Riccardino

Horacio Cano Camacho

Se le llegó la hora a este libro. Y sentidamente, yo no quería. Salió en octubre del año pasado y lo compré de inmediato, pero ya en mis manos, hice todo lo posible por evadir su lectura, y desde luego, esta reseña. Es el libro póstumo de uno de mis autores favoritos de novela negra, Andrea Camillieri, quien lo entregó a la editorial con la instrucción expresa de publicarlo después de su muerte, que sería la muerte literaria de su gran personaje, el Comisario Salvo Montalbano. Luego de este libro ya no leeremos más sus andanzas, no disfrutaremos más “verlo” comer como se debe, con placer y devoción, ni sufrir sus rabietas con sus colaboradores y sus jefes y su lealtad inquebrantable con Livia, su compañera… Pero vale mucho la pena leerlo.

Este es un libro de despedida, Camillieri lo escribió 10 años antes de su muerte, y extrañamente su lectura nos hace notar esa despedida, como si tuviera el control pleno de ese momento. Con Riccardino se da fin a la saga de 33 libros del Comisario Montalbano, que comenzó con La forma del agua. Un policía que desde la primera entrega rompió mucho del canon del género: Salvo Montalbano es un policía, podemos decir, feliz, para nada atormentado o al borde. Su máximo placer es comer, lo que hace con rigor y máxima atención y es un gusto contemplarlo en esta actividad. Le gusta nadar, es muy culto, irónico y legal; totalmente fiel a Livia, quien no vive con él, pero llevan una relación muy intensa. Los personajes secundarios (Mimì, Fazio, Catarella, Gallo, Galluzzo…), son también muy entrañables y juntos configuran historias para nada oscuras, por el contrario, están llenas de humor y ternura. Pero es novela negra, rigurosamente enclavada en el género, pero con un estilo muy propio y único.

Andrea Camillieri

En la madrugada, apenas cuando logra conciliar el sueño, Montalbano recibe una llamada telefónica y él responde para mostrar toda la indignación ante tamaña molestia. Pronto descubre que quien llama se ha equivocado de número y se presenta como un tal Riccardino, quien le dice que ya lo están esperando fuera del bar Aurora, que se dé prisa. Montalbano lo deja en el error y para vengarse le dice que, en diez minutos, como mucho, y los alcanza, y cuelga.

Por la mañana llegó a su oficina con cierta culpa por el engaño y de inmediato es abordado por Catarella, que le avisa que Fazio lo espera fuera de un bar en donde por la madrugada fue asesinada una persona. Montalbano parte al sitio con cierta sospecha y luego comprueba que, efectivamente, el muerto es Riccardo Lopresti, Riccardino, administrador del banco local. Atestiguan el asesinato sus tres amigos del alma, Mario Liotta, Alfonso Licausi y Gaspare Bonanno, estos tres, ejecutivos de una mina de sal en Vigàta

Pronto sale a la luz que, entre los cuatro amigos, que se hacen llamar desde la infancia “los cuatro mosqueteros”, por sus presuntos vínculos de amistad y lealtad, no está todo bien. Montalbano se huele que hay algo entre ellos y algo turbio. Bien pronto sale a la luz que la víctima, antes de caer abatido, hace una llamada oculta a la mujer de uno de sus amigos ¿se trata entonces, de un crimen pasional? ¿alguno de los mosqueteros -o los tres- le cobró algo a Riccardino?

Montalbano y su equipo se lanzan a una investigación que va perfilando que la amistad no es tan sólida como se aparenta, pero detrás de ellos hay otros poderes intentando silenciar el crimen y ocultar otros movimientos.

Con mucho humor, como en toda la saga, Camilleri nos va describiendo todas las fuerzas que se mueven alrededor de las investigaciones en ese pequeño cosmos imaginario que es Vigàta, donde el dinero, el honor, la fama pública y las apariencias determinan la dinámica de la comunidad. Pero hay otras historias entre líneas. Camilleri inventa a un autor -él mismo- que dialoga con su personaje, sobre los cánones del género, de los que se ríe libremente, al igual que de sus “críticos”. Charlan también sobre como los personajes terminan devorando a los autores y dictándoles el camino y qué hacen o intentan hacer los creadores. También hablan del cansancio que comienza a acusar tanto él como Montalbano. Este se encuentra más reflexivo que nunca acerca de su propio futuro, de su relación con Livia y el mundo en que vive.

De una manera insólita, el libro introduce al personaje televisivo y su enorme éxito de público (y que inevitablemente también terminará sus aventuras con este libro) y lo confronta de una manera muy divertida con el personaje “real” de Montalbano: celos, competencia, retos, un qué haría el otro…

Leer este libro y de preferencia toda la serie, es entrar a un estilo que definió los derroteros modernos de la novela negra italiana e influyó en muchos autores en todo el mundo. También es conocer a uno de los mejores protagonistas del noir y entrar en su complejidad y su psicología. Muy disfrutable y todo un regalo de Camilleri a sus lectores y admiradores. No se lo pierda, yo lo disfruté de lo lindo, a pesar de la tristeza de saber que ahora sí, es el último -no el más reciente- de Andrea Camilleri y el último de Salvo Montabano.




Horacio Cano Camacho

Profesor-Investigador de la UMSNH. Jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia y editor de la revista Saber Más. Le encanta leer casi todos los géneros, excepto de superación personal, coyuntura política y filosofía para triunfadores y buscadores del éxito. Le fascina la novela policiaca, de misterio y la novela negra, intenta sacar a varios del closet de la literatura del buen gusto. La novela negra dice le gusta porque allí los buenos suelen ganar…

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