La experiencia del ojo

Ernesto Hernández Doblas

Toda experiencia es fruto de un encuentro. Dos elementos o más, reúnen su potencia e inicia un mundo. A cada instante, en todas partes, eternamente. ¡Ah, combinación de las posibilidades! ¡Estruendo del oleaje que forma y destruye las formas de la espuma! Big bang, ying yang: equilibrio del caos.

Nunca se sabe lo que aguarda en la otra orilla del tiempo, en donde al bifurcarse la línea cuántica, Proteo gusta disfrazarse para dotar de nuevas auroras a la aurora, que si no fuera por eso, sería un monótono tictac dormido.  

Así, con un encuentro que desatará juegos del devenir, es como inicia la novela Historia del ojo, del filósofo y escritor francés Georges Bataille quien nació en la comuna francesa de Billom el 10 de septiembre de 1897.

Leí ese libro en tiempos de mi adolescencia. Por supuesto me hipnotizó. Treinta años después he vuelto a sus páginas y aquel asombro sigue intacto. Sin embargo, descubro e interpreto nuevos aspectos. Por ejemplo: se trata de un evidente, sincero y creativo homenaje al Marqués de Sade.

Un homenaje más no una mera repetición. Particularmente toma del divino Marqués el gusto por las escenas sexuales explícitas y el interés por entretejer un pensamiento reflexivo respecto a lo que va siendo narrado. Sin embargo, a Sade no le va interesar lo que a Bataille sí: la experiencia interior.  

Esta primera novela del filósofo, poeta y narrador francés, también representa el primer paso de una trayectoria que nos legó una obra de diferentes registros y géneros pero siempre inquietante. Historia del ojo fue publicada bajo el seudónimo de Lord Auch en 1928 mientras su autor trabajaba como humilde bibliotecario.

Asimismo es resultado y conclusión de un proceso psicoanalítico al que años antes se había sometido. Texto para exorcizar demonios pero también darles la palabra sin mayores restricciones.

Otra de las virtudes de la novela en cuestión es la de plantear literariamente los principales ejes que a lo largo de su trayectoria va a ir desarrollando el pensador francés. Se habla mucho de la diversidad de sus temáticas y aunque es verdad, hay varios tópicos que son el estribillo de su pensamiento.

La trasgresión, lo sagrado y el erotismo serán esos aspectos que abrazan el cuerpo de su pensar. Junto a ello, el afán paradójico de comunicar lo incomunicable de una experiencia interior atravesada por esos tres conceptos.

Historia del ojo está dividida en apartados breves pero de una escritura potente. El primero de ellos se titula El ojo del gato. En ese inicio veremos la base que sostendrá la narración, es decir, el encuentro azaroso entre dos adolescentes que de inmediato descubrirán que los une un funesto deseo por los juegos y los desafíos del erotismo y la sexualidad, pero solo de aquellos que a su vez desafían a los preceptos morales. En todo caso lo suyo es la ética del cuerpo de(l) delito. 

El narrador en primera persona y del que no sabremos su nombre es uno de esos personajes. El segundo es Simone, quien será el centro de gravedad alrededor del cual girarán los poderosos imanes del vértigo erótico.

Aunque la pluma de Bataille nos hace saber que ambos tienen la misma intensidad y deseo por transgredir los límites de la moral y lo razonable, ella es la que una y otra vez lanza los desafíos que van desencadenando el caos y la violencia. Los estremecimientos análogos a la tormenta y la erupción de un volcán.

Sade y Friedrich Nietzsche cruzan por esta obra. El surrealismo está presente como ese delirio por encontrar un orden nuevo entre las patas del caos. Sigmund Freud es arquímedea palanca moviendo los resortes de Eros y Thanatos. Las escenas que se narran, van de una orilla a otra de lo erótico y lo pornográfico. No podía ser de otra forma tratándose de un escritor cuya vocación está en descubrir y describir las brújulas de lo paradójico.

Igual que en un proceso de alquimia, lo bajo y lo alto, celebran aquí bodas y partos, lo sagrado y lo profano celebran carnavales gnósticos, dios y el diablo cruzan brindis en el burdel del espíritu. He ahí una de las potencias de la obra bataillana: hacernos ver la vida en su esplendor solar. La vida menos como un racional orden de sílabas coherentes y más como un texto que delira en sus cuatro puntos cardinales.

Historia del ojo es un buen libro para quien desea entrar en la positividad dantesca de Georges Bataille y un buen recordatorio para quienes a partir de él, nos hemos convertido en sus lectores asiduos.

¡Ah, combinación de los devenires salvajes del alma! ¡Estruendo del incendio que forma y destruye a los fantasmas del bosque interior! Big bang, ying yang: equilibrio del caos.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.

Imagen de portada: OpenClipart-Vectors en Pixabay

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