El último lapón 

Gerardo Pérez Escutia

Laponia es una extensa región que se encuentra al norte de la península escandinava, atraviesa las fronteras de Suecia, Noruega, Finlandia y Rusia; toda está dentro del círculo polar ártico, un lugar inhóspito y de clima extremo como pocos en el mundo, es hogar desde tiempos inmemoriales de la etnia Sami, a quienes se les considera la última etnia autóctona de Europa.

Los Sami o lapones, son actualmente alrededor de 80,000 habitantes y mantienen desde siglos atrás una lucha persistente por conservar su cultura, idioma y costumbres, los cuales sobreviven a pesar del avance de la “civilización” y la codicia de los países que comprenden la región, atraídos desde siglos atrás por su riqueza minera, sus enormes extensiones de tundra y su ganadería, la cual consiste principalmente en la cría y explotación extensiva de renos, actividad a la que se dedica buena parte de la población lapona, que no ha sido integrada aún a la civilización occidental.

En este escenario se ubica la trama de la novela que reseñamos en esta semana, se trata de El último lapón (Ediciones Destino, 2013) de Olivier Truc (Dax, Francia, 1964), quien vive actualmente en Estocolmo y combina su trabajo de escritor con el de corresponsal del periódico Le Monde de Francia, es autor de varios libros de novela negra, aunque en español solo han sido publicados: El último lapón, El estrecho del lobo y en este mes acaba de salir La desconocida, novela que escribió junto con la gran Rosa Montero.

El último lapón se inscribe en la corriente que se ha popularizado como noir etnicocorriente que está ganando gran popularidad en el género negro, gracias a sus interesantes historias, que mezclan felizmente los grandes elementos de la novela negra, con un acercamiento en profundidad a pueblos y etnias que difícilmente se han visto reflejados en las historias del género, y que además nos permiten una inmersión profunda solo alcanzable con la buena literatura, a mundos que son en gran parte desconocidas por nosotros.

Kautokeino, Noruega, es un pequeño poblado que alcanza apenas unos 3,000 habitantes, enclavado en medio del territorio lapón y con una población multiétnica con predominio de los Sami, este pueblo es la base de Klemet y Nina, quienes forman parte del cuerpo de policía encargado de vigilar a los pastores lapones y sus rebaños (la policia de los renos), Klemet es un auténtico Lapón y Nina es del sur de Noruega.

Olivier Truc

Klemet, después de muchos años de estudio y preparación (llegó a formar parte de la brigada que investigó el crimen de Olof Palme), regresó a su pueblo natal con el orgullo que le da su profesión, y cierto ánimo revanchista por los desprecios sufridos en su juventud, ya que abandonó la ganadería, lo cual es muy mal visto por los lapones tradicionalistas; Nina es una rubia joven y guapa, que pidió expresamente trabajar en esta remota y dura región dispuesta a vencer la misoginia imperante, curtirse, y escalar posiciones en la fuerza policíaca.

El trabajo de ambos consiste en recorrer la tundra y localizar a los pastores en sus gumpis (casas móviles de los lapones), vigilar que sus manadas de renos no traspasen los límites de sus propiedades y causen conflictos con otros propietarios, que a la postre pueden derivar en el robo de algunos ejemplares y hasta hechos de sangre entre ellos, un trabajo muy duro, pues requiere que se trasladen cientos de kilómetros en sus moto nieves y un conocimiento excepcional del peligroso terreno que en cualquier momento puede ocasionar un accidente fatal.

En su ronda de trabajo habitual acaban de visitar a Mattis, un pastor que se asume como chaman y heredero de la tradición ancestral de fabricar escudos lapones, les preocupó verlo en un estado de exaltación poco habitual en él, hablando incoherencias y recordando antiguos mitos que anuncian el advenimiento de una tragedia para el pueblo Sami. Como pudieron lo tranquilizaron y lo dejaron en su gumpi, rumiando recuerdos e invocando a sus ancestros.

Al día siguiente, ya en Kautokeino, en junta con su jefe El shérif, Tor Jensen, se enteran de que un Tambor tradicional muy valioso y antiguo, ha sido robado del museo local, hecho que les enciende las alarmas y lo relacionan con Mattis (el pastor que vieron el día anterior), van en su busca y lo encuentran… muerto a puñaladas, y mutilado, el o los asesinos se tomaron el tiempo suficiente para cortarle las dos orejas.

