Total Khéops y Chourmo

Gerardo Pérez Escutia 

Hace unos meses, reseñamos en esta columna la novela Soleá, de Jéan-Claude Izzo que forma parte de la trilogía de Marsella, la cual escribió en los años noventa del siglo pasado, en esta ocasión hablaremos sobre las dos primeras novelas de la trilogía, Total Khéops y Chourmo (Ediciones Akal, 2003 y 2004).

Estas dos novelas completan la trilogía de Marsella, y aunque tienen referencias y personajes comunes, se pueden leer de manera independiente, sin embargo, se recomienda su lectura en el orden en que fueron escritas.

Total Khéops

Fabio Montale es un policía entrando en la madurez; por su rebeldía y por no apegarse a los “métodos” policiales que se estilan, ha sido relegado a un puesto sin mayor relevancia, es Comandante de la Brigada de Vigilancia de los Sectores en el norte de Marsella, tiene a su cargo un pequeño grupo de policías que vigilan los barrios conocidos como “Cités”, barrios marginales y empobrecidos, en donde vive una población mayormente migrante de origen norteafricano. Fabio (también hijo de inmigrantes italianos), no se queja, se siente en un ambiente conocido, donde se identifica más con ese sector que con los de la burguesía marsellesa, ajeno a toda ambición de escalar puestos en la corporación, hace su trabajo, que combina con sus salidas al mar, con sus efímeras relaciones sentimentales y con un hedonismo mediterráneo, que hace de la comida y bebida ceremonias imprescindibles de su día a día, casi siempre en compañía de sus viejos amigos, Fonfon y Honorine.

Jéan-Claude Izzo

Marsella es una ciudad en ebullición, un puerto en donde la corrupción, la mafia y el ascenso del Frente Nacional de ultraderecha, no dan tregua, y la delincuencia está creciendo; a pesar de lo volátil de esta situación, la ciudad pasa por un período de calma chicha, y Montale sabe que esto no puede durar mucho. 

Esta calma se rompe intempestivamente con el asesinato de Zucca, un viejo mafioso que había logrado mantener un precario equilibrio entre los diferentes grupos que se disputan el puerto, se encienden las alarmas de la policía y pronto se descubre al asesino, el cual a su vez muere tiroteado por la policía en una operación muy confusa. Se trata de Pierre Ugolini (Ugo) un viejo amigo de juventud de Fabio Montale, de quien no sabía nada desde muchos años atrás, Fabio al enterarse de los hechos decide investigar por su cuenta, saltándose todas las normas, pues la investigación le corresponde al comisario Auch, brutal policía y enemigo jurado de Fabio.

Fabio sabe que Ugo , no pudo haber cometido el crimen por su cuenta, pues vivía alejado de Marsella y de todo contacto con la delincuencia, comienza a investigar y descubre una inesperada historia que hunde sus raíces en su propia juventud, en la amistad inquebrantable que tenía con Ugo y con Manu, y en el amor de su vida, Lole, amor compartido por los tres amigos y que marco indeleblemente sus vidas y destinos. 

Por si la situación no fuera lo suficientemente complicada, el asesinato de Leila, joven magrebí, amiga de Fabio, arrasa la poca estabilidad que le quedaba a Montale, él sabe que de alguna manera están relacionados los homicidios (de Zucca, Ugo y Leila) y emprende una investigación teñida de dolor y culpa, bucea en los bajos fondos de la ciudad y descubre una maraña de intereses ocultos atrás de los crímenes, intereses que también lo tienen en la mira, y que lo convierten al mismo tiempo en cazador y presa en esta trepidante historia.

Chourmo

Ha pasado más de un año desde que Fabio logró resolver el caso del mafioso Zucca y los múltiples crímenes asociados a él, hastiado de tanta sangre y con la culpa a flor de piel, pasa sus días en su pequeña casa a orillas del mar después de renunciar a su trabajo como policía, acalla sus demonios con sus salidas a pescar, su imprescindible Lagavulin, las comidas que le prepara Honorine y su visita diaria al bar de Fonfon —viejo marsellés de izquierdas— con quien rumia recuerdos y añoranzas de tiempos mejores, cuando la ultraderecha era marginal.

