El gato 

Gerardo Pérez Escutia

Émile Bouin tiene setenta y tres años, está casado en segundas nupcias con Marguerite Doise, de 71 años; ambos son viudos y no se hablan desde hace 4 años, aunque viven juntos, sólo se comunican entre sí dejando pequeños papeles con recados en lugares preestablecidos de su casa, o bien, se los lanzan uno a otro. Son casi siempre mensajes lacónicos, en su mayoría hirientes como pequeñas saetas, y siempre marcando el contrapunto de una soterrada guerra personal que vertebra y da sentido a su vida en común. 

Este es el inicio de la historia que se narra en la novela que reseñamos en esta semana,El gato (Acantilado, 2012) de Georges Simenon (Bélgica, 1903, Suiza, 1989). quien no necesita presentación, ya que es uno de los padres de la novela negra moderna. Fue un escritor prolífico con 192 novelas publicadas bajo su nombre y una treintena con diversos seudónimos, conocido sobre todo por sus novelas protagonizadas por el inspector Maigret, personaje que está a la altura de Sherlock Holmes o de Hercules Poirot. 

Georges Simenon 

En nuestra columna, además de estar al pendiente de las novedades en el género (y subgéneros), nos gusta de vez en cuando visitar a los clásicos que dieron forma y estructura al actual noir, recordar sus historias, estilo y sobre todo disfrutar la calidad narrativa de sus obras, por ello escogimos en esta ocasión El gato, una de las novelas más personales e intimas de Simenon, y a su vez de las de mayor crueldad, tanto que calificaría perfectamente como novela negra. Esta novela se publicó en Francia originalmente en 1967 y la versión en español que presentamos es del 2012. 

Émile tenía un gato, Joseph, lo trajo consigo cuando se casó con Marguerite y se mudaron a vivir a la casa de ella que aún conserva los aromas y recuerdos del primer esposo de Marguerite. Desde el principio fue evidente la aversión mutua entre el gato y su nueva esposa, Joseph ni siquiera permitía que ella lo alimentara, siempre se alejaba de Marguerite erizando el pelo, ella no toleraba su presencia y la sola existencia del gato, poco a poco se fue convirtiendo en una afrenta irreconciliable entre Marguerite y Émile. A su vez Marguerite tenía un enorme papagayo en una jaula, que era su veneración, al no tener hijos ambos, sus mascotas eran el centro de su atención y mimos.

En el momento que inicia la historia el gato ya no está y el papagayo sigue en su jaula… disecado. Émile tiene la firme sospecha de que Marguerite envenenó a su gato, y esta sospecha se convirtió en el disparo de salida que dio inicio las hostilidades entre ambos, que paulatinamente convirtió en un infierno su vida en común.

Como ambos son viejos y jubilados, pasan la mayor parte del tiempo juntos, llenan su día con pequeñas actividades domésticas y prácticamente no tienen vida social. A raíz de que dejaron de hablarse, Émile sale ahora con frecuencia a visitar bares y restaurantes a los que era asiduo en su juventud, cuando trabajaba como obrero en la construcción, incrementando mucho su consumo de vino, situación que molesta mucho a su ascética esposa. 

Marguerite nunca tuvo que trabajar, proveniente de una familia de cierto abolengo y buen nivel económico, vive de las rentas de las propiedades que le dejaron sus padres, el matrimonio entre ambos, lejos de ser producto del amor, fue una convención mutua para juntar sus soledades y acompañarse en su vejez, sin que ambos intuyeran lo que se les venía encima.

Simenon va construyendo una historia opresiva que se va mostrando a través de la voz de Émile, nos habla de dos seres en la etapa final de sus vidas que se odian y no se pueden dejar, que viven alrededor de un misterio aparentemente trivial: ¿qué pasó con el gato? ¿quién lo mató? Una historia en que cada detalle, por pequeño que sea, se agiganta y entra en el juego autodestructivo de una pareja sin remedio.

Es una historia pequeña, intimista, con muy pocos personajes, de una cotidianidad apabullante, sin giros de tuerca narrativos, pero que en su sencillez, en la filigrana narrativa, logra engancharnos como en la mejor novela de misterio y en cada página nos tiene ante la expectativa de qué harán, qué dirán, cómo reaccionarán. Ese par de seres anodinos, enfrascados en una lucha sorda, con la única esperanza de que uno de los dos muera antes.

El autor logra una novela muy cruel que hurga en los recovecos del alma humana y nos muestra como una cadena de pequeñas mezquindades en unas vidas anodinas, se convierten en una tragedia que aplasta literalmente la vida de los protagonistas, los acontecimientos se suceden y nos mantienen en tensión por lo cotidiano y común del relato, esperando a cada vuelta de página que se revele el misterio central de la historia y lo que pasará con la vida de Émile y Marguerite.

Sin duda, George Simenon es uno de los grandes escritores del siglo XX, escritor que trasciende géneros, sus novelas son de una riqueza literaria deslumbrante, concibe historias como la que hoy recomendamos, donde nos lleva a un mundo estremecedor, que nos eriza la piel al hacernos intuir la fragilidad de la vida en pareja, fragilidad que en un descuido nos puede hacer caer a cualquiera en un abismo como el que aquí nos presenta.

Muy recomendable.


Gerardo Pérez Escutia

Un sobreviviente a un colegio Marista y UMSNH, sus empleos han sido diversos, desde Bell Boy en una compañía de seguros, hasta “Country Manager” en una multinacional, pasando por veterinario, agente de ventas; encargado de turno en una “Comunidad Terapéutica” y microempresario. Ha vivido en Morelia, Uruapan, Culiacán, Ciudad de México y actualmente radica en Guadalajara, Jalisco.

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