Materia oscura: Sobre Philip Marlowe

Raymond Chandler

Abril 19, 1951

Al señor D. J. Ibberson

Le agradezco muchísimo el interés que le despiertan las circunstancias de la vida de Philip Marlowe. La fecha de su nacimiento es incierta. Me parece que en alguna parte dijo que tenía treinta y ocho años, pero de eso hace muchísimo tiempo y no tiene más edad ahora. Es simplemente una de esas cosas que se va a tener que aguantar.

No nació en un pueblo del Medio Oeste, sino en un pequeño pueblo de California llamado Santa Rosa, que usted encontrará en su mapa a unas cincuenta millas al norte de San Francisco. Santa Rosa es famoso por haber sido el pueblo natal de Luther Burbank, un horticultor de frutas y verduras de considerable renombre en una época. Es probablemente menos conocida su actuación como fondo de la película de Hitchcock, Shadow of a Doubt, la mayor parte de la cual fue filmada precisamente en Santa Rosa. Marlowe jamás habló de sus padres y en apariencia no tiene parientes vivos. De ser necesario, esto podría remediarse. Tiene un par de años de universidad, o bien en la University of Oregon, en Eugene, o en la Oregon State University, en Corvalis, Oregón. No sé por qué se vino al sur de California, salvo el hecho de que casi todo el mundo termina por venirse aunque no todos se queden.

Aparentemente tuvo alguna experiencia como investigador de una compañía de seguros primero y luego como ayudante del fiscal del distrito de Los Ángeles. Esto no lo transformó necesariamente en un agente de policía, ni le dio derecho a efectuar arrestos. Las circunstancias que ocasionaron la pérdida de ese empleo me son archiconocidas, pero no puedo dar detalles sobre ellas. Tendrá que contentarse con saber que en cierta ocasión se le fue un poco la mano con la eficiencia y en un sitio en que eficiencia era lo menos que le importaba al que estaba a cargo.

Mide un poco más de un metro ochenta y pesa unos ochenta y dos kilos. Pelo castaño oscuro, ojos marrones, la expresión “regularmente atractivo” no lo contentaría para nada. No creo que tenga apariencia de rucio, pero puede serlo. Si alguna vez hubiera tenido la oportunidad de elegir un actor de cine que representara mejor la imagen que yo tengo de él, creo que tendría que haber sido Cary Grant. Creo que se viste tan bien como es de esperar. Es evidente que no tiene demasiado dinero para gastar en ropa, ni para ninguna otra cosa si vamos al caso. Esos lentes de sol con armazón de asta no lo distinguen particularmente. Prácticamente todo el mundo en el sur de California en algún momento usa lentes de sol. Yo no sé lo que usted quiere decir con eso de que usa “piyamas” hasta en el verano. ¿Y quién no los usa?

¿Se había hecho usted la idea de que usaba una camisa de dormir? ¿O es que usted sugiere que podría dormir en cueros cuando hace calor? Esto último es posible, aunque aquí muy raramente hace calor de noche.

Sobre el vicio del cigarrillo tiene usted absoluta razón, aunque no creo que tenga que ser Camel. Se puede contentar con cualquier otro cigarrillo. Usar cigarreras no es tan común aquí como en Inglaterra. Jamás lo verá usando fósforos de librito, que son siempre fósforos de seguridad. Lo que usa son, o bien fósforos grandes de madera, de ésos que llamamos de cocina, o ésos del mismo tipo, pero un poco más chicos que vienen en cajita y pueden encenderse en cualquier parte, la uña del pulgar incluida si el tiempo está lo suficientemente seco. Es muy fácil encender un fósforo en la uña del pulgar en el desierto o en la montaña, pero en Los Ángeles la humedad es altísima.

En cuanto a la bebida, sus hábitos son más o menos los que usted señala. No me parece, sin embargo, que prefiera el whisky de centeno al de maíz. Va a tomar cualquier cosa que no sea dulce. Algunas bebidas como las Pink Ladies, los cocktails Honolulú y los tragos largos con crema de menta las consideraría como un insulto. Es cierto, prepara buen café. Cualquiera puede hacer buen café en este país, aunque en Inglaterra parezca absolutamente imposible. Al café le echa crema y azúcar, nunca leche. También podría tomarlo negro y sin azúcar. Él mismo se hace el desayuno, asunto muy sencillo, pero no otra comida. Por vocación se levanta tarde, pero por necesidad a veces se levantará temprano. ¿No es lo que hacemos todos?

Yo no me atrevería a decir que juega ajedrez como para entrar en torneos. Yo no sé de dónde sacó ese librito de tapas blandas publicado en Leipzig con partidas de los torneos, pero le gusta porque prefiere el método de Europa continental de señalar los cuadrados en el tablero. Tampoco sé que sea un maestro para jugar a las cartas. Esto se me ha borrado de la cabeza. 

