Disolución 

Livier Fernández Topete

Lleva un sombrero tipo bristol, cuya ala se transforma en plato y copa en taza, cuando la borrasca se aproxima. De modo que el varón se convierte en cazador de altocúmulos, esas nubes de copos irregulares que generan lluvias intensas; en la temporada húmeda carga saquitos de té en los bolsillos que se lleva a la cabeza cuando las precipitaciones lo permiten; es un coleccionista de lo intangible, de experiencias gustativas caracterizadas por su fugacidad y su contacto con la naturaleza; es un caminante que se adorna con el ritual del té, alguien que se viste con la calidez de un proceso en el que el azar juega un papel importante. 

El hombre perdido en la bruma nos permite ver solo su revés, el único plano nítido es el de la parte superior de su cuerpo, él se extravía en la escena, no su cabeza que es servicio y vajilla de té, su cuerpo se borra entre la niebla, pero la testa en alto a la espera de una nube cargada de agua, reubica a nuestra especie, reflejando el velo que somos apenas, reiterando la simbiosis con la madre tierra, procurando el retorno a la cueva original, regresando al sabor del caldo primigenio.


Imagen de portada: Arte digital de rare gallery.

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