Poesía es media luz

Ernesto Hernández Doblas 

«[…] ni va usted a comprender nada, ni apenas si yo sabré expresárselo»
Arthur Rimbaud

Cartas del vidente

Toda poesía verdadera es difícil y compleja. Escribirla, sumerge al ser en mares del ser y no ser: ésa es una de las cuestiones que la vuelven laberinto. Leerla, exige concentrar y abrir nuestras puertas de la percepción. Despojarnos de hábitos y modos de nombrar. Aceptar el juego de un lenguaje extranjero y nómada.

Ni la poesía ni la literatura ni el arte son para todos. Como para cualquier otra disciplina o materia se requiere conocimiento, sensibilidad y cierta vocación. Solamente desde la ingenuidad o un populismo cultural se puede creer que cualquier persona está en condiciones de apreciar lo que ocupa de varias cualidades para ser apreciado. 

La poesía falsa se deja conocer por ciertas características como la impostura, el artificio, la demagogia o un tufo a mera literatura. Populistas e ingenuos, algunos poetas han pretendido adelgazar su expresión buscando ser apreciados por aquellos que no tienen las herramientas para recibir la buena nueva del arte.

No es cuestión menor el asunto de lo verdadero en cuestiones del arte del verso. Aunque se trata de un concepto de aguas pantanosas o hielo quebradizo, dicha cualidad hace que la expresión cobre una potencia que sin ella es imposible. 

Toda poesía verdadera es difícil y compleja -escribirla y leerla-, de lo contrario es consigna, slogan, panfleto o malabarismo de bufón con traje de etiqueta. Incluso, la poesía verdadera es aquella que se levanta en contra de sí misma. La que sostiene una constante resistencia en contra de cualquier afán normativo. Cada gran poeta añade un nuevo nudo al árbol de un infinito poema.

Alguien que nunca se ajustó a ningún imperativo que no viniera de su experiencia interior es el filósofo y escritor francés Georges Bataille. «El corazón es humano en la medida en que se rebela» dejó escrito quien hizo de la rebeldía la gestación de revelaciones de lo íntimo e invisible.

Su libro Lo arcangélico y otros poemas da cuenta de sus exploraciones en el arte del verso. Aunque hay que decir que lo poético atraviesa toda su obra. La prosa, el ensayo y la novela escrita por Bataille habitan el fuego de una expresión que pocas veces se aleja de los furores de las musas que suelen poseer a los poetas. 

Sus temas en general se diversifican en la filosofía, la antropología, la biología, la psicología, la literatura y la historia entre otras disciplinas e intereses. Sin embargo, si los aborda es para iluminar con mayor fuerza un eje central: el erotismo. A la vez, lo hace así porque sabe que los caminos del eros no pueden entenderse aislados si ha de buscarse abarcar sus hilos lo mejor posible.  

¿Qué es el erotismo? Ante todo –siguiendo a Bataille-, es una experiencia interior que convulsiona la identidad y fijeza del ser, entregándolo a vértigos en donde los contrarios celebran bodas. Por eso tiene relación con la poesía y el misticismo. Por eso ilumina y enciende hogueras en la oscuridad que no miente. 

Todo lo que escribió el filósofo y literato francés está enmarcado en ese batallar de sombras y contradicciones. Su obra le da palabras a esa vivencia pero también quiere ser la vivencia en sí. Quiere, por medio del lenguaje, llevar a cabo la representación de lo que pertenece al movimiento de lo que carece de palabras, de lo que no necesita de palabras, de lo que significa su derrota. 

Al centro de esa paradoja crea una obra multitudinaria. Surrealista. Existencial. Oscura e iluminadora. Lo arcangélico y otros poemas es un libro de 77 páginas. En la edición de 1999 a cargo de la editorial Visor podemos leer un prólogo brillante de Bernard Noël, poeta, ensayista, crítico de arte, novelista y traductor galo. 

“La búsqueda de la poesía se inicia de manera semejante a la de la experiencia: quien desea emprenderla ha de crear silencio y, luego, dramatizar ese silencio”; con esta contundencia y conocimiento de causa, se abre la reflexión del prologuista que pone el acento durante todo su texto en el binomio: poesía/experiencia. 

