Sobre «De barro y sal”

Ángel Hurtado

“En este mundo de plástico y de ruido
yo quiero ser de barro,
y de silencio.”
Eduardo Galeano.

Mi primer recuerdo de la costa Michoacana corresponde a un niño con poco cabello, hijo de un matrimonio recién consumado, conociendo por primera vez el mar en playa azul. Tenía cuatro años, y aunque siempre he sido un mal recordador, sobre todo cuando se trata de la infancia, recuerdo con precisión el telón de agua interminable, la línea apenas perceptible que dividía al cielo del mar, y a media distancia, las ruinas de un barco oxidado que presume haber sido alguna vez un enorme navío que cruzó los diferentes océanos. Recuerdo también con nitidez, la tina azul de donde sacamos a las tortugas recién nacidas, listas para alcanzar la libertad, el mar, siempre al fondo, siempre por todas partes. En esos años era difícil imaginar el divorcio, lo que se vendría, la violencia, ni de la literatura, sólo existía la arena, pero justo allí, sobre la arena estaba la literatura. “Nunca se estuvo mejor en un lugar tan cálido” dice una de las voces en este libro.

El segundo recuerdo, no me pertenece, ni si quiera pude estar ahí para presenciarlo, tal vez es sólo un producto de mi imaginación. Mis amigos se fueron de vacaciones a Maruata hace un par de años, por cuestiones económicas y de trabajo, no pude realizar el viaje, acompañarlos. Más allá de pensar en las borracheras que iban a ponerse, que se pusieron, o de estar preocupado porque un retén de narcos los parara en el camino, que los pararon, acá a la distancia, yo pensaba en mi amigo cubano, quien siempre me habló del mar como un muro cuyo peso caía fulminante por quienes se atrevieran a cruzarlo, a mirarlo. No podía dejar de pensar en él, frente al pacífico, en estas tierras que ahora también son suyas, sobre esa arena que ahora también le pertenece. Justo allí, sobre la arena, estaba también la literatura. Todavía no me he atrevido a preguntarle cómo fue, qué significó para él mojarse en un agua que ya no es un muro pero que también contiene sangre.

De barro y sal es una antología compuesta por textos de 26 escritoras y escritores que, aunque no todxs nacieron en el puerto, coincide que han llevado su vida en él. Entre poemas, cuentos, crónicas y textos sueltos, ellas y ellos nos llevan por entre las olas de la costa michoacana, pero no sólo el mar, también por tierra, la tierra caliente michoacana. El hilo conductor que logra conectar cada una de las voces en este libro, es un estado cuya población se divide en dos países. De barro y sal, porque aquí corre el mar, pero también la tierra. Voces que nos hablan de la nostalgia que causa el paso del tiempo, del acontecer constante, el peso de las vidas terrenales que merecen ser contadas, el resistir, a contracorriente.

La necesidad de escribir se vuelve imprescindible, frente al mar, frente a la adversidad, y frente a la existencia misma.  Hace mucho tiempo que no visito las costas Michoacanas, pero al leer este libro, he vuelto a ser ese niño que liberó alguna vez tortugas, y aunque las ruinas de aquel barco se las llevó un huracán hace unos años, puedo jurar que eso fue lo primero que vió mi amigo cubano cuando frente al mar, del otro lado. Eduardo Galeano olvidó algo importante, y yo, al igual que él, en este mundo de plástico y de ruido, bajo estas voces, quiero ser de barro, de silencio, y de sal.


Ángel Hurtado

(Morelia 1999) egresado de la licenciatura en Lengua y Literaturas hispánicas por la UMSNH, librero y promotor de lectura.

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