El último verdugo

Gerardo Pérez Escutia

Lena Mayoral es una conocida experta en psicología criminal, que imparte clases, conferencias y ha escrito libros sobre el tema. Después de pasar una temporada con el FBI en los Estados Unidos, se especializó en trazar perfiles de asesinos seriales, y ocasionalmente, ayuda a la policía española a resolver casos especialmente difíciles.

Lena, huérfana desde joven, creció con su abuela, una mujer amargada y dura, a quien Lena siempre llamó en su fuero interno “la vieja bruja”. Hasta hoy, el recuerdo de su abuela aún la incomoda ocasionalmente, recordándole lo gorda, tonta, o inmadura que era, o que quizás aún es.

Lena está inmersa en la escritura de su tercer libro, Jovenes asesinos, el cual ha ido construyendo a base de entrevistas a jóvenes delincuentes que han tenido un especial impacto mediático en la sociedad. Se encuentra en una fase de incertidumbre, ya que su editor la está presionando para la entrega del libro el cual ella siente que no ha “cuajado” lo suficiente. Cree que le falta algo, y para calmar su ansiedad recurre a su adicción al chocolate, que usa como un conjuro contra el miedo y la soledad.

Toni Hill Gumbao

En medio de su angustia por no poder finalizar el libro, recibe una llamada del Subinspector David Jarque para presentarse en un paraje apartado en las afueras de Barcelona, en un casino abandonado donde han encontrado un cadáver. Inmediatamente, Lena siente como le invade esa sensación angustiante, como un “enjambre de dudas” que siempre percibe al enfrentarse a una escena real de un crimen.

Al llegar a la escena, se encuentra con una imagen macabra: luces de colores iluminan el lugar, y bajo ellas yace el cadáver de un hombre de mediana edad con señales de estrangulación y tortura. Al examinarlo con detalle, encuentran un papel en su boca, que al desplegarlo revela un ominoso mensaje… “Alguien tiene que hacerlo”.

Así comienza el libro que recomendamos en esta semana, El último verdugo (Penguin Random House, 2023) de Toni Hill Gumbao (Barcelona, 1966), traductor y escritor de novela negra, su obra ya ha sido traducida a varios idiomas y es considerado un referente en el noir español contemporáneo.

La investigación comienza como siempre, recolectando pruebas, analizando la escena del crimen y realizando la autopsia. El subcomandante Jarque y su equipo se reúnen con Lena quien percibe la hostilidad y desconfianza de un grupo machista y hermético. Su natural talante dubitativo flaquea, y tiene que echar mano de toda su experiencia como psicóloga criminal para ganarse la confianza del grupo.

Jarque le revela que este cadáver es el tercero encontrado en Barcelona y sus alrededores en aproximadamente un año. Aunque las víctimas tienen edades y características diferentes, los une la similitud en el “modus operandi” del asesino o asesinos, y el mensaje que deja en ellos. Todo apunta a un asesino en serie, una especie de vengador, insinuado por el mensaje dejado en las víctimas. Al investigar el pasado de los fallecidos, va emergiendo la certidumbre de que todos tienen “pecados ocultos”, historias de violencia y abuso, y que definitivamente no eran “trigo limpio”. Esta circunstancia, junto con las peculiares marcas y huellas dejadas en los cadáveres, van perfilando un método macabro de ejecución del crimen.

Las huellas de sujeción, las marcas en el cuello, la nuca, la compresión vertebral y la perforación del cerebelo, indican claramente, que las víctimas fueron ejecutadas mediante… ¡Garrote vil!

Lena y el equipo policial se dan cuenta de que se enfrentan a un verdadero desafío: un asesino meticuloso y cerebral, con el tiempo y la capacidad suficiente de construir un infame instrumento similar al utilizado para torturar y matar a miles de españoles desde la inquisición, adoptado oficialmente como método de ejecución desde 1820 hasta 1978, cuando se abolió esta inhumana y cruel forma de muerte, tan valorada durante el franquismo.

La historia se vuelve cada vez más compleja, a medida que se paraliza la investigación debido a la falta de pruebas. Lena, entrevista a Cruz Alvar, una joven mujer encarcelada por un crimen muy mediático, cuya historia evitaba incluir en su libro, pero que finalmente no puede eludir. Así conocemos la extraña y terrible historia de Cruz y cómo hay indicios de conexión con la historia del verdugo del “Garrote Vil”.

Con una maestría notable, en el manejo de los tiempos y la tensión narrativa, el autor entrelaza hasta tres historias aparentemente no relacionadas, que en sus saltos temporales nos llevan a la campiña inglesa de los años noventa, a los orígenes un mafioso ruso asentado en Barcelona y a los lujosos salones de coleccionistas de arte.

Lena avanza en el proceso de perfilación criminal y, cuando cree que ya tiene un sospechoso, aparece un cuarto cadáver. En esta ocasión el “asesino” habla con un periodista. El caso se convierte en una bomba mediática y la presión se acumula, Lena y el equipo policial se sienten atrapados en un laberinto del que no encuentran salida. 

Lena revive todos sus traumas y fobias, atrapada entre la escritura y la resolución del caso. A pesar de su depresión y la tentación de abandonar, las entrevistas con Cruz Alvar le abren una rendija y encuentra un hilo del que tirar. La tensión se acumula junto con las pruebas.

El autor logra que una historia aparentemente “convencional” de novela negra, se convierta en un relato complejo y sólido. En ocasiones nos sumerge en la parte más oscura de España, en un país fanático y cruel que creó el “Garrote Vil”, instrumento diabólico de tortura y muerte, mostrándonos como los ecos de esta España aún perviven en la actualidad, y en otros momentos , nos adentra en un relato de infancias crueles y solitarias, donde todo es complejo y nadie es completamente inocente.

Recomiendo esta novela sin reservas. Es un disfrute de la primera a la última página, y tiene un final absolutamente inesperado.

Gerardo Pérez Escutia

Un sobreviviente a un colegio Marista y UMSNH, sus empleos han sido diversos, desde Bell Boy en una compañía de seguros, hasta “Country Manager” en una multinacional, pasando por veterinario, agente de ventas; encargado de turno en una “Comunidad Terapéutica” y microempresario. Ha vivido en Morelia, Uruapan, Culiacán, Ciudad de México y actualmente radica en Guadalajara, Jalisco.

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