Si la comunicación no deja de ser un ámbito pleno de complejidad, ésta crece al referirse a los asuntos de lo interior y su ir y venir piel adentro, siendo causa en ocasiones y en otras efecto, de los movimientos externos de la subjetividad. Por eso la poesía no se nos entrega con la facilidad de cualquier otra cosa entre las cosas.  

Por eso balbucea. Por eso es murmullo debajo del agua. Por eso entre los versos es un fuego que entre líneas nos invoca. Por eso “nada esperamos de la escritura y, de todos modos, optamos por escribir” pero tomando en cuenta que “no se trata de contar nada sino de evocar”. 

Así entonces, los textos que componen el libro “Lo arcangélico y otros poemas” son finalmente igual que la obra de Bataille: resplandores de una experiencia a media luz. La unión de lo alto y lo bajo, la carne y el espíritu, la vida y la muerte, es uno de los propósitos del trabajo alquímico. Hacer de esa unión el surgimiento de lo superior. 

La poesía de Georges Bataille da cuenta de dicho empeño en donde la locura tiene alas con las que “desgarra la inmensidad” que a su vez desgarra a quien abrió su corazón al vértigo. Los versos en su mayoría son breves como relámpagos que no preceden a la tormenta: son su eco. 

“Nada existe que no mienta” afirma categórico el poeta en una de las líneas de sus poemas. Y es que si todo miente es porque no puede ser enunciado sin ser al mismo tiempo velado. La profundidad humana será siempre una huida de lo que pretende encerrarla o iluminar su cuerpo de invisible imperio. 

De acuerdo al pensador francés, el espíritu debería ser capaz de albergar lo tempestuoso para encontrar aunque sea un atisbo de la inmensidad de la que forma parte y que a la vez lo habita y mueve. El erotismo es una de las vías para lograrlo.

Tratando de comunicar la poderosa experiencia mística en la que el alma y dios logran encontrarse, Santa Teresa de Jesús escribió aquello de “muero porque no muero” que poco más de cuatrocientos años después encontraría eco y paráfrasis en Georges Bataille quien busca a dios en los furores del eros y escribe: “lloro porque no muero/oh sed/insaciable sed/desierto sin salida”. 

Entre la oscuridad y lo luminoso –nunca lo transparente- transcurre la escritura de quien fuera uno de los filósofos y narradores más enigmáticos del siglo XX. Enmarcado en el surrealismo, logró elevar la potencia del sueño y lo subconsciente al indagar en su lenguaje para intentar traducirlo sin traicionarlo, sin quitarle sino al contrario, sus filos y sus inasibles aleteos de arcángel subterráneo. 

Poesía es media luz. No es lo que a la mano puede entregar de inmediato su secreto. Poesía es temor y temblor que al mirarlo de frente se transforma y niebla. Poesía no eres tú ni yo sino eso que entre tu y yo hace un hueco para encontrar lo que al nombrarlo multiplica su sombra entre las sombras. Poesía es todo lo que se va volando en laberinto de puntos suspensivos.   


Imagen de portada de StockSnap


Ernesto Hernandez Doblas

Ni la secundaria terminó pero insiste en escribir poemas, ensayos, minificciones y dislates de todo tipo. Ha publicado por obra del azar y las circunstancias algunos libros de poemas. Dar talleres literarios le apasiona porque así puede seguir aprendiendo. Fue novillero en sus años mozos y luego darketo. Actualmente es un embobado abuelo. Como José-José, ha rodado de aquí para allá y en ese balbuceo vital ha participado en una película, tres cortometrajes y algunas obras de teatro. Anduvo unos años haciéndole al reportero, trabajó en gobierno un tiempo así como de empleado en dos tiendas departamentales entre otras actividades, pero la mayor parte de su vida ha ejercido como desempleado. Es adicto a la literatura perversa, oscura y maldita. Ermitaño. Su mantra preferido: «preferiría no hacerlo».

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