¿Qué quiere decir con eso de que “su afición a los animales es sólo moderada”? Si usted viviera en una casa de departamentos, afición moderada es lo máximo que podría llegar a sentir. Me parece que usted tiene una tendencia a interpretar cualquier comentario fortuito como la indicación de un gusto arraigado.

En cuanto a su interés por las mujeres como “abiertamente carnal”, eso lo dice usted, no yo. Yo diría que su actitud con las mujeres es la de cualquier hombre medianamente vigoroso y saludable que resulta no estar casado y que tendría que haberlo estado desde mucho tiempo atrás… Marlowe no puede reconocer un acento de Bryn Mawr porque no existe tal cosa. Todo lo que quiere decir con esa expresión es una manera de hablar pomposa. Tengo muchas dudas de que sea capaz de distinguir entre muebles auténticamente antiguos y falsificaciones. Y aún me permito dudar de que muchos expertos puedan hacerlo, si las falsificaciones son lo suficientemente buenas. Paso por alto el moblaje eduardiano y el arte prerrafaelino. Sencillamente no recuerdo de dónde saca usted esos hechos suyos.

Yo no diría que el conocimiento que tiene Marlowe de perfumes se detiene con el Chanel número 5. Eso también es simplemente un símbolo de algo caro y al mismo tiempo bastante limitado. Le gustan todos los perfumes ligeramente acres, pero no los empalagosos o excesivamente aromáticos.

Como usted lo habrá notado, él es una persona ligeramente acre. Por supuesto que sabe qué es la Sorbona, como también sabe dónde queda. Por supuesto que sabe la diferencia entre un tango y una rumba, y también entre una conga y una samba, y conoce la diferencia entre una samba y una mamba, a pesar de que no cree que una mamba pueda alcanzar a un caballo al galope. Dudo de que conozca el nuevo baile llamado mambo, porque según parece se lo acaba de descubrir o desarrollar.

Vamos a ver ahora, ¿dónde nos lleva esto? Va al cine con bastante regularidad y, dice usted, no le gustan las musicales. Verificado y tildado.

Quizás admire a Orson Welles. Posiblemente, sobre todo cuando lo dirige otro que no sea él mismo. Sus hábitos de lectura y sus gustos musicales son un misterio para mí como lo son para usted; tengo miedo que, si intentara improvisar, terminaría por confundirlo con mis propios gustos. Si me pregunta por qué es un detective privado, no podría contestarle. Es evidente que hay momentos en que desearía no serlo, tal como hay momentos en que yo preferiría ser cualquier cosa antes que escritor. El detective privado de la ficción es una creación fantástica que actúa y habla como un ser real. Puede ser absolutamente realista en todo sentido menos uno: que en la vida tal como la conocemos un hombre así no sería detective privado. Las cosas que le suceden a él podrían seguir sucediéndole, pero sucedería como resultado de un conjunto de casualidades muy particular. Haciéndolo detective, uno pasa por alto la necesidad de justificar sus aventuras.

Dónde vive: en El Sueño Eterno y en algunos cuentos tempranos aparentemente vivía en un departamento de soltero, con una de esas camas que se bajan y luego se cierran contra la pared y tienen un espejo en la parte de abajo. Luego se mudó a un departamento parecido al que ocupaba un personaje llamado Joe Brody en El Sueño Eterno. Pudo haber sido el mismo departamento, pudo haberlo conseguido barato porque en él había sucedido un crimen. Creo, aunque no estoy seguro, que este departamento está en el cuarto piso.

Tiene un living al que se entra directamente desde el hall, y del lado opuesto hay una puerta vidriera doble que se abre a un balcón decorativo, que viene a ser algo nada más que para mirar, nunca para sentarse afuera. Entrando a la derecha hay un sofá contra la pared. En la pared izquierda, pegada al hall de entrada del edificio, hay una puerta que lleva a un hall interno. Pasando ese hall y contra la pared del lado izquierdo, hay un escritorio de roble con hoja plegable, un sillón, etc.; y más allá una entrada en forma de arco al comedor de diario y a la cocina. El comedor, tal como es común en las casas de departamentos en California, es un espacio separado de la cocina propiamente dicha por medio de una arcada o de un armario fijo para la loza. Es muy pequeño y la cocina también es muy pequeña. Entrando por el hall desde el living (el hall interno) uno se encuentra a la derecha con la puerta del baño y siguiendo derecho se llega al dormitorio. En el dormitorio hay un enorme armario o placard. El baño, en un edificio de este tipo, tiene que tener ducha en la bañera y una cortina de baño. Ninguno de los cuartos es muy grande. Cuando Marlowe lo ocupó, el alquiler del departamento, amueblado, debía ser de unos sesenta dólares por mes. Sólo Dios debe saber lo que costaría ahora. Tiemblo de pensarlo.