El haberle cortado las orejas a Mattis tiene un valor simbólico, pues en la tradición de los pastores lapones, se marcan las orejas de los renos con muescas específicas para indicar a quien pertenecen y así poder identificar a algún reno muerto o extraviado, la policía de los renos tiene todo el catálogo de dichas muescas para poder hacer su labor de vigilancia; Klemet y Nina se preguntan si la muerte de Mattis está relacionada con disputas entre pastores o si tiene que ver con el robo del valioso escudo.

A pesar de no ser policías investigadores en lo criminal, el shérif les asigna el caso del escudo y el del asesinato de Mattis, presumiendo que su conocimiento de la región y de todos los pastores y ganaderos les dará una ventaja sobre la policía de Oslo, además, fueron los últimos que vieron vivo al pastor, ambos casos revisten gran prioridad, pues la población Sami puede asumir estos hechos como un ataque directo a su etnia y a la conservación de sus tradiciones, ya que el escudo robado forma parte de los menos de 80 que quedan (de miles) y que en su simbología narran la historia y cultura del pueblo lapón.

La historia cambia de velocidad y tono, y nos sumergimos en un mundo en que los valores tradicionales adquieren un peso específico diferente, la defensa de la cultura ancestral de los lapones y sus referentes históricos y religiosos recorren toda la novela, nos vamos dando cuenta que el asesinato de Mattis y el robo del escudo son solo la punta del iceberg de un drama mucho más grande, que hunde sus raíces al menos doscientos años en la historia del pueblo Lapón, desde la llegada de los colonos noruegos y suecos, que comenzaron a apropiarse de tierras, recursos naturales y a imponerles cultura y religión a sangre y fuego.

La investigación avanza, y las indagaciones de Nina y Klemet se ven obstaculizadas por un compañero racista y corrupto, Rolff Brattsenquien gusta de humillar a Klemet y reclama al Shérif su potestad sobre la investigación al tener mayor jerarquía que “la policía de los renos”; pese a ello, siguen las indagatorias a trompicares, y va cobrando especial protagonismo una extraña historia previa a la Segunda Guerra Mundial, cuando un grupo de investigadores de varias naciones estuvieron en la zona buscando señales de la existencia de oro y otros minerales, expedición en la que participó como guía “Nils Labba”, chaman y abuelo de Mattis, el pastor asesinado.

Las indagatorias se hacen más complejas, entrando en escena personajes muy interesantes que complican la investigación; tenemos a  André Racagnal, torvo geólogo francés, obsesionado por la búsqueda de oro en la zona, personaje por demás siniestro con marcadas tendencias pederastas; otro personaje fundamental en la historia es Aslak el más tradicionalista de los pastores que vive totalmente aislado, casi sin contacto alguno con la civilización, y a quien envuelve un aura de misterio, respeto y reverencia en toda la región Sami.

El autor desarrolla una novela que a la par de mantenernos intrigados en cada página por los misterios que plantea, nos extasía con la descripción que hace de la región lapona, con sus noches eternas, sus auroras boreales y su clima inhóspito y salvaje, nos introduce en una cultura que aún conserva valores ancestrales y que se mueve en tiempos y referentes muy diferentes a los nuestros, obligándonos a la reflexión sobre el valor del respeto y conservación de dichas culturas, todo ello sin un falso indigenismo o paternalismo, sino con una visión a la vez respetuosa y crítica.

Una novela de gran profundidad, que nos hace reflexionar sobre el valor de la diversidad, y que al mismo tiempo disfrutamos como un excelente thriller. La recomiendo ampliamente.

Gerardo Pérez Escutia

Un sobreviviente a un colegio Marista y UMSNH, sus empleos han sido diversos, desde Bell Boy en una compañía de seguros, hasta “Country Manager” en una multinacional, pasando por veterinario, agente de ventas; encargado de turno en una “Comunidad Terapéutica” y microempresario. Ha vivido en Morelia, Uruapan, Culiacán, Ciudad de México y actualmente radica en Guadalajara, Jalisco.

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