porque declarar «es esto, es lo otro, y no se discute» sería perseguir la infalibilidad. Perseguir la infalibilidad y pecar, además, de orgullo. Todo esto para decirles que uno de los grandes «momentos» del bop, a mi juicio, es el solo de Miles Davis en Now’s the time.

Ya tuve una impresión parecida con el solo de Ben Webster en Chlo-E de Duke Ellington, hace seis años. Y acabé incorporando Chlo-E a mi repertorio. Pues bien, aún no tengo Now’s the time —sólo dispongo de un doblaje—, pero he encontrado un representante en Nueva Zelanda, otro en Labrador y otro en Estados Unidos, y acabaré consiguiéndolo. Entonces ya no tendré que alquilarlo porque me sabré de memoria el solo de Miles.

Por lo demás, este sólo resume de forma bastante extraña las cualidades esenciales de Miles Davis (cualidad entendida en un sentido cuantitativo, no de juicio).

a) En primer lugar, una relajación absolutamente perfecta. Creo que es imposible tocar de modo más distendido que Davis. Es como si paseara por un camino florido en pleno mayo (viene como anillo al dedo, ya lo probarán con Julie). Es de una levedad y un abandono verdaderamente apaciguadores.

b) En segundo lugar, un fraseo asombroso. Un fraseo sinuoso, interrumpido por pausas que sólo sorprenden para relajar más (físicamente) y excitar a la vez (intelectualmente). Miles toca nota tras nota, lógico, nuevo, preciso, y logra llevarnos muy lejos con materiales lisos y llenos como ladrillos

(hechos con un torno de alfarero, por supuesto).

c) En tercer lugar, una sonoridad curiosa, bastante desnuda y despojada, sin apenas vibrato, de una placidez absoluta, pero tan atractiva, sin embargo, como la vehemencia de un Jonah Jones o de un Eldridge. Una sonoridad de dominico: de individuo que permanece en el siglo, pero que lo mira todo con serenidad.

d) Por último, un sentido de la estructura rítmica sensacional, y una «hoja» nada mal ajustada, gracias a Dios. Porque para volver a caerse de pie, como este señor que se embarca en semejantes construcciones, hay que tener equilibrio en los conductos semicirculares, sí señora.

Now’s the time no da una idea completa de las posibilidades de Miles; también pueden escucharlo en algunos de los atrevidos fragmentos que ejecuta con su colega Charlie Parker; no les decepcionarán. No se las da de nada porque sí, sino que permanece casi todo el rato en un registro medio, pero cuando le apetece hacer acrobacias, también puede… Trepa hasta muy arriba y teje deprisa… Es mucho más fácil de analizar al ralentí.

De hecho (se trata de un paréntesis), en general es preferible juzgar a un solista por su tempo medio o lento, porque entonces le resulta mucho más difícil deslumbrar y seguir siendo interesante o fascinante; si quieren una prueba de ello, escuchen On The Sunny Side de Lester Young y verán por qué es un gran, gran tipo.

Y para volver a nuestro amigo Miles Davis, ¿qué más puedo decirles? Que me alegro de que venga a tocar al festival de Pleyel y que espero que también lo escuchemos tocar con su compadre Parker, aunque ya no forme parte del quinteto de Charlie… Seguro que habrá pequeñas jams al margen durante la semana…

Boris Vian (Francia 1920-1959) 

Fue un polímata: novelista, dramaturgo, poeta, músico de jazz, ingeniero, periodista y traductor. Utilizó numerosos heterónimos, como Vernon Sullivan, Boriso Viana, o los anagramas Baron Visi, Brisavion, Navis Orbi o Bison Ravi, entre otros. Tanto sus diez novelas como sus actuaciones de jazz fueron muy admiradas.

El crack económico de 1929 provocó un empeoramiento de la situación financiera de la familia. Poco después de cumplir los doce años padeció un ataque de fiebre reumática y poco después fiebre tifoidea, que le provocaron una dolencia cardíaca que condicionó su salud durante toda su vida y provocó su temprana muerte.

Además de novelas, comenzó a escribir cuentos, algunos publicados en Les Temps Modernes, —invitado por Jean Paul Sartre—, donde también escribió crónicas y críticas de aspectos sociales. En el periódico Combat —dirigido por Albert Camus—, abordó la crítica de jazz. En 1946 publicó dos novelas: La espuma de los días y El otoño en Pekín

Aparte de frecuentar a la intelectualidad existencialista de aquellos tiempos en el barrio de Saint-Germain-des-Prés (París), conoció a los grandes del jazz como Duke Ellington, Miles Davis y Charlie Parker.

En 1950 publica La hierba roja, considerada una de sus obras más autobiográficas.

Boris Visan murió en un cine mientras visionaba la adaptación de su novela Escupiré sobre vuestra tumba. Sin embargo, la música no dejó de sonar.

Loading

También le venimos ofreciendo:

Danos tu opinión: