Letras Cuervas

Ernestro Hernández Doblas

*Texto leído el pasado jueves 7 de septiembre, durante la presentación del libro Letras Cuervas, del escritor, originario de Lázaro Cárdenas, Jesús Baldovinos Romero, en el Museo del Estado. 

I

Se escribe siempre para dar vida, para liberar la vida allí donde esté presa, para trazar líneas de fuga.

Gilles Deleuze

Desde su majestuoso plumaje de tinta y sangre, las Letras Cuervas de este libro toman vuelo hacia nosotros, para encontrar árbol de miradas en el cual hacer un nido. Graznan músicas de cámara interior. Crían párrafos que ponen ante nuestra mirada. Visten de frac, pero sin pretensiones, más allá de compartirse desde la honestidad.

Su autor, viene del mar, que es el sitio por excelencia de donde viene la vida y la sal de la vida, que es salario que recibe la muerte para guiar nuestro camino. Vida y muerte que se dan en permanente oleaje liberado. Mancuerna en donde todo lo que vive se circunda. ¡Ah… dúo que dinamiza este juego que nos sueña!

Jesús Baldovinos Romero, es quien firma este trabajo de brevísimas ficciones. Brevísimas como un paréntesis, un relámpago o el suspiro de los amantes que se besan en un abrir y cerrar de ojos. Nació en el puerto de Lázaro Cárdenas y encontró sus líneas de fuga en el arte. Su profesión es la psicología pero el llamado de su corazón tomó los rumbos de la escritura como método por excelencia para estar a la vez acompañado y solo.

También se ha lanzado a la aventura en los terrenos del teatro, la radiodifusión, la promoción cultural y el cine, por mencionar algunas de sus inquietudes a las que sin dudar a dado el sí. Afirmación de una vida por la diversidad. Identidad que se sabe proteica por vital impulso.

El currículum de Baldovinos Romero está lleno de intensidades varias pero el hilo de su laberinto íntimo es la palabra escrita. Con ella ha tejido poemas, ensayos, cuentos y ahora: microficciones.

Más allá de la extensión, lo que requiere la literatura es intensidad. Dar vida a la vida en una especie de espectral desdoblamiento que aviva cada hoja donde quien escribe va dejando huellas del pulsar de las cosas. 

Por lo menos, de entre las formas en que puede hacerse y ser entendida la literatura, es la que me interesa. La que leo, escribo y aprecio. Si un libro no es de algún modo u otro un incendio, prefiero pasar de largo. Un incendio, una herida, un septiembre que no teme sismos ni manzanas del árbol del bien y del mal. 

Más allá del número de páginas, versos o palabras, la literatura es liberación de vida o no es. Vida que es propagación del fuego o no es. Fuego que ilumina y consume o no es. La vida está presa -por ejemplo-, cuando se sujeta a normas que reducen su potencia de expansivo gozo o dionisiaca experimentación a la intemperie.

La vida está presa -por ejemplo- cuando niega uno de sus lados o cuando divide lo que va unido o cuando reduce sus potencias no utilitarias o cuando vende su gozo ensimismado al mejor postor.

Una de las formas en que puede ser liberada, está en la trabajada intensidad de la literatura. Cualquier forma literaria es propicia a ello pero especialmente las formas breves a las que no se les puede disculpar inexactitud, falta de puntería o tibieza.

Desde su majestuoso plumaje de tinta, Letras Cuervas nos comparte una parvada de textos de la mano y corazón de un escritor que ha venido trabajando con ahínco en pulir sus líneas para entregarnos algo digno de ser leído. Publicar por ver aparecer nuestro nombre en un cúmulo de ocurrencias encuadernados, es una de las formas en las que se envilece al arte íntimo de la palabra escrita.

Baldovinos Romero, con paciencia viene trabajando en los jardines del verbo y en los de la vida que a final de cuentos son los mismos. Estas minificciones dan cuenta de ello. Todo texto que aspire a ver la luz con la mínima dignidad, debe afinarse como un instrumento musical antes de un concierto. Con esa delicadeza y dedicación han surgido estas Letras Cuervas, mensajeras de talento y vocación.

Al libro lo componen siete secciones, cada una con una serie de textos tejidos con temáticas y estilos particulares. Ello muestra sin duda los intereses y modos de entender y apreciar la escritura que se trae entre manos Baldovinos Romero.

Cada lector y lectora tendrán su apreciación de cuales minificciones resultan mejores en cuanto a potencia expresiva. A mí me gustan especialmente las secciones ¡Bu!, Desapariciones, Cada loco un tema y Voces de poeta.

A través de las páginas de este esfuerzo creativo, se pueden apreciar con claridad las técnicas del género literario que ha tenido especial auge en los últimos 30 años. El humor, los finales sorprendentes, el uso de recursos cercanos a la poesía y lo poético así como la intertextualidad, son algunas de las herramientas bien usadas en estas Letras Cuervas.

Para muestra, van dos botones de la sección Cada loco un tema: «El verdadero problema de Eleonor, su verdadero dolor de cabeza, no era su múltiple personalidad sino surtir su guardarropa». «A mi amigo imaginario se lo llevaron los del manicomio. Le dijeron que el imaginario era yo».

La vocación de poeta que comparto con Baldovinos Romero, se ve reflejada en los trabajos de la sección titulada Voces de poeta, que son precisamente aquellas que lo habitan ya sea en verso o en prosa.

La sutileza y el juego entre realidad y sueño tienen su sitio cuando leemos: » Ella mira la lluvia por la ventana. Él le pregunta qué hace allá afuera. Ella sonríe. Él no se explica por qué todas las cosas adentro de la casa están empapadas».

Celebro el nacimiento de Letras Cuervas y esta presentación en público a la que fui invitado para comunicar parte de mi experiencia entre sus páginas. Celebro que desde la costa Michoacana, la literatura se mantenga erguida y horizontal. Celebro la resistencia y el amoroso trabajo que desde hace poco más de dos décadas lleva a cabo Jesús Baldovinos Romero: poeta de nostalgias de mar, narrador, actor, locutor empeñado en divulgar la buena nueva del arte, promotor cultural de mil y un batallas perdidas y ganadas, cuenta cuentos y entrañable amigo de quien esto escribe.

Ernesto Hernandez Doblas

Ni la secundaria terminó pero insiste en escribir poemas, ensayos, minificciones y dislates de todo tipo. Ha publicado por obra del azar y las circunstancias algunos libros de poemas. Dar talleres literarios le apasiona porque así puede seguir aprendiendo. Fue novillero en sus años mozos y luego darketo. Actualmente es un embobado abuelo. Como José-José, ha rodado de aquí para allá y en ese balbuceo vital ha participado en una película, tres cortometrajes y algunas obras de teatro. Anduvo unos años haciéndole al reportero, trabajó en gobierno un tiempo así como de empleado en dos tiendas departamentales entre otras actividades, pero la mayor parte de su vida ha ejercido como desempleado. Es adicto a la literatura perversa, oscura y maldita. Ermitaño. Su mantra preferido: «preferiría no hacerlo».

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