El libro del sepulturero

Gerardo Pérez Escutia

En la entrega de esta semana del Bufete negro seguimos recomendando novela negra con contexto histórico, ahora se trata de El libro del sepulturero (Editorial Planeta, 2022), de Oliver Pötzsch (Munich, Alemania, 1970), un autor de ficción histórica muy conocido en su país, ha logrado enorme éxito principalmente con sus libros electrónicos; en español solo encontramos La hija del verdugo y su último libro que es el que reseñamos en esta ocasión.

Estamos en las postrimerías del siglo XIX, en la Viena de 1893, con el ascenso de nuevas corrientes políticas y culturales (nacionalismo, antisemitismo, socialismo) que cuestionan la continuidad del Imperio austrohúngaro. Se percibe un ambiente de incertidumbre y escepticismo en las élites culturales ante la modernidad, las calles de Viena aún se alumbran con farolas de gas pero en algunos barrios ya hay bombillas eléctricas, el teléfono ese “extraño aparato” comienza a ser usado por las élites y por el gobierno, por la avenida Ringstrasse además de los carruajes y berlinas tiradas por caballos, ya se ven esos ruidosos automóviles que perturban con su ruido y humo del escape la placidez del paseo vienés por excelencia.

Oliver Pötzsch

La expectación y la sensación del alumbramiento de una nueva era que se viven en ciudades como París, Londres o el lejano Nueva York, no se vive igual en Viena, las tradiciones pesan demasiado, el sentido y el hacer tradicional no ceden tan fácilmente ante el oropel de la modernidad.

En este contexto, llega a la ciudad el joven Leopold von Herzfeldt, para incorporarse como agente de la policía vienesa, viene de la ciudad de Graz donde trabajó como juez de instrucción bajo la tutela de Hanz Gross, un célebre fiscal del lugar.

Un domingo en la jefatura de policía, y siendo Leopold el único agente presente, recibe una llamada urgente para trasladarse al Prater (el parque más importante de la ciudad), en donde se acaba de encontrar el cuerpo de una mujer salvajemente asesinada. Una vez en el lugar del crimen, acompañado de su flamante equipo de investigador que incluye una moderna cámara fotográfica, se encuentra con una escena dantesca: una mujer semidesnuda, degollada y con una estaca clavada en sus partes íntimas, está rodeada por los policías vieneses que arribaron antes, Leopold percibe una desconfianza hostil hacia su persona, sobre todo de el comisario encargado del caso, el inspector Paul Leinkirchner, un ferviente antisemita, un hombre rudo y tradicionalista que ve con desconfianza todo lo que huela a cambio y modernidad.

Leopold tiene frescas las enseñanzas de su mentor, plasmadas en el Manual del juez, una guía procedimental para investigaciones, en la cual ya se esbozan los lineamientos de la criminología moderna (preservación de la escena del crimen, toma de huellas dactilares, utilización de cámaras fotográficas), quiere aplicar sus conocimientos en este su primer caso en la ciudad, pero se encuentra ante un muro infranqueable, levantado a base de desconfianza, resistencia al cambio, y un abierto rechazo a las técnicas modernas de investigación por parte del inspector Paul y su equipo, de entrada se le niega su participación activa en el caso, y se le relega a buscar en mohosos archivos alguna pista.

A pesar del rechazo inicial, Leopold logra convencer al comisario Stukart para poder coadyuvar en la averiguación con las técnicas y conocimientos acuñados en Graz, así comienza su inmersión en un mundo oculto, despiadado y violento, al que lo llevarán sus indagaciones de éste… su primer crimen.

Conforme avanzan las pesquisas derivadas del asesinato de la joven mujer, Leo conoce a un misterioso y lúgubre personaje, Augustin Rothmayer, sepulturero mayor de Viena, quien se ha pasado la vida entre cadáveres, también miembro de una estirpe de sepultureros. Rothmayer es un hombre que bajo su aspecto mortecino y desaliñado esconde una gran cultura y capacidad de observación y síntesis, tanto así, que está enfrascado en la escritura del Almanaque para sepultureros, libro singular y exhaustivo que denota una fascinación morbosa por la muerte en todas sus facetas.

Con la inesperada ayuda del sepulturero y de Julia Wolf, una joven operadora telefónica de la central de policía, Leo avanza en la investigación, la cual se complica al aparecer dos cadáveres más en condiciones similares al primer crimen, al mismo tiempo se cruzan con un misterioso suicidio de un medio hermano de Johan Strauss, hijo del famosísimo autor del vals Danubio Azul, y lo que parecía ser obra de un asesino similar al inglés Jack el destripador, por lo que todo se torna más complicado y oscuro, donde se vislumbra la participación de los miembros más insignes de la sociedad vienesa en actos impensables de crimen y depravación.

Las indagaciones de Leo avanzan a trompicones, las pistas que se van consolidando echan por tierra cualquier certeza, y le hacen sospechar hasta de sus mismos compañeros, del sepulturero, Julia, el jefe de Policía y del mismísimo e ilustre Johan Strauss.

Al final las piezas van encajando, se vislumbra la resolución del caso, y llegamos a un final sorprendente y muy gráfico, digno de la mejor novela negra.

Oliver Pötzsch, es dueño de una prosa elocuente y clara, nos lleva de la mano a conocer una sociedad que se mueve entre la modernidad y la tradición, en el marco de una ciudad monumental, plagada de palacios y grandes avenidas, a su vez, nos sumerge en las cloacas del poder, de una “clase dominante” que se percibe como intocable, y con derechos absolutos sobre la vida de los desposeídos, la trama nos ilustra también en cómo las nuevas técnicas de indagación policíaca y forense se abrieron paso, teniendo que demostrar su valía venciendo resistencias y destruyendo prestigios, para sentar las bases de la moderna investigación policíaca.

Los invito a leer este buen libro, que nos llevará a conocer de primera mano la Viena Imperial del final del siglo XIX, con una historia bien narrada, a un ritmo vertiginoso, que a nadie deja indiferente.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.

Loading

También le venimos ofreciendo:

Danos tu opinión: