Alegría, miedo, sororidad, múltiples feminismos y reacciones diversas

Beatriz Rojas

A paso lento avanzaron dos frentes. Mismo día, 8M 2023, misma exigencia, aunque en distintos términos. La fuerza de ambos movimientos rompió con la inercia de la cotidianidad y desde casas particulares, negocios, hoteles, bancos, instituciones y la propia calle, las reacciones fueron diversas, como diverso es el feminismo.

De Ciudad Universitaria, de día, salió la Asamblea de Mujeres Michoacán, conformada por múltiples colectivas, como Red Azaleas, Matrioskas, Cantera, MAPAS y muchas más, como un reclamo ante la institución y particularmente su rectora, Yarabí Avila, otrora priista, ahora aliada de Morena y de los grupos provida.

Mientras tanto, un sonido con música alusiva a la fecha estaba atravesando la avenida Madero frente a Palacio de Gobierno, cerrado, aunque esta vez sin vallas. Los autos seguían fluyendo.

Donde sí había vallas era en algunas sucursales bancarias, todas ellas cerradas y con las ventanas tapiadas. La protesta también es contra el capitalismo y como símbolos de la acumulación de dinero lo saben.

El Palacio Legislativo, desnudo, también cerrado, no sabía lo que le esperaba, o lo sabía y lo esperaba estoicamente, tan inmóvil e inútil como las ratas que lo habitan y las que en él laboran, que horas antes habían sido recriminadas por el hermano de una víctima de feminicidio y no habían atinado más que a indignarse porque un ciudadano usara la tribuna, no hecha, según ellos, para humanos, sino para uso exclusivo de ratas de dos patas.

Había gente ya en la plaza, como en espera, y algunas mujeres vestidas de morado o negro. Algunos turistas también, pasando; los encargados del sonido cantaban a través de un micrófono para pasar el rato.

Para entonces la llamarada verde había salido ya de Ciudad Universitaria y en su camino se topó con una madre y su hija, quienes desde un segundo piso les arrojaban pétalos de flores y celebraban las consignas.

Más allá encontraron a enfermeras del IMSS que habían dispuesto una mesa improvisada y les repartieron botellas de agua y de acuerdo con la publicación de Facebook de una de las manifestantes, el dependiente de una tienda de pinturas le obsequió el aerosol que pensaba comprar y le dijo “destrúyanlo todo”.

La marcha era también contra el capitalismo, el sistema de explotación laboral y la falta de reconocimiento a las labores domésticas no remuneradas. En el camino y aun con sus uniformes de trabajo y mandiles, trabajadoras se sumaron por momentos al contingente, reconociéndose en las demandas.

Al llegar al centro de la ciudad, los manifestantes se toparon con una enorme lona “de apoyo” desplegada en el Colegio de San Nicolás. El enojo fue homogéneo, hubo gritos contra el encubrimiento de acosadores en la UMSNH y hubo intervenciones, en la lona y en la cantera.

El arribo estuvo enmarcado con las campanas de catedral. Cerrada. El edificio sólo enmarcó las manifestaciones, no fue intervenido ni se apreciaron, como otros años, feligreses “defendiendo” con rezos al Señor que habita el recinto. A diferencia del Templo de las Monjas, donde se desplegaron una enorme lona y una cadena de oración ¿Por las almas de quiénes pedirían los fieles a una religión que ha encubierto abusos sexuales, que rechaza la diversidad sexual, que condena históricamente a las mujeres y que las convirtió en el símbolo del pecado?

“Y fuera y fuera y fuera oportunistas”, gritaba la Asamblea, entre cuyas filas no se apreciaron panistas, exdiputadas, expresidentas municipales ni mucho menos la dirigente estatal del PAN, Refugio Cabrera, quienes decidieron marchar con el Frente Violeta, más afín a sus ideales.

Anticapitalista, antirracista, antipatriarcal y transincluyente, definió la Asamblea de Mujeres Michoacán su movimiento al comenzar los posicionamientos. Autogestivo también, por lo que fue necesario cooperar para el sonido. No hubo lonas costosas con mensajes en contra de políticos, como en el otro frente, el de las violetas. “No tenemos relación con policía ejército ni ningún tipo de instituciones”.

“El capitalismo patriarcal no representa los derechos de las mujeres trabajadoras (…) Si nuestras vidas no valen, que produzcan sin nosotros”, enfatizaron.

Ni una más, ni una más, ni una asesinada más

“Alondra, Citlali, Gaby, Zulema”, enunció Sofía Blanco, de la colectiva MAPAS, quien dirigió su discurso hacia las víctimas de feminicidio que han sido invisibilzadas. Después cedió el espacio a Eduardo Santamaría, padre de Frida Santamaría, joven que fue asesinada frente a 200 personas por Juan Paulo “N”, hijo de un expresidente municipal de Sahuayo y cuñado de un funcionario del gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla, a quien el hombre tachó de corrupto:

“El caso de mi hija no se ha resuelto por un favor político a Alfredo Anaya Orozco y ahorita el asesino de mi hija, Juan Pablo Amezcua, está libre, está en Cancún, y Frida todavía no recibe… Ni siquiera nos aceptaron la apelación. Esto de un feminicidio ahora es un delito doloso, culposo… Realmente es una travesía infernal venir a pedir justicia. Hoy gracias a ustedes me siento…”, profirió antes de romper en llanto.

“No estás solo”, fue la respuesta de miles de personas.

