Tomás Nevinson

Gerardo Pérez Escutia

«Nosotros hacemos pero no hacemos, Nevinson, o no hacemos lo que hacemos, o lo que hacemos nadie lo hace. Simplemente sucede”
Fragmentó de Tomás Nevinson

Hoy vamos a reseñar una novela extraordinaria, una obra que me ha cautivado de la primera a la última página, pero no solo a mí, a miles de lectores y a la crítica literaria también, se trata de Tomás Nevinson (Penguin Random House, 2021), de Javier Marías (Madrid, 1951), quien es un referente de la literatura española de las últimas décadas, aclamado autor de 15 novelas y ganador de innumerables premios por su obra. A decir de muchos expertos, es uno de los mejores escritores vivos en castellano.

Esta obra incursiona en el thriller y la novela de espías desde una perspectiva personal, mucho más íntima y profunda que en las novelas habituales del género, dejando su impronta literaria en una historia que nos atrapa desde la primera página.

Tomás Nevinson, es un hombre maduro de más de 40 años, tiene poco tiempo viviendo en Madrid, luego de haber pasado más de la mitad de su vida en el Reino Unido trabajando como agente de las agencias de espionaje y contraterrorismo británicas, su educación bilingüe, los largos periodos de su juventud a caballo entre Inglaterra y España, además de una educación de excelencia en Oxford, lo convirtieron en un candidato ideal para trabajar como agente encubierto, encargado de neutralizar y capturar a miembros del IRA que tenían asolado al territorio inglés durante las últimas décadas del siglo XX.

En su juventud fue reclutado por Bertrand Tupra (uno de los múltiples nombres de este personaje) quien se convertiría en su mentor y en su jefe durante sus años como agente encubierto, Tupra, Inglés de pura cepa, no es mucho mayor que Tomás, sin embargo, a decir de él, “es de esos hombres que al conocerlos dan la sensación de sacar varias vidas de ventaja”, aunque a decir verdad después de más de 20 años como agente, Tomás ya acumulaba las suyas propias.

Nevinson está tratando de recuperar los años perdidos en Madrid, de rehacer su vida con su esposa Berta Isla y compartir un poco de la juventud de sus dos hijos adolescentes, a la vez trata de acallar los demonios que le dejaron sus largos años como agente encubierto que le llevaron a traspasar límites que él no hubiera querido, y lo peor, a cometer dos asesinatos como último recurso en misiones especiales.

Tomás mantiene una lucha permanente con su consciencia tratando de justificarse por haber matado a aquellos dos hombres como algo justo y necesario para evitar males mayores, todo ello constituye un lastre en su vida cotidiana, pues no lo puede compartir con nadie por el compromiso vitalicio que tiene de guardar en secreto todo lo concerniente a sus misiones.

Javier Marías

Aunque retirado, Tomás sigue recibiendo un sueldo de las agencias británicas, nunca supo a ciencia cierta si dependía del MI5, del MI6 o de otra agencia clandestina, ya que su principal contacto siempre fue Tupra, un maestro de la ambigüedad y el secretismo. Ahora trabaja como burócrata en la embajada británica de Madrid, rumia sus recuerdos y demonios en un impasse que lo agobia.

Recibe una llamada de Tupra para citarlo en un parque de Madrid, es de notarse el lugar común que constituye elegir un sitio así para un encuentro clandestino. Su ex jefe, después de algunos rodeos le pide que haga una última misión, apelando a su lealtad y amenazándolo veladamente (en Tupra todo es velado y oscuro) con quitarle su estipendio si se niega. Tomás lo conoce muy bien y sabe que no tiene escapatoria.

La misión consiste en encontrar a una mujer ex agente del IRA, también colaboradora de la ETA, que participó en los sangrientos atentados de junio y diciembre de 1987 de Barcelona y Zaragoza, fueron coches-bomba en ambos casos, con un saldo de 32 muertos y gran número de heridos, entre ellos varios menores de edad, muchos de ellos mutilados.

Los servicios de inteligencia británicos y españoles ubican a esta mujer en una pequeña ciudad del norte de España en donde vive de manera clandestina desde hace varios años, el problema es que no hay certeza de quién es realmente, Tupra le muestra a Nevinson la foto de tres mujeres, cualquiera de ellas puede ser la terrorista, la misión de Tomás será identificarla, reunir las pruebas necesarias para juzgarla, en caso de no encontrarlas… matarla.

Este es el inicio de esta gran historia, a partir de este momento, Tomás Nevinson se transfigura en un infiltrado, con una identidad clandestina para encontrar a su terrorista, el autor nos describe con preciosismo todos los movimientos de Tomás en su nueva identidad y todas las estrategias que despliega con base en su experiencia para descubrir quién es la criminal.

La novela discurre en dos grandes carriles, el de la investigación en sí, muy bien desarrollada cumpliendo a cabalidad todos los parámetros del género y el de la lucha interior, ese dilema moral que implica al protagonista matar a una mujer y sobre todo, en este carril es donde la novela se despliega en todo su alcance literario.

La historia se desarrolla con minucia, nos muestra a detalle los conflictos existenciales que se enquistan en aquellos que ya tienen demasiado tiempo viviendo una doble o triple vida al servicio de fuerzas superiores que encarnan la justicia, y que proporcionan (de manera cada vez más difusa) una justificación o consuelo, que atenúa sus demonios y les permite dormir por la noche.

Una característica de esta novela es que tiene larguísimos diálogos tan intensos y sustanciosos que alimenta el interés del lector, ya que son verdaderas partidas de ajedrez verbal, plagadas de referencias literarias y escarceos psicológicos.

Javier Marías nos brinda literatura pura y dura con un libro que tiene una cadencia y una profundidad inusuales gracias al trabajo detallado de cada frase, logrando que cada página sea memorable y en muchos momentos deslumbrante.

Los invito con entusiasmo a que lean esa excelente novela.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.

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