Te admiro mucho, Alejandro

Caliche Caroma

Al grito de “¡Corruptos, corruptos!” y “¡El cine es para todos!” se manifestaron centenas de personas afuera del Centro Cultural Universitario de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). No eran los normalistas ni los del sindicato del ayuntamiento moreliano, se trataba de un grupo de cinéfilos, los mismos que encendieron el mediodía del domingo 23 de octubre de 2022 con sus voces de reclamo: «¡Queremos entrar!» La inconformidad surgió por el sobrecupo para la clase magistral de Alejandro González Iñárritu, dentro de las actividades de la vigésima edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).

Los inconformes reclamaron ruidosamente a los organizadores y dieron la nota, acusaron de favoritismo al FICM, pero todo se solucionó por la disposición de González Iñárritu, “buena” aseguraron los aludidos anfitriones. El director de cine dio una segunda clase magistral. Aunque la actividad estaba programada para las cuatro de la tarde, la gente comenzó a llegar al lugar desde antes del mediodía. El amor es perro cuando se trata de Iñárritu. Antes de la primera charla se develó una placa de algo.

La clase magistral devino en “charla” sobre su nueva película, Bardo (2022), protagonizada por Daniel Jiménez Cacho (Silverio). Allí González Iñárritu habló, al ritmo de unas tarjetas que Daniela Michel leía, de la elección del actor, del guion, la producción, el vestuario, de la conexión entre sus anteriores trabajos y éste, del viaje interior, lo onírico, etcétera bardiana: “Silverio está en una especie sueño, un paseo por la memoria… Es una película luminosa, bella, personal, formalmente reveladora… Todo es transparente en Bardo. Hay que reinterpretar la realidad…” Y la arriesgada interlocutora se lanzó con todo y sin miedo: “Es, para mi gusto, la mejor película de Alejandro González Iñárritu”. Aplausos con subtítulos.

También charlaron de temas sociales, de la terrible situación por la que atraviesa México y el mundo, de los desaparecidos, la guerra, el hambre, el humor, de casi todos los temas de moda a los que se les puede sacar jugo (con el cine). Y Daniela Michel: “Sólo hay tiempo para una pregunta, pero que sea de un estudiante de cine”. Y el estudiante de cine: “Te admiro mucho, Alejandro”.

Respecto de “¡El cine es para todos!”, la pregunta ¿cuál cine? El FICM se trata del cine, pero no es el cine; es, afortunada o desafortunadamente, una parte del cine. Incluso, pareciera que los festivales de cine, no sólo éste, son elitistas por definición. Hay vallas junto a la alfombra roja. El cine también es industria, doctrina y farándula. Ya desde sus inicios había funciones especiales, la primera en México fue para don Porfirio Díaz y sus amigos en el Castillo de Chapultepec (seguramente llegaron algunos maderistas inconformes para que los dejaran entrar a la función).

Luego eso otro de “¡Corruptos, corruptos!” se puede confrontar con el proceso de remodelación del Teatro Matamoros, que alberga la gala inaugural y de clausura, entre otros cocteles y funciones muy especiales; el nombre de Cuauhtémoc Cárdenas Batel y ese otro apellido, Ramírez, tan cerca de Dios y tan lejos del pueblo; del financiamiento del FICM por parte del gobierno federal, estatal y municipal, ¿cuánto y por qué tan caro? “¡Corruptos, corruptos!”, como si el cine fuera democrático o cosa de santos. Ni siquiera se trata de las películas en sí, es la agria nata del séptimo arte. Los festivales de cine son el peor lugar para ver cine.

El cine no es para todos, al menos no ese cine del FICM. Sin embargo, gran parte del pueblo bueno opina que la ciudad brilla con este tipo de festivales (y de gente bien) e igual aprueba las exhibiciones de carros de lujo sobre la avenida Madero, o los conciertos católicos organizados por la presidencia municipal, o las ferias del libro con ilustres panistas como invitados principales o los cuetes del encendido de la catedral o la visita del Papa. Todo lo que diga INTERNACIONAL noqueará la psique social, es aparentar la cultura. Y la prensa dándole todo el foco al FICM, porque así somos y qué. El cine es para pocos, así, sin gritarlo, apenas un susurro, certero. Y no sólo por esta charla/clase magistral/nota nacional, se trata de la pretensión, la opulencia y la simulación que usted puede consultar en la página oficial del FICM.

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