Estando en el bar de Fonfon, degustando una salsa de anchoas regada con un excelente vino rosado, Fabio ve llegar a Honorine, su vecina, quien viene a avisarle que tiene visitas, se trata de su prima Angèle (Gelou) a quien tiene muchos años sin ver y que viene a buscarlo con evidente angustia.

Gelou viene a pedirle ayuda para localizar a su hijo Guidou, quien solo tiene 16 años y no sabe de él desde tres días atrás, su instinto de madre le dice que algo le ha ocurrido y sabiendo que Fabio es (era) policía, le pide su ayuda. A Montale la visita de su prima le remueve el pasado, Gelou era la más guapa del barrio y él estaba secretamente enamorado de ella, su presencia le echa encima sus años de ilusiones rotas, y de relaciones imposibles, además, constata con inquietud, que aún lo turba su impresionante belleza de mujer madura.

Con los datos que le dio su prima y con todo el tiempo libre que tiene, Fabio comienza a investigar, descubre que Guidou tiene una novia de origen musulmán, Naima, acude a la cité donde vive la familia de Naima y descubre que tampoco saben nada de ella, percibe un ambiente de peligro y de rencor racial, pues el racismo opera en dos sentidos por la intolerancia entre religiones y culturas.

Al salir de la cité, Fabio es testigo de un brutal asesinato al estilo de la mafia, dos hombres en un BMW negro asesinan a un hombre que resulta ser Sergesacerdote y antiguo informante de Fabio cuando era policía, nuevamente lo invade la ominosa sensación de que la tragedia se avecina y reanuda la búsqueda Guidou, a la vez que indaga sobre la muerte de Serge.

La lectura de un periódico en un bar lo lleva a intuir que su sobrino fue asesinado desde el viernes anterior, aparentemente se encontraba en el lugar y momento equivocado, Fabio decide no comunicarle aún a su prima la muerte de su hijo y se pone a investigar contra reloj en medio de la animadversión de algunos de sus antiguos compañeros policías, y con la ayuda de otros que por fortuna no han sucumbido a la corrupción.

Fabio Montale, se adentra una vez más en las entrañas de Marsella, en donde hay un nuevo protagonista del crimen, “el integrismo islámico” que se manifiesta con mayor fuerza en respuesta a la xenofobia de la ultraderecha en ascenso, mientras la camorra napolitana sigue haciendo negocios con políticos, empresarios y policías corruptos.

Las novelas de esta trilogía de Marsella son una declaración de amor del autor por su ciudad, son múltiples las referencias a calles, plazas, bares y restaurantes que dan forma al alma profunda de Marsella. Fabio Montale es un “hijo” de Marsella, carga con la historia de una difícil integración (al ser inmigrantes sus padres), historia de racismo, pobreza, y delincuencia en sus años de juventud; ya como policía nunca renegó de sus orígenes, su sentido de justicia y pertenencia, le impidieron actuar en contra de los inmigrantes y a los desposeídos, lo que marcó su carrera e impidió su ascenso en las filas policíacas pese a ser el mejor de su generación.

Fabio ha visto cómo mueren amigos, conocidos y familiares, no tiene hijos y sus relaciones siempre son pasajeras y dolorosas, lo único que lo impulsa a seguir adelante es su inquebrantable espíritu de justicia, aderezado de un cinismo exasperante, que hacen de él un personaje entrañable.

Fabio Montale y Marsella, tienen una relación de amor-odio indestructible, esta trilogía además de ser novela negra de impecable factura, nos brinda unas historias que nos regresan a lo esencial, a los sentimientos y sentidos primarios, todo en ella se puede oler, escuchar, sentir, la tragedia de los personajes tiene peso específico, se palpa y siente a flor de piel, una trilogía en la que todo lo descriptivo va a la vera de lo sensible, que nos recuerda que somos seres esenciales, que amamos , reímos , comemos, bebemos y también sufrimos.

Ps. Esta reseña fue escrita por un humano, no por una “inteligencia artificial…”.

Gerardo Pérez Escutia

Un sobreviviente a un colegio Marista y UMSNH, sus empleos han sido diversos, desde Bell Boy en una compañía de seguros, hasta “Country Manager” en una multinacional, pasando por veterinario, agente de ventas; encargado de turno en una “Comunidad Terapéutica” y microempresario. Ha vivido en Morelia, Uruapan, Culiacán, Ciudad de México y actualmente radica en Guadalajara, Jalisco.

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