En cuanto a la oficina de Marlowe, alguna vez voy a tener que echarle otra mirada para refrescar mi memoria. Me parece que está en el sexto piso de un edificio que mira al norte, y que la oficina da al este. Pero no estoy muy seguro de esto. Hay un cuarto recibidor que es la mitad de una oficina, quizás la mitad del espacio de una oficina del ángulo, convertida en dos cuartos recibidor con entradas separadas y puertas que comunican a derecha e izquierda respectivamente. Marlowe tiene una oficina privada que se comunica con el cuarto recibidor suyo, y hay una conexión que hace que suene un timbre en su oficina privada cada vez que se abre la puerta del recibidor. Pero este timbre se puede desconectar por medio de un interruptor.

No tiene secretario, ni lo ha tenido jamás. Le sería muy fácil contratar un servicio de respuestas telefónicas, pero no recuerdo haberlo mencionado en ninguna parte. Tampoco recuerdo que sobre su escritorio hubiera un cristal, pero puede ser que lo haya dicho. La botella la guarda en el escritorio, en el cajón de archivo —un cajón que es común en los escritorios de oficinas norteamericanas (quizás también en las inglesas)— que tiene el espesor de dos cajones corrientes y que se supone tiene que archivar carpetas, lo cual ocurre muy raramente, pues la mayoría de la gente conserva sus carpetas en ficheros. Se me ocurre que algunos de estos detalles se borran muchísimo.

Sus armas también fueron diversas. Empezó con una pistola automática Lüger de fabricación alemana. Parece que tuvo automáticas Colt de diverso calibre, pero no mayor de 38. Lo último que sé es que tenía una Smith & Wesson calibre 38 especial, probablemente con un caño de cuatro pulgadas. Ésta es un arma muy poderosa, aunque no es la más poderosa que se fabrica, y tiene sobre la automática la ventaja de llevar cartuchos de plomo. No se va a trabar ni a descargar por accidente, aun cuando se caiga sobre una superficie dura, y probablemente sea un arma tan efectiva a poca distancia como una automática calibre 45. Sería mejor con un caño de seis pulgadas, pero se haría más incómoda para llevar. Ni siquiera el caño de cuatro pulgadas es demasiado conveniente, y los del departamento de detectives de la policía generalmente usan armas con un caño de dos pulgadas y media.

Esto es todo lo que tengo para usted por ahora, pero si hay algo más que quiere saber, no deje de escribirme de nuevo. El problema es que usted parece saber mucho más que yo sobre Philip Marlowe, y quizás sea yo el que le tenga que hacer preguntas, en vez de usted a mí.

Raymond Thornton Chandler (Chicago, 1888 – La Jolla, 1959)

Escritor norteamericano de novelas policíacas. Creador del popular detective privado Philip Marlowe y artífice fundamental de la llamada novela negra, revolucionó la típica trama de intriga y misterio de la literatura policíaca reflejando la dureza de la vida urbana y la corrupción social.

A los ocho años partió a Inglaterra con su madre y estudió en el Dulwich College. Se dedicó durante un tiempo al periodismo y en 1912 se fue a California, donde, después de la guerra, se dedicó a negocios relacionados con las compañías petroleras. A partir de los cuarenta y cuatro años se dedicó a la literatura, publicando relatos en la revista Black Mask.

Raymond Chandler contribuyó de modo determinante a la renovación del género policial, sobre el que escribió también famosos ensayos como El simple arte de matar (1944), y creó un personaje y un estilo. El héroe de sus novelas es el investigador privado Philip Marlowe, protagonista y narrador de las historias, idealista romántico bajo la apariencia cínica, que lucha contra una sociedad corrompida siguiendo un código ético personal y métodos no siempre ortodoxos.

Sus obras reflejan la corrupción como el mecanismo central que afecta a los seres y sus relaciones sustentadas en el poder del dinero. Su estilo narrativo puede ser descrito como de un realismo sarcástico y sobre todo escéptico: una prosa que narra con rapidez, exactitud y sutileza sus ambientes, personajes y sucesos, a veces matizada por observaciones y frases de humor cínico que lo caracterizaron. La escritura precisa y refinada resulta de la feliz fusión de lenguaje literario y formas coloquiales, de metáforas coloridas y de slang americano crudo y vigoroso.

A diferencia de la mayoría de autores de novela negra, que practicaban una prosa torpe alejándose de las exigencias de escritura, Chandler defendía en su prosa la elegancia, la literatura ante todo. 

Junto con Dashiell Hammett, Raymond Chandler es el fundador de la novela detectivesca moderna de corte duro, que lleva las tramas criminales a la calle, a la sociedad, y amplifica los móviles del crimen a factores sociales y a psicologías complejas. 

Sin embargo, más que en los argumentos, la fuerza narrativa de Chandler se expresa en la elaboración artística de las novelas más logradas como El sueño eterno (The Big Sleep, 1939), Adiós, muñeca (1940), La ventana siniestra (1942), El largo adiós (1953). Otras obras menores son La dama del lago (1943), La hermana pequeña (1949) y Playback (1958). Todas sus novelas han sido llevadas con éxito al cine, comenzando por la memorable El sueño eterno (Howard Hawks, 1946), protagonizada por Humphrey Bogart (el mejor Marlowe en la gran pantalla) y Lauren Bacall.

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