Livier Fernández Topete
¡Y vino! ¡y vino! el tiempo que nos encendió.
Diablura Ediciones (proyecto autónomo) nació en 2012 en Toluca, primero con la intención de publicar a escritores locales del Estado de México, pero luego fueron abriendo sus infernales y generosas puertas a otros diablos de diferentes estados e incluso países. Se presentan en ferias del libro y en eventos culturales para difundir, mediante ventas y lecturas de los textos, sus publicaciones que se trasmiten de mano en mano. Libros hechos con todo el cuidado, diseños de primera y a la altura del más exigente lector, con tres peculiaridades dignas de mencionar: sin registros, a favor de la memoria colectiva; permiten (una leyenda lo incita en las páginas legales de sus libros) cualquier reproducción y acto de piratería, a condición de citar autor y fuente; bautizan a sus autores con nombres de demonios que hacen alusión a sus quehaceres, pasiones o personalidades.
El equipo de Diablura: Jorge Manuel Herrera (dirección, diseño y edición), Cecilia Juárez y Alonso Guzmán (consejo editorial), Michelle Gaytán (difusión y ventas).
Los pasados 1 y 2 de octubre, se festejó el décimo aniversario de esta extraordinaria editorial, inaugurado en el auditorio del Museo Salón de la Fama Deportivo Toluca, pues los Diablos Rojos fueron el detonante del nombre de este proyecto. Diablos mayores y demonios de distintas partes de la república y de latinoamérica, nos reunimos para invocar también a los dioses, sones de Caliche Caroma y de Gizah Arte le pusieron otro ritmo a la literatura. Al finalizar las rondas de lecturas, se hizo un recorrido por el Museo Deportivo, un espacio dedicado a la historia y triunfos del equipo de fútbol del Toluca, su acervo conforma la memorabilia más importante de los Diablos Rojos de la ciudad, fundado en 1917, incluyendo trofeos, información gráfica, fotografías e indumentaria deportiva. Luego vino una comida, un intermedio en el Bar 2 de Abril y más tarde, La Diosa Blanca, un espacio cultural independiente y fascinante en Metepec, atendido por Adriana Romero y Antonio “El Arqui”, la luna sí nos acompañó, Laia y Maddox (dos niños más que enérgicos) fueron poesía con su juego y algarabía en el jardín soleado, la noche llegó con Orines de Puerco, una banda de la escena punk de Metepec, cuyo cantante se dedica también a la alfarería, hubo baile por la paz (pogo) y el primer día terminó con Hoguera y memoria, un ritual para llamar y recordar a Guillermo Fernández, se leyó un manifiesto, se hizo ofrenda de tequila y una fogata se mantuvo encendida para homenajear a este poeta y traductor mexicano que fue asesinado en el 2012 dentro de su casa en Toluca. Si quieres leer una crónica detallada del primer día del festival, visita: https://elartefacto.net/seis-poetas-contra-una-puerta-o-diez-anos-de-diabluras/.
Al día siguiente, acudimos de nuevo a La Diosa Blanca, extrañamos los sones de los morelianos, más literatura en voz de sus autores, continuación del recreo por parte de los niños (esta vez se unieron dos o tres más), la sorpresa de Agustín Monsreal al tomar la palabra y en lugar de leernos obra suya, rememoró obra viva de su primera declamación de poesía en el preescolar y de un tío entrañable al que alguna vez le rompieron el corazón, narración iniciada con algo parecido a: “me gustaría estar de aquel lado, con los niños y no de este lado, obligado a leer con los adultos”, hubo fresca coctelería, comida deliciosa de Andrés Juárez y su compañera que hacía a mano tortillas de maíz tricolor, muchas despedidas y pocas ganas de marcharse.
Los Diablos de Toluca-Metepec fueron anfitriones de lujo, compartiendo espacios, brebajes, música, letras, cielo e inframundo. Ah, el averno tiene sus sombrías siluetas que maquinan debate, diálogo, formas del futuro personal y retórico, las tinieblas labran sus oscuros laberintos que conducen a la luz.
Fotografía de registro del festejo del décimo aniversario de Diablura Ediciones, de Alex Ganem
Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.