Go back…

Cuando el bloque negro de la Asamblea de Mujeres Michoacán realizó pintas en los pilares de un hotel de los Portales, unos gringos se asomaron a un balcón, copa en mano, indignados, “no, no”, decían. Una manifestante les respondió en inglés que no sabían cómo son las cosas en México y que lo mejor sería no opinar, para rematar con un sonoro: “go back to your fuckin’ country”.

Los gringos se indignaron, pero se quedaron en el balcón, escuchando -tal vez comprendiendo-, que en México, en los dos meses que lleva el año, han desaparecido más de 500 mujeres, oyendo al papá de Frida y a cada uno de los pronunciamientos, tomando fotos y video, cruzando miradas, observando, callados.

Callados estuvieron también otros extranjeros en la calle, escuchando, tal vez comprendiendo.

Canteras: hermana esta es tu lucha

“No representamos a un solo tipo de mujer, al mujer blanca, cisheterosexual, neurotípica, sin discapacidad, perteneciente a una religión y etnia dominante y de clase media-alta. Estos atributos han sido el estándar de lo que es una mujer en el Occidente e inevitablemente de manera inconsciente se convirtieron en el estándar de toque debe ser una mujer feminista”, declaró Luz Paz, a nombre de la colectiva Canteras, conformada por mujeres trans, lesbianas y bisexuales.

Pidió recordar que no sólo vivimos en un sistema patriarcal, sino también clasista, racista, homofóbico y transfóbico, es por lo anterior que hay mujeres privilegiadas e invitó a reflexionar y cuestionarse qué oportunidades tienen por encima de mujeres diversas, para actuar en consecuencia.

“El feminismo es y debe ser transincluyente”, sentenció, entre el júbilo de los asistentes. “Como lesbianas y bisexuales podemos aportar una nueva visión al feminismo al tomar acción no sólo desde la sonoridad sino también desde el amor y el erotismo por otras mujeres”, agregó.

La exigencia es que no se invalide la identidad de género de la población trans, que lo hombres trans y personas no binarias tengan acceso a servicios de salud ginecológicos y de menstruación digna.

Las integrantes de Canteras presentaron una manta de rafia tejida en donde se podía leer que México es el segundo país de América Latina con más transfeminicidios. Cada punto tejido, detalló, representa una mujer asesinada, a partir de la estimación de que si hay 11 feminicidios diarios, dentro de 20 años habrán ocurrido más de 80 mil: “Un punto tejido por cada hermana perdida”.

“Váyanse antes de que lleguen las otras y no pasen por ahí”, recomendaban más tarde en privado a las compañeras trans ante la inminencia de la llegada de la segunda marcha, “desháganse de todo lo que las identifique como que participaron en la manifestación, no usen calles principales y avísennos cualquier cosa”.

Las violetas

Enojadas, ruidosas, al grito de “el que no brinque es macho”, llegaron las violetas, de noche. Posaban para la foto, pintaban, rompían, se tomaban otra foto, corrían de ida, de regreso y de vuelta, frenaban por minutos y volvían a avanzar.

El Frente Violeta, que no se autoconcibe como transexcluyente, pero sus integrantes lo gritan en redes sociales; que se autonombra como feminismo radical, que llegó acompañado de la dirigente estatal del PAN, Rosa Hilda Abascal, y de la exdiputada Gabriela Cázares. “Sólo mujeres”, clamaron días antes.

Las intervenciones del bloque negro fueron parejas, tanto a las instituciones misóginas como a empresas que han sido señaladas de misoginia o que albergan acosadores, como a todos los negocios a su paso.

Muchos negocios cerraron sus puertas, algunos colgaron mantas moradas o consignas de apoyo, uno arrojó una bomba de humo a las manifestantes, lo que causó pánico entre quienes pensaron que se trataba de gas lacrimógeno y gritaban a la multitud que se replegara y se agachara.

Como carne de cañón, niños pequeños encabezaban un contingente. Hasta adelante, para la foto, con sus mantas y cartulinas.

Reporteras que cubrieron esta manifestación se dijeron amenazas y agredidas por integrantes del Frente Violeta, particularmente por las organizadoras, que les exigían replegarse a la banqueta y les impedían el registro de imágenes, mientras que a un camarógrafo con telefoto y flash le sonreían y posaban, a pesar de que las fotorreporteras pedían permiso para fotografiar.

“Fuimos agredidas verbalmente, empujadas, intimidadas con palos e impedidas, de manera agresiva, de documentar algunas de las acciones emprendidas por las manifestantes en la vía pública”, fue el reclamo en los comunicados en donde se dio a conocer su posicionamiento, mismo que más tarde sería respondido con una especie de deslinde, en donde las señaladas se dijeron a favor de la labor de las reporteras, pero no hicieron alusión a las agresiones.

Adornaron este contingente imágenes de deudores alimentarios, así como fotos y nombres escritos en cartulina de agresores de mujeres, entre ellos, algunos trabajadores de medios de comunicación, acusados de abuso y hostigamiento sexual.





Beatriz Rojas

Se desempeña como periodista y escribe como escritora, con formación en la facultad de Letras de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, pero opina como maestra en Políticas Públicas y doctorante en Ciencias del Desarrollo Regional, ambos por el Instituto de Investigaciones Económicas y Empresariales (UMSNH). Ha publicado cuento, poesía y narrativa, así como notas sobre derechos humanos, política y Congreso en algunos medios locales de cuyo nombre no quiere acordarse, y es parte del núcleo editorial de Regla de Tres.

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